miércoles, 25 de noviembre de 2009

DEMOCRACIA DE SUMISOS

Creo que fue allá por el año 75, o el 76 como muy tarde, cuando en toda España, con muy alta participación ciudadana, hubo manifestaciones en contra de la subida del pan. Recuerdo con toda nitidez la que en Moratalaz y hasta el barrio de la Estrella se realizó entonando uno de esos pareados que quedan en la mente para siempre…..”el pan a duro, estaba cojonudo”.
Y es que entonces la gente estaba de lo más sensible y politizada, y la simple subida del pan sacaba a la calle a cientos de miles de activistas que,- a sueldo de Moscu, dirían los progresistas de hoy-, pretendíamos algo tan revolucionario como que la democracia burguesa se instalase en España. Y miren por donde, lo conseguimos. Conseguimos, a trancas y barrancas, que una Constitución como la del 78 fuese aprobada y sirviera para el desarrollo político, social y económico de este país.
Pero como no hay nada que sea perfecto, el paso del tiempo y la degeneración de la clase política española provocaron que esa misma Constitución haya servido para desandar los caminos que nos conducían a la libertad y a la justicia social.
Dejando a un lado el gran problema que la interpretación torticera del Titulo VIII ha provocado, la descomposición del estado y la desigualdad en el ejercicio de los derechos ciudadanos, la primacía que la clase política ha dado a la economía sobre lo social ha acabado derivando en una ausencia de libertad generalizada, tanto a nivel individual como colectiva.
La constitucionalizada economía mixta de mercado pasó a mejor vida cuando unos y otros decidieron adelgazar al Estado de todas aquellas actividades que prestasen alguna función de carácter estratégico en lo economico y en lo social, y en una continua tómbola de privatizaciones malbarataron las “joyas de la corona” estatal poniendo multitud de empresas nacionales en manos de los amigos de turno.
Desde las empresas eléctricas a las de transporte, desde las extractivas a las de servicios fueron enajenadas al sector privado siguiendo unas tan supuestas como falsas y coercitivas instrucciones de la Unión Europea.
De esta forma y con la desaparición del sector crediticio publico, la banca española se adueño de la capacidad de decidir el perfil y la personalidad del modelo productivo español y del marco de las relaciones laborales ya que tanto las empresas como los sindicatos son deudores de la banca y del gobierno de turno, situación que permite a estos dos máximos detentadores del poder el tener subordinados a los dos elementos básicos de cualquier economía capitalista, capital y mano de obra.
Así las cosas, y aun contando España con una pleyade de normas legales que soportan la multitud de derechos nominales que perfilan a una autentica democracia, la situación de sumisión y dependencia de pequeños empresarios, autónomos y trabajadores de la gran banca y del poder político que a los banqueros sirven, hace que la practica de esos derechos este tan limitada y condicionada que su ejercicio es prácticamente imposible.
Los trabajadores no pueden ejercitar sus derechos por miedo al despido y al posterior desahucio, si hipotecados están. Los empresarios no pueden ejercer su derecho a desarrollar su pequeña empresa o negocio si no es con el usurario respaldo de la banca. Las familias no pueden ejercitar su derecho a la planificación de su futuro sin un mínimo grado de seguridad laboral y económica.
El conjunto de la ciudadanía no puede ejercitar su derecho a una información plural y veraz cuando los medios están alineados con tal o cual opción política y/o bancaria, según su grado de endeudamiento. Y nadie en este país puede ejercer su derecho de libre reunión y manifestación cuando los representantes sindicales y políticos anteponen sus intereses corporativos a los derechos e intereses de sus supuestos representados.
Hoy el poder ciudadano, el que identifica a un sistema político y social como democrático, ha desaparecido de sus manos y ha sido trasladado a las manos de los oligarcas de la gran banca. Hoy la legitimidad del sistema cabe cuestionarla ya que ni los corrompidos partidos políticos tienen capacidad ni voluntad para desbordar el margen de actuación que los plutócratas les marcan, teniendo a este respecto el cercano ejemplo que el pasado fin de semana nos dio el plutócrata numero uno de este país, el cual ha hecho publica su admonición al gobierno sobre posibles nuevas regulaciones a la banca.
De esta situación y del conjunto de casos que soportan esta anómala democracia, cabe denunciar que en España la libertad esta perdiendo la batalla contra la dictadura del dinero.
Lo que no lograron con las armas lo están logrando con el dinero, la total sumisión de un pueblo que históricamente fue altivo y orgulloso pero que hoy demanda “soma” y la paga con su libertad.


La ilustracion es de Medina, publicada en "Publico"

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