domingo, 28 de septiembre de 2008

ESQUIZOFRENIA O CINISMO

Nos cuentan hoy que en el congreso del PSPV-PSOE se ha dado una circunstancia verdaderamente llamativa. Mientras que los delegados han elegido por solo veinte votos de diferencia al candidato oficialista, lo cual prueba que Pajin no es profeta en su tierra, y que este candidato se ha distinguido por llevar a ese congreso una ponencia marco caracterizada por un doble y coherente afán, romper con el pasado e institucionalizar orgánicamente el social-capitalismo, el mal llamado centro político, pues mientras esto se pretendía, ha sucedido que más de uno y de dos de los delegados que han acabado votando a Ferraz, han introducido en la ponencia marco modificaciones tan llamativas como la elección del secretario general por votación de toda la militancia del PSPV, a la vez que se han negado, al contrario que antaño en Madrid, a cambiar el nombre histórico del partido en esa federación.
No sé yo si lo que sigue entra en el campo de la sociología o de la siquiatría, pero de lo que estoy seguro es que cae de lleno en el terreno de la incoherencia política.
Cuando alguien con compromiso político personal, aquel que se deriva de convicciones políticas profundas, no de conveniencias grupales veleidosas y variables, cuando ese alguien en representación de otros que le han votado para en su nombre decidir, por un lado, es capaz de apoyar medidas políticas y organizativas que son ampliadoras de prácticas democráticas coherentes con su forma de sentir, y por otro, decantarse a respaldar con su voto a quienes con claridad han expresado posición contraria al sentir de quien le vota y a quienes este representa, cuando tal sucede es que al menos la incoherencia, si no la estupidez, habita en el corazón de quien así actúa.
Y no es problema menor, ni en lo personal, ni en lo político.
Venimos de una cultura que aniquiló el debate, la materia primigenia de la política, que arrinconó cualquier práctica democrática interna que permitiese la libertad de pensamiento, de acción y de voto, venimos de una cultura que primando aparentemente la eficacia electoral ha metido en el pudridero de la política las más básicas normas y prácticas democráticas a las cuales dice servir.
Esa misma cultura ha impuesto que los individuos y grupos aupados en el corporativismo político, en la vacuidad ideológica, esa que hace que soporten incoherencias sin alterar en lo más mínimo el gesto de complacencia con quien manda, por mucho que el veleta interesado sea consciente de la traición que con su actitud está perpetrando a la historia del PSOE, esa cultura, democráticamente castrante, se afana hoy en convencernos de que es capaz de convertir en lideres a los cooptados, a la vez que deja en el camino y anula, cuando no difama, a los coherentes, a los que en práctica bien distinta, debaten, comparten, y entienden que solo son un eslabón mas de la cadena democrática de la participación en igualdad.
Es por ello que no es posible que el socialismo democrático español se pueda dar en el Psoe más allá de puntuales y por ello respetabilísimos casos y ejemplos aislados. La estructura orgánica, la clase dirigente, los llamados lideres y sus cohortes de seguidores, bien los fanáticos de cualquiera que en el pedestal esté, o los que de forma tan interesada como vacía sonríen hacia arriba, todos practican un grado de traición, de incoherencia, mentalmente peligroso. Es la traición a uno mismo. Es la traición que necesita de justificación interna, que necesita agarrarse al posibilismo, al sentido de lo práctico, a lo egoísta, a lo temporal, para poder seguir en la incoherencia y en el disfrute de las prebendas que el poder desmigaja para con sus fieles y así no caer en el mas impresentable de los cinismos o, en el mejor de los casos, en una locura que, por comparación, sería una locura intelectualmente decente.
Afortunadamente quiero seguir pensando que hay miles de militantes y millones de ciudadanos que sienten y viven en coherencia con ellos mismos el socialismo en libertad.

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