jueves, 19 de abril de 2012

¿MIENTE EL REY?

Hay multitud de ocasiones en las que por ser sorpresivas nos hacen reaccionar de forma tal que al instante siguiente, cualquier bien nacido pide perdón. Son esas ocasiones que por su fugacidad impiden la reflexión y hacen aflorar instintos normalmente controlados, son esas ocasiones en las que el damnificado por nuestra abrupta reacción acepta las disculpas y olvida la pequeña ofensa recibida.
Otras son las ocasiones en las que las circunstancias que rodean la reacción dotan de tiempo suficiente a quien tiene que tomar una decisión para que este y, si los tiene, sus consejeros, analicen las ventajas y los inconvenientes de las posibles opciones a adoptar. Es en estas ocasiones en las que las equivocaciones no se saldan con una disculpa hacia los ofendidos, ya que la razón y la conveniente y necesaria ponderación se supone que han debido influir en el análisis, tanto como para no ofender a nadie.
El caso de nuestro actual monarca se ajusta por lo tanto a este segundo supuesto pues nadie en su sano juicio puede aceptar que la decisión de irse a cazar, sean elefantes, zorras o gamusinos, invitado por cualquier corruptor o a costa de los dineros que los españoles le pagamos, es una decisión que en las actuales circunstancias, y yo diría que en cualesquiera otras, se toma a tontas y a locas o sin el consejo de los que cobran por velar por la imagen del jefe de un estado, aunque este sea España.
Dicho de otra forma, la decisión de irse de caza fue tomada a sabiendas de que si se descubría provocaría el escándalo en el que no solo ha metido a su llamada casa real, sino que ha arrastrado la imagen de España por el lodazal del ridículo mundial.
Y si la decisión fue analizada, ponderada y asumida personal y colectivamente por su entorno, no cabe aceptar la infantil disculpa que de forma, también, premeditada nos ha ofrecido, ya que de haber sido cometida semejante tropelía por cualquiera de los políticos corruptos que aquí se enseñorean, el clamor ciudadano exigiendo su automática dimisión lo hubiese oído hasta el paquidermo fusilado.
En los últimos meses venimos comprobando que el art. 14 de la Constitución es objeto del mismo incumplimiento que todos aquellos otros sobre derechos y libertades de los españoles, pero es especialmente sangrante y ofensivo para cualquier demócrata que aquel que hace cuatro meses mantenía en su mensaje navideño que la ley era igual para todos, calle hoy ante la desigualdad de trato con que obsequian a sus reales yernos los tribunales del sistema.
Y si palpable es la desigualdad ante la ley que domina en España, es más que comprobable la desigualdad de la forma y calidad de vida con la que nos obsequia la corona a todos los que hoy nos vemos obligados a vivir peor, para que ellos, los privilegiados, vivan cada vez injustamente mejor.


Por todo lo expuesto, ¿cabe concluir que tambien nos miente el monarca cuando se disculpa?.......Vds. mismos.

lunes, 16 de abril de 2012

EL AFRICANO Y EL CAZADOR

Aunque muchos mantienen que la historia se repite, no seré yo quien los contradiga por mas que al hilo de la actualidad me permito establecer una llamativa divergencia entre lo dicho y sucedido hace ochenta y un años y dos días y lo que ni se ha dicho, ni se dirá y menos aun se hará por el directo descendiente de Alfonso XIII el africano.
El 14 de abril de 1931 tras ganar numéricamente las elecciones municipales las derechas monárquicas, el monarca entendió que su derrota en las ciudades era la mayor muestra de desafección y rechazo popular. En solo dos frases resumió la situación y su determinación.
Hoy cuando la armada española no cuenta con barco alguno bautizado como “Príncipe Alfonso”, barco en el que inicio su exilio desde Cartagena, me permito manipular aquellas frases sin la menor esperanza de que su nieto, Juan Carlos I, el cazador, algún día las pronuncie, ya que por entonces, hasta el más distante y engolado monarca albergaba dignidad suficiente como para renunciar a la corona, dignidad que hoy, hasta la más alta alcurnia ha mal vendido a cambio de bienes y placeres.
"Tengo el convencimiento de que las opiniones adversas, (los votos adversos),no se formulan contra el régimen monárquico, ni contra los que habéis gobernado, sino que lo son contra mi actitud, (gestión). Por eso me corresponde antes que nadie dirimir este pleito de una manera terminante y definitiva"
"Las redes sociales, (elecciones), me revelan que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas con quienes las combaten. Pero quiero apartarme de cuanto suponga avergonzar con mi actitud a un solo compatriota", (lanzar a un solo compatriota contra otro en fratricida guerra civil).

