viernes, 16 de julio de 2010

LA OBCECACION, VISPERA DEL FRACASO.

Aquellos que no están dispuestos a trabajar, todos los que en la política sestean y pasan por padres de la patria cuando todos solo son bufones bien pagados del sátrapa de turno, todos ellos coinciden en loar la determinación, la firmeza, la convicción, la entereza, el desprendimiento y el patriotismo que se aloja en la otra estudiada frase de Zp, “Haré las reformas que hay que hacer cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste”. Y es evidente que los bufones se equivocan.
Tanto el año pasado como el anterior, en idéntica circunstancia, en el repaso anual a la situación de la nación, -que no a la situación de los que la habitamos-, afirmó con rotundidad que nunca, siendo él presidente del gobierno, se actuaría contra los que menos tienen, que jamás respaldaría disminución del gasto social ni de los soportes básicos del estado de bienestar.
Al cabo de unos meses se ha podido comprobar cuan firmes eran sus convicciones y cuan arraigados sus principios. Cuando este presidente, en el “striptease” político más indecente del mundo, cambia de ropajes y su única argumentación es que hay que hacer lo que hay que hacer, lo que le han impuesto, -o no tanto-, los plutócratas nacionales e internacionales, entonces es cuando todo el espectro mediático y casi todo el espectro político español pretenden distraernos poniendo en sus portadas un alibi, -quien ha ganado el debate-, que solo morderán los que voluntariamente, en su momento, se hicieron extirpar el cerebro.
Es más que evidente y cada vez más conocido y compartido que la reducción del déficit público, si es que este fuese el causante de todos nuestros males, que no lo es, puede hacerse por dos vías, reduciendo gastos y/o aumentando ingresos, y don Zp se ha decantado por hacerlo exclusivamente por la vía de reducción del gasto, pero no de cualquier gasto. Ni han tocado, ni van a tocar los gastos militares, no han tocado ni van a tocar los gastos destinados a subvencionar bancos, cajas y empresas, no han tocado ni van a tocar gastos de representación, ni de publicidad institucional, no van a tocar los gastos derivados de los chantajes nacionalistas venideros. Han tocado solo gastos sociales y en ello van a perseverar.
No hay que gastar mucho tiempo en recordar lo que están remoloneando para tocar levemente, si es que acaban haciéndolo, el tratamiento fiscal de los que más tienen y de las empresas, por ello hay que temerse que en no mucho tiempo vuelvan a imponernos medidas tan progresistas como la reforma de las pensiones, cuando la Seguridad Social aun mantiene un abultado superávit, una reforma laboral que será convenientemente complementada por el PP en el trámite parlamentario, alguna vuelta de tuerca más a los impuestos indirectos y especiales, y como todos los años una oportuna actualización de los tramos impositivos del IRPF, ese impuesto que solo pagamos los que tenemos una nomina.
Ante estos hechos no es extremado afirmar que a Zp no le importa lo que nos va a costar su obcecación, por ello a nosotros no debe importarnos pasarle la correspondiente factura electoral. Que nuestro esfuerzo sea equiparable a su fracaso. ¿O es preferible que sigan estos haciendo el trabajo sucio al capital y así continuemos años y años sin la más mínima posibilidad de que los trabajadores estén representados en el Congreso? ¿Qué mayor daño social y político puede hacer la derecha de siempre en caso de llegar al poder? Y aunque pudiera hacerlo ¿no favorecería el resurgimiento de la izquierda social y política hoy drogada por unos usurpadores ya sin mascara alguna?

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