jueves, 31 de mayo de 2012

R.I.P. ESPAÑA

No hace mucho aquí hablé de “su” España, esa España en la que no hay trabajadores, no hay pensionistas, ni jóvenes, ni estudiantes, en su España ni tan siquiera hay niños y sus correspondientes madres. No hay parados, ni enfermos, ni pequeños empresarios y trabajadores autónomos, en “su” España por no haber no hay ni votantes a los que respetar.

En “su” España lo que hay es mentiras, corrupción, mafias político-económicas, hay banqueros y grandes empresarios que viven de esos "apátridas", zombis, para ellos inexistentes, pero que pagan los impuestos que engrosan sus bolsillos. En esa “su” España también hay constructores y promotores inmobiliarios que como los anteriores son seres absolutamente puros sobre los que nunca puede recaer mancha de irregularidad alguna.

Es por todo lo anterior que es “su” España la que ha de ser rescatada con el dinero de los que nada hemos tenido que ver con las consecuencias de su avaricia y su codicia. Y ese rescate, eufemismo que oculta la gran estafa con la que pretenden que seamos nosotros los que paguemos con pobreza, con enfermedades y con ignorancia creciente las deudas que les reclaman sus acreedores, puede dar lugar a la paradoja por la cual se produjese una nacionalización extranjera, o dicho de otra forma, que la escasa, si no nula, legitimidad del gobierno y del resto de la casta política sea sustituida por cipayos del FMI, del BCE y de los bancos alemanes como ya ha sucedido en Italia.

Así el panorama cabe preguntarse qué sistema político es el que nos están aplicando cuando todos los poderes del estado, desde la corona, al legislativo, del ejecutivo al judicial, el mal llamado Banco de España, que no es sino el banco de los banqueros, la CNMV, la comisión reguladora de la bolsa española, el tribunal constitucional, el tribunal supremo, comunidades autónomas, ayuntamientos, iglesia católica, fuerzas del orden y hasta el ejercito están desprestigiados por corruptos, cuando no despreciados y odiados por esa ciudadanía inexistente para los poderosos.

No tenemos nación, tenemos territorio y dividido en cantones enfrentados, no tenemos identidad colectiva, no hay valores éticos, políticos y económicos que nos consoliden como sociedad, no tenemos democracia, y finalmente, no tenemos valor para aplastar a esta nueva dictadura de corrupción, injusticias y desigualdades.

Cuando desde la lejanía del futuro remoto los historiadores acometan el relato de este tiempo, no dudo que señalarán al día 10 de mayo de 2010 como el día en el que comenzó a instaurarse por la fuerza del dinero una nueva dictadura en un país en el que, como antaño, parecía que no había hombres y mujeres que amasen la igualdad, la justicia, la libertad y la verdad.

