Decía el Guerra,-el torero, no el diputado reenganchado-, que lo que no puede ser, no puede ser, y que además es imposible. Y llevaba razón hasta ayer domingo.
Yo hubiese mantenido con él que no era posible por más tiempo que un colectivo de gente diversa, con diversa preparación y conocimientos, y de distintas extracciones sociales y económicas coincidieran en algo sustancialmente perverso, que el llamado líder del PSM, el Tomas Gómez deba ser el candidato del progresismo zapateriano en Madrid. Pero de nuevo debo estar equivocado ya que la mayoría de los delegados al Comité Regional del PSM, no sé si en espontanea manifestación han aclamado a su líder.
La cosa no tendría mayor importancia si no fuese porque con lo anterior se demuestra que se mantienen varias situaciones tan antiguas como enconadas en el PSM. Una, que por mala que sea la situación política, de aprecio ciudadano, de credibilidad y de confianza que los madrileños otorgan al PSM, esa situación empeora encuesta tras encuesta, por lo que puede afirmarse sin caer en denostadas teorías de conspiraciones que alguien está pero que muy interesado en que el PSM siga perdiendo en Madrid.
Dos, que si bien el conjunto de ciudadanos descreídos de los políticos, de todos, aumenta cada día que pasa, aquellos que pudieran mantener algún atisbo de esperanza en la regeneración del socialismo madrileño debieran abandonar ese refugio, cuando ayer, -otra vez-, pudieron comprobar que para el “líder” digital, ni existe el pasado, ni se siente tan siquiera concernido por las declaraciones y posicionamientos políticos que él mismo ha mantenido en su más reciente pasado.
Tomas Gómez debe contemplar con la más dura de sus caras y con la más atrofiada de sus neuronas que es absolutamente lógico, coherente y natural que hace un año apoyase la desaparición del impuesto sobre el patrimonio, el que grababa a los ricos por sus posesiones, y hoy mantenga sin sonrojo que la colérica Aguirre, no él, suba el tramo autonómico del IRPF a aquellos que disfruten rentas anuales por más de 120.000 euros al año. Con dos…….neuronas.
Este Tomás ya ni tan siquiera se preocupa por no dejar en evidencia a sus colocados seguidores, estos, los mismos que antaño sorbían los vientos por Simancas, por la Trini, por el Sebastián y hoy por él y el Lucas, son los mismos que mañana, sin dolor de cabeza alguno, sin denotar la más ligera contradicción apoyarían tan descerebradamente como hoy a Lenin, a Bakunin o a cualquier “duce” que el “conducator” Zp les pusiera al frente.
Lo más lamentable es que estos talibanes de lo que sea no acaban de percibir que esto de la minidemocracia que nos están dejando sigue teniendo un pero auténticamente problemático, que el resto de los ciudadanos que no nos sometemos a sus incoherencias ni vendemos nuestras neuronas por un pesebre pasajero, seguimos haciendo uso libre y tan racional como cada uno pueda, de nuestro criterio y de nuestro voto, y que por lo tanto son cada día más los ciudadanos que no están dispuestos a seguir engañados por los que entienden que una cosa y su contraria es posible al mismo tiempo.
En alguna ocasión un buen amigo me ha reprochado la dureza de mis análisis y mi actitud respecto a estos polichinelas del zapaterismo, y quizás alguna razón haya en esas críticas, pero no es menos cierto que las tienen más que merecidas, pues quienes debieran trabajar por los demás demuestran día a día que su único interés es seguir en los privilegios que la política otorga a quienes de ella viven.
Tomás Gómez no tiene el mas mínimo interés por modificar la situación social, económica y laboral de esto que llaman la Comunidad de Madrid, ya que si así fuese no se habría pasado estos tres largos años que lleva como secretario general del PSM llorando por su nominación como candidato número uno del PSM a perder las elecciones autonómicas. Si Tomas Gómez o alguno de sus adláteres tuviese delineada la identidad política del PSM y la visión de futuro que albergan para la Comunidad de Madrid nos habrían ilustrado sobre las diferencias existentes con sus adversarios políticos, nos habrían explicado su forma de concebir esas relaciones sociales, económicas y laborales, al tiempo que nos habrían instruido sobre los mecanismos, formas y tiempos para alcanzarlas.
