lunes, 16 de enero de 2012

EL SINDROME DE ESTOCOLMO EN EL PSOE

Es conocido como sindróme de Estocolmo la reacción psíquica en la cual la víctima de un secuestro, o persona retenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con quien la ha secuestrado. En ocasiones, dichas personas secuestradas pueden acabar ayudando a sus captores a alcanzar sus fines o a evadir a la policía.
Debe su nombre a un hecho curioso sucedido en la ciudad de Estocolmo en 1973, donde se produjo un atraco en el Kreditbanken. Los delincuentes mantuvieron como rehenes a tres mujeres y un hombre durante 6 días, pero una de las prisioneras se resistió al rescate y a testificar en contra de los captores.
Allí la fuerza de las armas impuso una situación de dependencia total y sin alternativa alguna para los secuestrados, a quienes el obligado y prolongado contacto con sus captores y la posible habilidad para comunicar de los atracadores les condujo a ver con simpatía su delictiva acción.
Aquí y hoy el secuestro de la militancia del Psoe tiene características similares a cualquier otro secuestro y tambien la reacción psíquica de los secuestrados, tendente a sobrevivir sin daño a la situación impuesta por la fuerza.
En el Psoe, al no existir ni la igualdad en el ejercicio de los derechos, ni la democracia interna practicada en la forma en que cualquier ciudadano puede ejercerla en cada convocatoria electoral, el conjunto mayoritario de la militancia ha de limitarse a participar escogiendo entre las dos opciones que las cúpulas dirigentes establecen a fin de que nada cambie y que nadie, tan siquiera, les cuestione.
Así, esa militancia, distante de sus eternos dirigentes, está impedida de la posibilidad de elaborar alternativa política alguna ya que las normas, absolutamente anormales, que rigen el Psoe, consagran la desigualdad entre militantes de a pie y los militantes instalados en los diversos escalones del poder partidario, haciendo imposible en la práctica que cualquier militante pueda conseguir el 10 % de firmas de los componentes del Comité Federal, cuando este órgano se reúne no más de una vez al mes y sus miembros proceden de toda España, con lo cual la recolección de apoyos es, no solo dificultada por la norma, sino onerosa para quien en condiciones de inferioridad pretenda nuclear alguna alternativa real.
Este es el muro que limita y condiciona la libre voluntad de la militancia del Psoe, un muro en el que, cierto que de forma aparentemente libre, se mantienen miles de militantes. Pero…. ¿por qué se mantienen en el interior de una organización que les impide que colectivamente emanen de su seno las iniciativas y los controles políticos que representen la autentica voluntad de la mayoría?. La respuesta es evidente y tiene relación con los impulsos que llevaron a cada uno de los militantes a afiliarse al Psoe.
Unos, los que entendieron que el Psoe era la herramienta idónea para trabajar por la igualdad, la justicia y la libertad se mantienen en su militancia por un cumulo de razones, por el baldío y estéril panorama de la izquierda española externa al Psoe, por la cada día mas débil esperanza de regeneración ideológica, por el rampante encabritamiento que la derecha de siempre está efectuando y por ese anómalo sentido de la disciplina y de la fidelidad que, principalmente en los más antiguos militantes, les hace permanecer en el Psoe aun tragando carros y carretas.
Otros, los que llegaron al Psoe atraídos por las oportunidades de alcanzar los privilegios que el sistema político español facilita a los más desalmados, esos que tan solo sonríen hacia arriba y a quienes su radar político nunca les falla a la hora de ventear y escoger sombra en la que cobijarse, esos son los que cooperan y ayudan a la nomenclatura, autodenominada como progresista, a mantener en buen estado los muros que al resto aprisionan.
Unos y otros se ven en la disyuntiva de o bien elegir entre las “guatemalas” y las “guatepeor” que los poderosos les ofertan en ceremonias de confusión planificadas u optar por no participar en un proceso que al denominarle democrático ponen de manifiesto la rala condición que de la democracia tienen sus próceres.
En este sentido ya se empiezan a conocer los datos sobre los resultados de las votaciones en las diversas agrupaciones locales del Psoe, resultados que evidencian la distancia que hay entre las bases, 60% de abstención, y las alturas, que tan solo cuentan con el respaldo de los oportunistas y de los que como Patricia Hearts son abducidos por los “secuestradores”.
Nada más antinatural que la situación de los abducidos, ya que ni armas, ni retenciones, ni amenazas les son necesarias para mantener a los suyos en condiciones de dependencia tales que ni el más desequilibrado secuestrador aplicaría a los que se supone que han de ser “compinches” en la consecución de sus comunes objetivos. Claro que eso de que unos y otros, nomenclatura y militantes, tienen objetivos comunes, es la gran milonga de la política española. Pero esto es otro tema aunque sea, desgraciadamente, harina del mismo costal.

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