Entre parentesis el texto original eludido del pronunciado por Alfonso XIII el 14 de abril de 1931.

domingo, 15 de abril de 2012

SU ESPAÑA

Ya lo dijo Machado hace muchos años, tantos, que hoy nos hielan el corazón ambas “Españas”. Si entonces, según se estuviera posicionado, uno podría verse agredido por una de las dos mitades que antagónicamente se batían en la política, hoy tanto la derecha heredera y añorante del franquismo, como la izquierda traidora a su historia, coinciden en el trato, en el mal trato que ambas ejercen sobre los trabajadores, con solo unas pequeñas diferencias de matiz.
Tras treinta y cuatro años de aparente democracia, estamos comprobando que el franquismo se vuelve a instalar en esta su finca con el solo antifaz de permitir votar cada cuatro años a las dos opciones que los poderosos de antaño, el dinero, la iglesia y las fuerzas armadas, han consentido que se establezcan tras aceptar que jamás el pueblo sea el autentico, legal y legitimo detentador del poder.
Tras esos treinta y cuatro años de adoctrinamiento social han conseguido que la ciudadanía española en su conjunto y especialmente la clase trabajadora se haya acomodado a la sumisión y salvo honrosas excepciones se haya trocado dignidad por bienes de consumo.
Siempre las derechas hablan de España cuando tras el concepto de nación quieren ocultar interese privados y de clase dominante. Así, es España quien debe más de un billón de euros a los bancos alemanes y franceses cuando la realidad es que esa deuda es una hipoteca suscrita con esos bancos por la banca privada española y que, en contra de la práctica que aplican a sus clientes, nos la hacen pagar a nosotros.
España es para ellos el conjunto de las pocas y casi monopolísticas empresas que tras ser privatizadas dominan la economía hasta el punto de controlar ilegal e ilegítimamente la política por medios mafiosos y corruptos. España para las dos derechas, insisto, con solo ligeros matices diferenciadores, está cuasi totalmente configurada por lo que ellos llaman las instituciones, y no solo las instituciones públicas y sus correspondientes haraganes sino que se ha llegado al extremo de considerar como tales a la iglesia católica, a empresas privadas cuyo único objeto social es la consecución de beneficios y hasta a asociaciones del mas variopinto pelaje que viven de los impuestos.
Para esas derechas España no son aquellos españoles que en su dignidad y decencia social trabajan, luchan y defienden los valores de la libertad, la igualdad y la solidaridad, esos, todos los que dependen económicamente del capital solo son números que en el mejor de los casos son objeto de extorsión fiscal, dada la injusticia del sistema impositivo español, y en el peor de ellos cigarras que consumen en su vagancia grandes cantidades de recursos publicos en educación, sanidad, pensiones y subsidios.
Estas concepciones sociales son el punto de partida desde las que han transitado hasta llegar al abuso que, con esta estafa llamada crisis, nos están aplicando. Tienen tan interiorizada su victoria, su verdad, su dominio, su opresión, que ya ni tan siquiera se recatan en ocultar sus corrupciones. Nada les importa que pueda haber escándalos como los que empresas y políticos corruptos viene ofreciéndonos cuando estos pasan de legislar a favor de los poderosos a formar parte de su rol de ex políticos corrompidos, por lo que no se debe olvidar que no hay corruptos sin corruptores.
Nada les importa pues sus medios de convicción social rápidamente los silencian. Y cuando no logran silenciarlos nos mienten, se inventan falsedades que ni al más tierno infante engañarían, tomándonos por lo que nos tienen, un pueblo asustado, pancista, débil, susceptible de ser corrompido. Un pueblo que jamás ha sido capaz de hacer la revolución burguesa que todos los de nuestro entorno, en su momento histórico, hicieron, por lo que se saben seguros de su impunidad, teniendo como tienen a su servicio todos los poderes del estado, la judicatura, el legislativo, el ejecutivo y si llegase el caso las armas, estarían, de nuevo, a su servicio y en contra del pueblo. ¿O acaso alguien duda que el “democratizado” ejercito y con él las fuerzas del “orden” han sido inmunes a los agentes patógenos que desde hace treinta y cuatro años las derechas, en distintas cuantías, vienen inoculando a todo ser viviente?
Pregúntense, amables lectores que respeto merece una sociedad, un país, una nación cuyo máximo representante, tras decir que todos somos iguales ante la ley y que el paro juvenil le quita el sueño, se va a cazar elefantes, se rompe la cadera y nos dice que ha tropezado con un escalón en la selva de Botsuana.
Ante todo esto caben dos posiciones, estar avergonzado como español o estar indignado como ciudadano. Yo solo estoy indignado, ya que español, español de esa su españa, (si, con minúscula), yo no lo soy, es más, puesto que esos corruptos y traidores son los enemigos de la España decente y trabajadora a la que quieren someter, me declaro enemigo suyo. Y quiero suponer que no estoy solo.

