miércoles, 3 de marzo de 2010

!UNOS SANTOS¡

Desde ayer estoy en parecido trance al que decía encontrarse la santa aquella que tenía prisa por morirse. Que vivo sin vivir en mi. Y no porque espere tan alta dicha como ella, no, sino porque ya no sabe uno a que carta quedarse con lo del paro y las lecturas que de él hacen los que lo provocan y los que lo consienten.
Resulta que en febrero los “emprendespedidores” patrios han puesto en la calle a unos ochenta mil trabajadores más de los que en ese mes han contratado, pero para los habladores oficiales, estos ochenta mil dramas personales y familiares son una buena noticia, ya que son la mitad de dramas de los habidos en febrero de 2009.
Resulta que teniendo como tenemos 4.130.625 parados según el INEM, los mismos portavoces oficiales del sistema parecen alegrarse por la ralentización del crecimiento del paro, pero por si acaso alguien se decidiese a lanzar cohetes por tan buena nueva, el ministro Corbacho se ha encargado de apagar todas las mechas diciendo que la cosa va a seguir muy malamente durante los próximos meses.
Por otra parte, y como en tantas otras cosas, los metalenguajes que emplean están diseñados para confundir y orientar tendenciosamente posteriores opiniones. La mejor demostración es como eluden analizar el origen, la causa del paro y en vez de hablar de despidos, labor solo imputable a los empresarios, solo se habla de paro y de tal forma que casi, y en ocasiones sin el casi, se culpabiliza al trabajador despedido de su situación de parado.
Y no se limitan a utilizar argucias y subterfugios con el lenguaje, puesto que tales triquiñuelas calan y acaban siendo aceptadas por la ciudadanía, se han atrevido a establecer mecanismos igualmente tramposos que oculten parcialmente la realidad, la terrible realidad de los millones de trabajadores que no pueden ejercer en este país su derecho constitucional a tener un trabajo digno.
Desde el pasado mes de julio y voceándolo como una muestras más del profundo carácter social del zapaterismo, pusieron en marcha un procedimiento encaminado a ralentizar el crecimiento de la cifra de parados. Digo bien, ralentizar el crecimiento de la cifra de parados que no a disminuir en numero de parados. Como todos sabemos establecieron un nuevo mecanismo por el cual los parados que desde ese mes de julio pasado agotasen las prestaciones por desempleo, pasarían a engrosar las listas del llamado PRODI, programa por el cual a cambio de recibir durante seis meses la pírrica cantidad de 421 euros, los perceptores se comprometían a realizar los cursos de formación que se les indicase, por lo que al recibir ese dinero y estableciéndose como contraprestación la asistencia a esos cursos, el legislador, los zapateristas, determinaron que esos trabajadores pasaban a estar ocupados y por lo tanto causaban baja en las listas de parados.
Según los datos, muy ocultos, de las empresas a las que se les ha imputado el control de tales bajas a fin de que no pueda darse la circunstancia de que algún “desaprensivo” funcionario se vaya de la lengua, a lo largo del segundo semestre del año 2009 una media de 250.000 trabajadores en paro no ocuparon el lugar real que les correspondía, la lista de desempleados del INEM, máxime si tenemos en cuenta que la inmensa mayoría de ellos no ha realizado curso de formación alguno, ya que la organización de esos cursos fue atribuida a las Comunidades Autónomas, y estas no los han puesto en marcha, unas por no haber dotación presupuestaria especifica para este fin y otras por no tener infraestructuras adecuadas para poder impartirlos.
Así las cosas y vistos los resultados de tan artificial como tramposa “ralentización” decidieron prorrogar a este primer semestre de este año los buenos resultados que tal maniobra les estaba rindiendo.
Por todo lo anterior hay que concluir en algo que todos sabíamos pero que en estos momentos es peligroso verbalizar, que en este país la industria del paro es la numero uno, de la que muchos de los causantes del paro y de los que debieran impedirlo sacan altísimos rendimientos, conclusión esta a la que hay que sumar la firme determinación que han tomado tanto las derechas políticas como las económicas y sindicales de hacer pagar el coste económico y social del despido a quienes lo sufren, no a quien lo provoca.
En resumidas cuentas, que lo de vivir sin vivir en mi, me temo que es algo, desgraciadamente, muy extendido. Seguro que afecta a mas de cinco millones de ciudadanos españoles para quienes la única alta dicha que esperan no es precisamente estar a la derecha de dios, se conforman con vivir esta su vida con la dignidad y seguridad que da el trabajo. Unos auténticos santos.

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