miércoles, 29 de agosto de 2007

Vacaciones, que no holidays.

Saben los que me conocen de mi -comenzaré suave-, desapego por la playa.
Ni el sol, eso de quemarse voluntariamente, pues no; ni la arena, que se pega a la piel cual vasallo babeante al culo del poderoso, ni tan siquiera las de los tangas, tal es ya mi estado, me animan a bajar a la playa, y, en chanclas o con zapatos, en camiseta de tirantes y transistor o con camisa y pantalón corto, el uniforme del veraneante jubilata, afrontar olas que te rebozan de arena, algas y medusas.
Por cierto, que alguien me diga si hay mayor inconsecuencia que esta de bañarse, retozar en el mar, para después tener que ducharse si no se quiere que las ingles escuezan lo que no está escrito, tener los pelos como escarpias y no del susto, de la sal, y dormir sobre arena por mucho que sacudas las sabanas, ya que aunque no lo crean, hay granos de arena especializados en resistir entre los dedos de los pies por mucha agua con que los duches y que tan solo abandonan su refugio pedestre cuando el portador se acuesta, entonces, y solo entonces, se dispersan voluntariamente por toda la cama.
Y todo para, durante la última semana de vacaciones y solo esta, lucir bronceados los michelines; porque ya me diréis quien, en Madrid, en el ministerio o en el banco, se “desabilla” e invita al resto del personal a comparar el bronce tan duramente adquirido.
Pero…será por la salud. Esa salud del melanoma, que tanta prestancia da, ya que un cáncer de piel adquirido en las Bahamas viste más que pupazo similar pillado en Benidorm, o sin llegar a ese punto, felices por habernos recuperado de las quemaduras que las prisas bronceadoras nos han traído, después de habernos dejado una pasta en “urbason”.
Vamos, que una gloria. Y si encima por aquello de llevar la contraria al PP, te has ido a playas de Cataluña, pues… que eso si es Viacrucis, y no lo del Gólgota. Que además del riesgo cancerígeno, y no me refiero a los varios garrafones agosteños, lo que seguro agarras es un cabreo supino por llegar o salir de cualquiera de esas malditas excursiones que obligatoriamente hay que hacer a fin de no aceptar que quince días deambulando por el paseo marítimo, carretera playera en la mayoría de los casos, pues, que es un plastazo. Y, lo que sea, antes que reconocer que es más atractiva Rios Rosas, solitaria en agosto, que esos chiringuitos en los que los boquerones, tanto hace que fenecieron, que van de alivio de luto, los calamares son calamidades duras y a la vez elásticas que me recuerdan a las gomas con que fabricaba los tirachinas, y las sardinas a la plancha, obsérvenlo, sonríen felices, ya que están recién exhumadas de las fosas en las que un miércoles de ceniza las enterraron.
Y encima, trasegamos todo esto a precio de “beluga”, mientras nos amenizan la deglución con sonatas de bocinas, escapes de “amotos”, y petardos alicantinos, eso, si tenemos suerte y no se nos presenta el correspondiente “interprete”, generalmente rumano, que con atronador pínfano a baterías destroza, con el aplauso de los alemanes, el “viva España”. U sea, una delicia.
Pues eso, que no queremos decirnos que esto de las vacaciones, todos a la vez y en los mismos sitios, es de locos, mientras que si viajásemos en distintas épocas del año, conseguiríamos mejores precios y servicios. Pero no, que nos va lo del mogollón de los corderos.
Lo mismo que en la política. Que si el “diario amigo” nos dice que Maleni lo ha hecho bien, el personal adicto, “amen”; si nos dice que han invertido mas estos que aquellos pues otra vez “amen”, y así todo un rosario de asentimientos antes que usar la propia neurona, y concluir que este desastre de Cataluña, como el de Navarra , como el de Madrid, como el de Canarias, como el de las muchas marbellas, son la demostración de que los dos partidos de gobierno que en este país son, no reparan, no quieren reparar en que el sistema es caro, injusto, desequilibrado, ineficaz, insostenible medioambientalmente, y perjudicial para el ciudadano, pero eso sí, un chollo para los que están y viven de la política.
Que alguien me diga si lo de bañarse para después tener que ducharse, no se parece a lo de votarles para que luego nos jodan. O lo de volver al chiringuito a por mas boquerones en vez de quedarse en Madrid a disfrutar del silencio, de los bares vacios, de las calles sin coches, no se parece a lo que hacemos cada vez que les respaldamos en vez de imponerles nuestro desprecio.
Pero confieso que el año que viene de nuevo, en agosto, me traerán a la playa.
Eso si, en diciembre y enero….los que me conocen saben dónde buscarme. En el monte. En el de verdad, no en este al que me he tirado.

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