martes, 10 de abril de 2012

RADICAL Y ANTISISTEMA

Pocos días faltan para que la extrema derecha, al mismo tiempo que los nostálgicos de izquierda, reivindiquen, unos, las supuestas razones que les llevaron al golpe militar de julio del 36, mientras otros añoren el espíritu de abril del 31, demostrando ambas orillas que discuten sobre galgos y podencos, no sobre los problemas y necesidades del pueblo.
Unos y otros, y con ellos todas las tonalidades políticas intermedias, se pierden interesadamente en las ramas de una situación política y social inaceptable en la que la democracia es un mero disfraz que el dinero ha adoptado a fin de oprimir sin provocar el rechazo que antaño generaban sus sangrientas opresiones dictatoriales.
Hoy la sociedad española, más concretamente, las clases sociales económicamente dependientes del poder del dinero, han de preguntarse si el sistema de explotación que nos conduce al pasado es defendible, si es digno de ser sostenido con nuestra dejadez y si el miedo a males aun mayores es sentimiento que puede ser compatible con un sistema que solo de nombre es democrático.
Por ello, calificativos despectivos tales como radicales o anti-sistemas que son lanzados desde los núcleos de poder aplicándose a aquellos que de la justicia, de la solidaridad, de la libertad, de la honradez y de la verdad hacen patrimonio vital identificativo, han de ser calificativos reivindicados por todos aquellos que estemos empeñados en construir sociedades sanas sobre las ruinas de estas otras que en su podredumbre nos asfixian, luchando por conseguir que todos sus componentes y sus intereses estén subordinados al bienestar colectivo.
Cuando la monarquía dista del pueblo tanto como su bienestar del malestar de los trabajadores se dan las condiciones para que estos la rechacen.
Cuando el “gran mudo”, el ejército y las fuerzas del llamado orden publico solo responden mecánicamente a las ordenes de quienes de su fuerza se benefician, es que esas fuerzas han renegado de servir a quienes auténticamente se deben, el pueblo.
Cuando los “pacifistas” de sotana y alzacuellos y su pléyade de fieles fanatizados, hacen de su misión en este mundo medio de poder, de influencias y de abusos, es que esos pastores y sus rebaños están sirviendo al mundo, al demonio y a la carne, que no a su dios ni a sus hijos.
Cuando la corrupción es condimento de cualquier actuación política en las proximidades de la economía, es obligado el rechazo del pueblo a la clase política y económica.
Cuando la verdad es virtud desterrada del quehacer de los llamados representantes del pueblo, no cabe otra opción que la rebelión.
Cuando el malestar social es mal menor para aquellos a los que su codicia los impulsa a instaurar la injusticia y la desigualdad, nada más justo que responderles con sus propias armas.
Cuando desde el poder político y económico, la discriminación y la desigualdad llegan al extremo de maltratar y explotar al débil y exonerar y premiar al delincuente poderoso, solo la insurrección popular puede detener sus abusos.
Cuando todos los servicios que habrían de ser publicos a fin de que el estado fuese garante de igualdad, pasan a ser objeto de negocio y corrupción y sus usuarios calificados de abusadores de los derechos que la ley les garantiza, es momento de exigir por todos los medios a nuestro alcance que el expolio a que nos someten sea penado en forma equivalente a la que ellos nos aplican, incautación de los patrimonios privados generados por las privatizaciones y nacionalización de todas las actividades que afecten al bienestar social.
Por todas estas razones y muchas otras más que en la mente de toda cabeza medianamente amueblada pueden tener cabida, es por lo que me declaro radical, radical y anti este sistema, radical en defensa de la igualdad, de la libertad, de la solidaridad, de la verdad, radical en defensa de la dignidad de un pueblo que parece haber trocado bienes materiales por honor, derechos por posesiones y valor por sumisión.
Son ya muchas las ocasiones en las que he opinado y denunciando hechos sobre lo que en este mi país ocurre, pocas mas serán las que vendrán. Entiendo que la situación no demanda opinión sino lucha. A ella voy a dedicar el tiempo que hasta hoy a opinar y denunciar dedicaba.
Sepan los que aquí me siguen que de un apacible y tranquilo socialdemócrata han hecho un radical antisistema, no cabe por ello más que felicitarles por ayudar a que el creciente ejercito de demócratas radicalizados les acabemos imponiendo el mismo rigor que ellos nos imponen a nosotros, por ahora.