viernes, 4 de octubre de 2013

UNA CLOACA LLAMADA ESPAÑA


En el largo camino de degeneración política y social que desde el pasteleo de la transición recorremos atados al ronzal que detentan banca, ejercito e iglesia católica con sus mercenarios de la política y de los medios de comunicación, estamos alcanzando el fondo de un abismo putrefacto en el que la inmensa mayoría, ya acostumbrada a su fétido olor, ni percibe los incrementos que la intensidad de esa peste les ofrece día a día.
Nadie se alarma ya por los escándalos de corrupción económica y política. Nadie se lleva las manos a la cabeza cuando el poder judicial encausa a quien osa encarcelar al amigo de pupitre aznarita metido a ladrón bancario. Nadie pone el grito en el cielo cuando los fiscales, y de entre ellos los que supuestamente luchan contra la corrupción, dedican su trabajo a exonerar a delincuentes de la alta sociedad política o económica.
No hay quien ni tan siquiera intente rebelarse ante el abuso, la injusticia, la mentira, y la condena a muerte o en el mejor de los casos la condena a la marginalidad y la mera supervivencia de millones de españoles privados de sanidad, de educación, de trabajo y de dignidad social por la acción conjunta de oligarcas y de toda una clase política patriota de sus patrimonios y enemiga de los ciudadanos que conforman esta odiosa patria española.
Nadie se rebela y pareciera que nadie hubiera entendido los últimos mensajes que los poderosos nos han mandado recientemente. Son tan variados como contundentes.
Uno. El ladrón de las preferentes, Rodrigo Rato, es recuperado por Botín. Mensaje nada subliminal: Aquí no se toca a nadie de los nuestros.
Dos. Los inspectores de hacienda en defensa de sus niveles y salarios dictaminan que no ha habido fraude fiscal en la trama Gurtel ni en el caso Bárcenas. Mensaje del fisco: ¿os habíais creído eso de que hacienda somos todos o que la ley es igual para todos.
Tres. La casa real obliga a poner tierra por medio a sus delincuentes alojandolos en un país con el que no hay tratado de extradición. Mensaje: No vaya a ser que haya que salir por piernas.
Cuatro. La mal llamada justicia condena a mindundis políticos de la cloaca marbellí al tiempo que declara inocentes a los empresarios corruptores. Mensaje: que vayan tomando nota el juez Ruz, el juez Castro y todos aquellos otros a los que pudieran asignarseles casos de corrupción mas o menos sonados.
Si este sucinto repaso a la realidad española no fuese suficiente para que haya quedado mas que justificada la denominación de cloaca a esto que llaman España, ruego a los lectores que miren a su alrededor y concluyan si se ven rodeados de ratas de a dos patas, de pestilencia económica insufrible, de oscuridad informativa interesada, de injusticia rampante, de desigualdades crecientes impuestas por los poderosos y de hambre y dolor. 
Si así lo estimaseis habríais de preguntaros si entre nosotros resta algo de decencia y de valor para hacer correr ríos de sangre de aquellos que a todo un pueblo condenan a un futuro de esclavitud. De no ser así, callemos y ciegos sordos y mudos acomodémonos en la cloaca.

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