viernes, 25 de mayo de 2012

POR ENCIMA DE LA LEY Y POR DEBAJO DE LA DECENCIA

En la tercera entrega de “El Padrino”, Raf Vallone encarna al cardenal Lambertto, quien en una cita con Mikel Corleone,-Al Paccino-, le muestra una pequeña piedrecita que estaba sumergida desde muchos años atrás en una fuente del claustro en el que se desarrolla la escena. Golpeándola contra la propia fuente parte la piedra y muestra a su interlocutor como el agua, a pesar del tiempo transcurrido, no ha calado el interior del guijarro.
No encuentro mejor parábola para ejemplificar lo que viene sucediendo en este país suyo desde hace más de treinta años. Y como para muestra basta un botón, sirva el caso del presidente del tribunal supremo y del consejo general del poder judicial como paradigma sobre la concepción del servicio público y del sentido de la democracia que posee don Carlos Divar cuando ayer dijo, “urbi et orbe”, que ni dimitía, ni daría explicaciones a la prensa sobre sus “ejemplares” actuaciones marbellíes.
Es cierto que cada vez es menos extraño oír y ver comportamientos semejantes en aquellos que debieran ser espejo para el resto de la ciudadanía en la observancia y cumplimiento de los valores éticos que el ciudadano de a pie habitualmente practica. Son tan frecuentes los casos de desprecio a esos valores éticos y democráticos que ese pútrido aceite de la corrupción mental y material esta impregnando lo mas intimo del ser y de las convicciones de muchos ciudadanos, quienes asqueados de lo que ven, tienden a unirse a las filas del individualismo y a las crecientes listas de los que practican el sálvese quien pueda.
Y es que en este caso la añadidura que el personaje nos aporta es especialmente llamativa. Alguien que alardea de profundas convicciones religiosas, convicciones entre las que el respeto al semejante ha de figurar en lugar preeminente, alguien que de su vida ha hecho un continuo alarde de servicio a la justicia, no puede, por más que lo haga, despreciar a la ciudadanía a la que se debe, le guste o no, ya que hemos de tener por seguro que don Carlos Divar, muy en contra de lo practicado y exigido por quien debiera ser su maestro, Jesucristo, entiende, a la vista de su actitud, que la ley es para los comunes de los mortales, y que como su añorado Caudillo, el solo responde ante Dios y la historia.
Todo lo cual no deja de ser otro ejemplo más de cómo la democracia no ha calado en el alma de una clase política, económica, judicial, empresarial, religiosa y militar, que ha acabado imponiendo un sistema de falsas libertades, de mentiras y de una opresión y dependencia que se incrementan a cada día, permitiendo visualizar con absoluta facilidad que en España, la democracia, ni está, ni se la espera.
Y como no es cuestión de dar puntada sin hilo, recuérdese que a este demócrata de toda la vida lo digitalizó el mayor de los incompetentes de estos últimos treinta años, el actual ¡consejero! del estado, don José Luis Rodríguez Zapatero. Con lo que todo queda explicado y entendido.

jueves, 24 de mayo de 2012

POLICIAS Y MADEROS


Me voy a limitar hoy a poner pie a la foto que encabeza estas letras. Se trata de un gesto muy significativo de los antidisturbios alemanes que en Frankfurt se han despojado de su casco, señal inequivoca de no agresión a los manisfestantes y han abierto paso a la comitiva que se opone a las actuaciones del Banco Central Europeo.
No estaría mal que alguien se la pasase a los que por algo mas de mil euros apalean a todos aquellos que sus jefes les ordenan sin la mas minima consideración hacia la justicia o las razones que hoy dia mueven a los ciudadanos que como ellos son los atacados por los poderosos a los que los apaleadores españoles, quieran o no, sirven. Claro que eso seria un ejercicio neuronal para el que no estan entrenados.

miércoles, 23 de mayo de 2012

LO QUE DICE JUAN TORRES LOPEZ

España atrapada por las mentiras de la banca
Juan Torres López. Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla

Desde los primeros momentos de la crisis sorprendió que nuestras autoridades afirmaran que los bancos españoles eran los más solventes del mundo, que estaban, decía Zapatero, en Liga de Campeones. Era chocante que los nuestros tuviesen tan buena salud cuando la inmensa mayoría de la banca mundial estaba literalmente quebrada. Se decía que era debido al magnífico papel de supervisión desempeñado por el Banco de España, pero eso tampoco casaba con las denuncias de pasividad que habían hecho pocos años atrás sus inspectores ante el gobernador Caruana y el Ministro Solbes. Y, desde luego, con el hecho evidente que cualquiera conocía, por muy poco experto que fuese en temas financieros: la salvaje financiación que nuestra banca había realizado a una de las mayores burbujas inmobiliarias de la historia.

¿Cómo era posible que no les hubiera dejado créditos sin cobrar cuando todo se vino abajo? ¿Cómo se explicaba que no tuviese problemas un sistema bancario que en 2007 solo recibía 0,76 euros en depósitos por cada euro de crédito que concedía (casi la mitad de lo que recibía en 2000, 1,43 euros)? ¿Cómo podía creerse que estaba, o que podría mantenerse en Liga de Campeones un sistema bancario que en ese mismo periodo había multiplicado por nueve el crédito a una actividad inmobiliaria que se estaba volatilizando, y que había pasado de recibir 78.000 millones de euros de financiación interbancaria europea a 428.000 millones, también entre 2000 y 2007? ¿Cómo se podía creer que no tenía problemas o que no los tendría pronto un conjunto de bancos que había financiado miles de préstamos hipotecarios a más del 100% del valor de la vivienda (en época de subida artificial de precios) o de préstamos a empresas también a más del 100% del valor de la inversión?

