miércoles, 14 de octubre de 2009

LA CLEPTOCRACIA ESPAÑOLA

Mientras unos se rebozan en su lodazal de corrupción partidaria, demostrando cual es su moral, su ética y su estética, otros en la metrópoli imperial repiten jugada fenicia con los dineros de los demás, y al igual que aquí compran los votos que les hacen falta para sacar adelante sus presupuestos, allí compran abrazos y fotos comprometiendo a más militares españoles en una guerra tan indecente como todas las guerras, sean legales o no.
Entre tanto, aquí nos tienen ocupados con una farsa que, como todas las que comprometen a alguno de los poderes reales de este país, acabará en nada. Uno o dos chivos expiatorios serán inmolados en el altar de los medios, chivos a los que habiéndoles asegurado previamente hacienda y sustento, tornaran en desmemoriados y afásicos ciudadanos.
Así saldarán sus descuidos “financieros”, unos, ocultarán su incapacidad para resolver socialmente esta su crisis, otros, y en breve tiempo, todos, retornarán a su estable confort de una anormal normalidad política.
Entonces como ahora, puede que alguien se pregunte por el origen primero de toda las corrupciones que a España inundan, y entonces y ahora todos los instalados callarán que es la codicia del capital y la falta de principios éticos lo que está conduciendo a nuestras sociedades al abismo de corrupción institucionalizada que nos venden como normalidad democrática.
La democracia no debe, no puede llevar en su ADN una forma de proceder que sistemáticamente conduzca a la perversión de sus más nobles principios y de sus correspondientes formas de actuar, y si tal sucediese, que desgraciadamente sucede, la resultante de esa perversión, de esa degeneración social no puede llamarse democracia.

Cuando los poderes económicos, en su inabarcable codicia, llegan, como han llegado, a prostituir a todos los que colectivamente dicen representar a una sociedad, y estos dan carta de naturaleza y de normalidad a tal mecanismo de actuación, contrario a las más elementales normas de decencia individual y colectiva, es que la democracia ha degenerado, restando de ella solo los rituales y liturgias últimas de la misma, -elecciones periódicas con un sistema de representación injusto y escorado-, es entonces cuando esa prostituida democracia habría de ser llamada por su autentico nombre, la cleptocracia española.
No cabe otra denominación cuando social, política y económicamente, están involucrados en la deriva degenerativa del sistema todos los actores de tan evidente drama.No hay hoy mayor evidencia de la connivencia de todos esos actores que el coincidente y complaciente silencio que todos guardan respecto a los inductores de la degeneración democrática.
Todos gritan, más que hablan, de los actores políticos de las diversas corrupciones que nos asfixian, pero ninguno de ellos osa citar, ni tan siquiera de pasada, a las más importantes tramas de corruptores, las que sistemáticamente imponen a las diversas administraciones sus proyectos, sus condiciones, sus precios, sus modificados, etc, etc, en definitiva su voluntad saqueadora de lo público, aquellas empresas que, matrimoniadas con la gran banca, tras escuetas, y de todos conocidas, siglas, nunca aparecen tras los titulares de la corrupción.
Son estas las que auténticamente sostienen y soportan el sistema de encauzamiento a sus bolsillos de los dineros que, en impuestos, otros pagamos, dejando que los pequeños chorizos, los “gurtelianos” y similares, sean los que ocupen el campo de la marginalidad de sus negocios con los dineros públicos.
Estas grandes empresas son las que de todas las áreas de poder político y administrativo viven, en él se reproducen y engordan, estando protegidas por los que tras su paso por la administración pública cobrarán los servicios prestados con los dineros públicos, esos que, desatendiendo siempre a las autenticas necesidades ciudadanas, se dilapidan a espaldas de los que auténticamente necesitan de la ayuda de esos poderes públicos.
Por ello, y hasta que, tanto corruptos como corruptores, todos, estén en el lugar que les corresponde, la cárcel, hasta entonces, la democracia española no podrá retornar a denominarse como tal, mientras, la actual cleptocracia con urnas nos seguirá haciendo diferentes. Y es que Fraga, allá por los sesenta, lo clavó.

No hay comentarios: