Todos los medios de convicción que se deben al capital, todos, resaltan bien la escasa participación en la huelga, la prácticamente nula afluencia de ciudadanos a las manifestaciones y la insoportable violencia que ejercieron los que a estas últimas acudieron.
Muy al contrario de lo que pudimos ver los millones de manifestantes la ausencia de trabajadores a sus respectivos puestos de trabajo, según ha demostrado Viçent Navarro teniendo en cuenta la bajada del consumo eléctrico, (Público de hoy), alcanzó el nivel de un domingo cualquiera, de ahí que por la tarde de ayer jueves, en nuestras neuronas se hallen imágenes de gentíos apretados, casi agobiados por la escasez de espacio vital disponible.
Ni una sola imagen de violencia más allá de la provocación de los miembros de las unidades antidisturbios encajadas dentro de las columnas de manifestantes. Ni un solo caso de ataques a bienes publicos o privados. Ni una sola confrontación verbal entre manifestantes y aquellos elementos provocadores que a las ordenes del PP, sea el partido, o sea el gobierno, acudieron a cumplimentar las ordenes de Esperanza Aguirre.
Y mientras esos millones de trabajadores contrastan sus vivencias con lo que hoy dicen que ayer sucedió, nadie de la llamada prensa libre de esta democracia cita como los servidores publicos uniformados y armados estuvieron todo el día velando por los intereses de los centros comerciales, que no por el libre ejercicio del derecho a la huelga de los trabajadores de esos centros que coaccionados por sus patronos ayer se jugaban su trabajo, es decir el bienestar de su familia.
Esos mismos servidores públicos que trabajan a favor de intereses privados eran los que cercaban los edificios centrales de los bancos que durante 2011 expulsaron de sus viviendas a 58.241 familias, dejando bien a las claras las prioridades a defender por el sistema.
Esos mismos cuerpos represivos son los que cual guardia de corps zarista custodiaban la bolsa de Madrid, no fuese que a algún trabajador, se le ocurriese vender alguna de sus escasas “matildes” a fin de acabar el mes.
Y por terminar con las imágenes que el día de ayer alojó en mi cabeza y mi cámara en mi ordenador, tengo en especial aprecio la que componía todo un ejército de vocacionales represores rodeando todo el conjunto de edificios de la Carrera de San Jerónimo que dicen albergan a los representantes de la soberanía popular. Nunca se borrará de mi mente la explicita parábola que esa imagen desprendía, el pavor, la distancia y posiblemente el desprecio de los padres de la patria hacia los que con sus impuestos les permiten por ahora holgar en los privilegios de una casta política despreciable.
Por todas esas imágenes que jamás publicarán es por lo que el pueblo sigue acumulando ira, por todos los abusos y mentiras, por todas las injusticias a que nos están sometiendo es por lo que llegará un momento en el que la reacción ciudadana habrá de recurrir a la violencia a fin de recuperar la libertad, la justicia y la democracia que nos están robando.
Entonces, cuando muchos de los que hoy llaman violencia a quemar un contenedor de basura y aplicación de la ley a los desahucios y a los despidos, entonces esos explotadores se volverán a disfrazar de demócratas y a lo que hoy llaman violencia injustificada, la llamarán lucha de liberación ciudadana.
Que no se entienda esto como una apología de la violencia pues solo es la expresión de mi pesimismo, y este pesimismo, se quiera o no, únicamente es una consecuencia de la observación de la evolución política, social y económica de este desgraciado país. En otras palabras el reconocimiento de la realidad sin tapujos y sin paliativos es lo que me hace temer que el recurso a la violencia es lo que estén provocando los poderosos a fin de retornar a otros cuarenta años de dictadura esta vez económica y social.
Muy al contrario de lo que pudimos ver los millones de manifestantes la ausencia de trabajadores a sus respectivos puestos de trabajo, según ha demostrado Viçent Navarro teniendo en cuenta la bajada del consumo eléctrico, (Público de hoy), alcanzó el nivel de un domingo cualquiera, de ahí que por la tarde de ayer jueves, en nuestras neuronas se hallen imágenes de gentíos apretados, casi agobiados por la escasez de espacio vital disponible.
Ni una sola imagen de violencia más allá de la provocación de los miembros de las unidades antidisturbios encajadas dentro de las columnas de manifestantes. Ni un solo caso de ataques a bienes publicos o privados. Ni una sola confrontación verbal entre manifestantes y aquellos elementos provocadores que a las ordenes del PP, sea el partido, o sea el gobierno, acudieron a cumplimentar las ordenes de Esperanza Aguirre.
Y mientras esos millones de trabajadores contrastan sus vivencias con lo que hoy dicen que ayer sucedió, nadie de la llamada prensa libre de esta democracia cita como los servidores publicos uniformados y armados estuvieron todo el día velando por los intereses de los centros comerciales, que no por el libre ejercicio del derecho a la huelga de los trabajadores de esos centros que coaccionados por sus patronos ayer se jugaban su trabajo, es decir el bienestar de su familia.
Esos mismos servidores públicos que trabajan a favor de intereses privados eran los que cercaban los edificios centrales de los bancos que durante 2011 expulsaron de sus viviendas a 58.241 familias, dejando bien a las claras las prioridades a defender por el sistema.
Esos mismos cuerpos represivos son los que cual guardia de corps zarista custodiaban la bolsa de Madrid, no fuese que a algún trabajador, se le ocurriese vender alguna de sus escasas “matildes” a fin de acabar el mes.
Y por terminar con las imágenes que el día de ayer alojó en mi cabeza y mi cámara en mi ordenador, tengo en especial aprecio la que componía todo un ejército de vocacionales represores rodeando todo el conjunto de edificios de la Carrera de San Jerónimo que dicen albergan a los representantes de la soberanía popular. Nunca se borrará de mi mente la explicita parábola que esa imagen desprendía, el pavor, la distancia y posiblemente el desprecio de los padres de la patria hacia los que con sus impuestos les permiten por ahora holgar en los privilegios de una casta política despreciable.
Por todas esas imágenes que jamás publicarán es por lo que el pueblo sigue acumulando ira, por todos los abusos y mentiras, por todas las injusticias a que nos están sometiendo es por lo que llegará un momento en el que la reacción ciudadana habrá de recurrir a la violencia a fin de recuperar la libertad, la justicia y la democracia que nos están robando.
Entonces, cuando muchos de los que hoy llaman violencia a quemar un contenedor de basura y aplicación de la ley a los desahucios y a los despidos, entonces esos explotadores se volverán a disfrazar de demócratas y a lo que hoy llaman violencia injustificada, la llamarán lucha de liberación ciudadana.
Que no se entienda esto como una apología de la violencia pues solo es la expresión de mi pesimismo, y este pesimismo, se quiera o no, únicamente es una consecuencia de la observación de la evolución política, social y económica de este desgraciado país. En otras palabras el reconocimiento de la realidad sin tapujos y sin paliativos es lo que me hace temer que el recurso a la violencia es lo que estén provocando los poderosos a fin de retornar a otros cuarenta años de dictadura esta vez económica y social.