Y, sobre todo, ¿cómo podía creerse que estaban en buena situación si a la hora de la verdad habían dejado de dar créditos a las empresas y consumidores, dejando así que se hundiera nuestra economía?

La respuesta a estas paradojas es esencial para comprender lo que ha ocurrido en España y lo que nos va a suceder muy pronto.

Los banqueros tienen un poder extraordinario en Europa, en donde hacen y deshacen normas a su antojo, pero los españoles tienen en nuestro país una influencia política, mediática y social incluso mucho mayor que en otros lugares. Perdonan desde hace años los créditos a los partidos políticos, dominan la política editorial de los medios, influyen en las universidades y mantienen contratados a docenas de investigadores que difunden las tesis que les convienen. Así, no les debió resultar difícil convencer a los principales líderes políticos y de opinión de que su situación era buena. Sobre todo, cuando podían disimularla gracias a los cambios contables aprobados por la Comisión Europea, precisamente a instancias de la patronal bancaria. En particular, la “mentira piadosa”, como la califica el catedrático de Contabilidad Oriol Amat, que les permitía seguir valorando los activos dañados a su precio de adquisición y no al mucho menor del mercado en el momento de la valoración.

Esos trucos contables, las inyecciones de liquidez que los grandes bancos españoles recibieron en otros países y las demás ayudas que les dio el Estado permitieron manipular y disimular su situación patrimonial hasta el punto de aparecer como los más rentables del mundo. Lo dicho: Liga de Campeones.

Pero la realidad era otra y mucha gente lo sabía. Los bancos, todos, y no solo las cajas, estaban tocados del ala y en el fondo de sus balances había un deterioro estructural gravísimo como consecuencia de la crisis del ladrillo que ellos mismos habían provocado facilitando el endeudamiento explosivo de toda la economía. Un deterioro que tenía dos caras: la acumulación de activos (títulos de préstamos y créditos y propiedades inmobiliarias) que no ya no tenían ni mucho menos el valor que se les asignaba, y unas deudas con otros bancos extranjeros que sí seguían valiendo lo que inicialmente se había registrado: muchos cientos de miles de millones.

Si se hubiese puesto en claro esta circunstancia a medida que iban apareciendo activos con pérdida de valor, los bancos españoles se tendrían que haber ido declarando en quiebra porque las provisiones de las que tan orgullosos estaban los reguladores del Banco de España eran totalmente insuficientes. Y para evitar esa situación (que los banqueros sabían -o debían saber- ya en 2007 que antes o después se iba a producir) lo que trataron de hacer fue ganar tiempo para ir creando las condiciones que les permitieran finalmente quedarse con todo el mercado. Gracias a su gran poder político consiguieron que el PP y el PSOE asumieran una estrategia de reforma que poco a poco iba a permitirles que recobrasen el dominio de la situación y el equilibrio patrimonial. Se trataría de ir quitando de en medio a las cajas de ahorros, a quienes era mucho más fácil hacerlas culpables de todo lo que había ocurrido, en gran parte con razón, por la lamentable gestión de los políticos responsables de sus órganos rectores (aunque en realidad se debía a que habían dejado de ser auténticas cajas de ahorros para convertirse en clones de los bancos privados).

Si casi la mitad de los operadores del mercado que competían con los grandes bancos privados desaparecían o eran poco a poco absorbidos, los dos, tres o cuatro mayores de estos últimos quedarían reforzados sin necesidad de mostrar su insolvencia ni de pagar por sus irresponsabilidades. De este modo y a base de recibir ayudas del Estado, como ahora, es como ha ido evolucionando siempre el sector bancario español, cada vez más concentrado.

Pero la intranquilidad y los problemas han empezado a agravarse por lo que era previsible que sucediera: el proceso de fagocitación del mercado como estrategia para salvar a la gran banca privada sin que se le vean sus vergüenzas es muy lento, inseguro y a veces, como ha ocurrido con Bankia, incluso escandaloso.

Además, hay que tener en cuenta que el partido no solo se juega en campo nacional. ¿Se iban a conformar los acreedores europeos de la banca española con esta estrategia? ¿Estarían dispuestos a esperar? ¿Se van a arriesgar sabiendo que la política de austeridad va a deprimir por largo tiempo a nuestra economía y que eso va a acelerar el deterioro patrimonial de los bancos españoles y a dificultar el pago de su propia deuda?

Hasta ahora, los banqueros españoles han conseguido que todos nos creamos su gran mentira. O, al menos, que actuemos como si nos la creyésemos (porque basta hablar con responsables políticos y directivos económicos de cualquier ideología o tendencia política para oír a muchos de ellos decir que el rescate es inevitable por el gran agujero de los bancos). El gobierno de Zapatero se limitó a seguir el protocolo marcado por la gran banca incluso en los detalles más pequeños, desde el indulto final al decreto de vergonzosos nuevos privilegios aprobado también estando su gobierno ya en funciones. Pero el de Rajoy ha querido mover ficha jugando a mostrar la verdadera situación de la banca y está precipitando las cosas, porque su estrategia de reformas en unidosis y muy improvisadas solo ha servido para mostrar que la del sector financiero es mucho peor que la que se venía diciendo, y para hacerla quizá ya indisimulable.

Ahora solo queda saber lo que ocurrirá tras la auditoría solicitada y que, como todas, proporcionará resultados “por encargo”. Solicitar una evaluación objetiva a Oliver Wyman (que se “equivocó” cuando auditó a los bancos irlandeses considerándolos ejemplares poco antes de que tuvieran que ser nacionalizados, o que fue una de las garantes de los derivados de las hipotecas sub prime como productos muy seguros) es como es como pedir auxilio en el naufragio a quien no sabe nadar.

Así que para qué nos vamos a engañar: aunque la gente normal y corriente no sepamos el final, las autoridades ya lo han negociado porque en cuestión de banca nadie da puntada sin hilo. Pueden ocurrir dos cosas. O bien que hayan acordado ya que se siga mareando la perdiz porque las autoridades europeas (que posiblemente sepan la magnitud real del agujero) admiten que el rescate sería impagable para España y que quizá levantaría una auténtica polvareda social. O bien que se concluya que hasta aquí hemos llegado y que hay que tirar por fin de la manta que cubre las miserias de los bancos españoles.

Me parece a mí que esto último va a ser lo más probable porque, al fin y al cabo, los bancos españoles y extranjeros serían los beneficiados. Los auditores, como tantas veces, serán los que se encarguen de hacer la representación necesaria para que todo se nos presente de la forma más fácil de asumir.

Y aquí es donde estamos. Botín y compañía han dejado atrapada a España a base de irresponsabilidades y de mentiras. Van a terminar obligando a que España, como le ocurriera a Irlanda, tenga que asumir su rescate; haciendo que éste -que en realidad es la recapitalización de lo que los banqueros irresponsables han perdido jugando en el casino- se presente como la salvación de España; y obligando a que los españoles tengamos que sufrir nuevos recortes en derechos sociales y bienestar para que los ellos nos sigan gobernando y obteniendo beneficios a nuestra costa.

Espero y deseo, sin embargo, que las cosas no terminen ahí y que los banqueros no puedan respirar tranquilos en ese momento, como si se hubieran acabado entonces sus problemas. Lo espero y deseo en la confianza de un buen número de españoles, ojalá su gran mayoría, sean dignos y patriotas y que no perdonen a quienes han arrastrado a España a la ruina a base de mentiras para salvar sus privilegios políticos y económicos.

martes, 15 de mayo de 2012

EL SANTO DE LOS “INDIGNADOS”

Se cumple un año de la llamada revuelta del 15-M. Un añito desde que descubrieron, -muy tarde-, que sin dignidad, sin trabajo y sin derechos lo que les quedaba era echarse a la calle y hacer visible su protesta, su desacuerdo con la oligarquía económica y política.

Ese mismo día aquí y en Sol expresé mi simpatía y mi apoyo a lo que entonces solo consideré como el primer brote de rebeldía ciudadana contra la voladura descontrolada que el zapaterismo y el capital estaban aplicando a un sistema democrático tan pueril como el que teníamos.

Por entonces estimaba que ese brote de contestación ciudadana habría de ser continuado por otras forma de resistencia al avance del neo-feudalismo aparentemente democrático, pero no fue necesario esperar mucho tiempo para que se pudiera percibir que el movimiento 15-M nacía con una rémora genética que lo ha venido lastrando hasta el momento, su renuncia a luchar en el terreno de la política y en el de la economía contra los que dicen son sus enemigos.

Pasado un año de la algarabía ilusionada de muchos de los que en ese “movimiento” participan, se puede constatar que esos indignados han desilusionado a la mayor parte de los que en sus inicios creyeron estar ante una nueva forma de intervención ciudadana en los asuntos publicos. Pasado un año de la inicial explosión de esperanza el propio movimiento ha puesto blanco sobre negro sus logros y sin minusvalorarlos ni menos aun despreciarlos estos se resumen en un indeterminado número de desalojos frustrados o aplazados y la toma en consideración por algunos componentes de la clase política de algunas de sus propuestas, sin que ninguna de ellas haya sido llevada a la práctica.

Si tan escasa cosecha puede por unos ser tildada de nimiedad y por otros de éxito rotundo ha de bastar el contraste de la opinión publicada para poner en su justo término desde la razón de ser de las movilizaciones, el devenir efectuado y el balance parcial de este tiempo.

En este sentido es obvio que el rechazo que hace un año el 15-M provocaba en las derechas se ha trocado en displicente olvido, que las suspicacias que generaba en el zapaterismo gobernante se han tornado en aproximaciones interesadas y que, por el contrario, las abiertas cercanías e indisimulados contactos con algunos destacados miembros de IU se han travestido de aparente distanciamiento.

No hay hoy un solo medio de comunicación que condene abiertamente al 15-M, lo cual pone de manifiesto dos realidades incontestables, la absoluta inocuidad de ese tipo de reacción ciudadana y el consecuente embridamiento que el poder, los distintos poderes, ha efectuado sobre tal iniciativa.

Han comprobado que el 15-M puede hacer todo el ruido mediático y “batuquero” que quiera pero daño al sistema, daño al poder político y al poder económico, ni un solo rasguño, por lo que de ser repudiado ha pasado a ser consentido e incluso mimado como supuesta demostración de la calidad democrática que el sistema y los gobiernos de turno logran en este país a pesar de la estafa llamada crisis.

De entonces acá, la falta de coraje para ocupar espacios vacios en la lucha política y la cobardía para afectar gravemente a los pilares de la economía financiera especulativa española están llevando a esa misma ciudadanía a aproximarse a conclusiones que todos tenemos en el pensamiento y que nadie se atreve a expresar, cuando menos a proponer o realizar.

Concluyo. Este llamado movimiento cívico, pacifico y alternativo, poco o nada aportará a la resolución de una crisis social caracterizada por la sumisión, por el miedo a perder lo poco que nos van dejando y por la falta de cultura rebelde que durante lustros hemos evitado inculcar en esos jóvenes que, aun sin futuro, disfrazan con su apoliticismo y su pacifismo la falta de valor para luchar contra sus enemigos, contra aquellos que les han robado su dignidad tras robarles sus derechos. ¿O es que se puede ser digno siendo un resignado esclavo? Y es que no saben que los derechos no se imploran, se conquistan y se imponen, de grado o a la fuerza.

De Isidro de Merlo y Quintana dicen que allá por el siglo XI mientras él rezaba, los ángeles le labraban la tierra. Hoy diez siglos después estos “isidros” del 15-M pueden estar seguros de que no van a encontrar ángel alguno que, mientras ellos claman al cielo, les desbroce esta finca de políticos corruptos y banqueros corruptores.