No ha sido ni será así, ya que el único interés que guía a Tomas Gómez y a su guardia pretoriana es el pillar un escaño en la Asamblea que les garantice, al menos, los privilegios que como alcalde de Parla consiguió negociando con la lideresa, con su adversaria política, esa con la que, en contra del posicionamiento de la entonces llamada FSM, le hizo un hospital cerca de Parla.
No lamento que el PSM ahonde aun más su descredito ante la ciudadanía. No lamento que sus perspectivas electorales sean menguantes. Tampoco lamento que los pesebres y pesebristas tiendan a cero. Lo que sí lamento es que a desalmados y a indigentes mentales se les tenga por representantes de la socialdemocracia cuando solo son vendedores de humo y trileros de la política.
Yo hubiese mantenido con él que no era posible por más tiempo que un colectivo de gente diversa, con diversa preparación y conocimientos, y de distintas extracciones sociales y económicas coincidieran en algo sustancialmente perverso, que el llamado líder del PSM, el Tomas Gómez deba ser el candidato del progresismo zapateriano en Madrid. Pero de nuevo debo estar equivocado ya que la mayoría de los delegados al Comité Regional del PSM, no sé si en espontanea manifestación han aclamado a su líder.
La cosa no tendría mayor importancia si no fuese porque con lo anterior se demuestra que se mantienen varias situaciones tan antiguas como enconadas en el PSM. Una, que por mala que sea la situación política, de aprecio ciudadano, de credibilidad y de confianza que los madrileños otorgan al PSM, esa situación empeora encuesta tras encuesta, por lo que puede afirmarse sin caer en denostadas teorías de conspiraciones que alguien está pero que muy interesado en que el PSM siga perdiendo en Madrid.
Dos, que si bien el conjunto de ciudadanos descreídos de los políticos, de todos, aumenta cada día que pasa, aquellos que pudieran mantener algún atisbo de esperanza en la regeneración del socialismo madrileño debieran abandonar ese refugio, cuando ayer, -otra vez-, pudieron comprobar que para el “líder” digital, ni existe el pasado, ni se siente tan siquiera concernido por las declaraciones y posicionamientos políticos que él mismo ha mantenido en su más reciente pasado.
Tomas Gómez debe contemplar con la más dura de sus caras y con la más atrofiada de sus neuronas que es absolutamente lógico, coherente y natural que hace un año apoyase la desaparición del impuesto sobre el patrimonio, el que grababa a los ricos por sus posesiones, y hoy mantenga sin sonrojo que la colérica Aguirre, no él, suba el tramo autonómico del IRPF a aquellos que disfruten rentas anuales por más de 120.000 euros al año. Con dos…….neuronas.
Este Tomás ya ni tan siquiera se preocupa por no dejar en evidencia a sus colocados seguidores, estos, los mismos que antaño sorbían los vientos por Simancas, por la Trini, por el Sebastián y hoy por él y el Lucas, son los mismos que mañana, sin dolor de cabeza alguno, sin denotar la más ligera contradicción apoyarían tan descerebradamente como hoy a Lenin, a Bakunin o a cualquier “duce” que el “conducator” Zp les pusiera al frente.
Lo más lamentable es que estos talibanes de lo que sea no acaban de percibir que esto de la minidemocracia que nos están dejando sigue teniendo un pero auténticamente problemático, que el resto de los ciudadanos que no nos sometemos a sus incoherencias ni vendemos nuestras neuronas por un pesebre pasajero, seguimos haciendo uso libre y tan racional como cada uno pueda, de nuestro criterio y de nuestro voto, y que por lo tanto son cada día más los ciudadanos que no están dispuestos a seguir engañados por los que entienden que una cosa y su contraria es posible al mismo tiempo.
En alguna ocasión un buen amigo me ha reprochado la dureza de mis análisis y mi actitud respecto a estos polichinelas del zapaterismo, y quizás alguna razón haya en esas críticas, pero no es menos cierto que las tienen más que merecidas, pues quienes debieran trabajar por los demás demuestran día a día que su único interés es seguir en los privilegios que la política otorga a quienes de ella viven.
Tomás Gómez no tiene el mas mínimo interés por modificar la situación social, económica y laboral de esto que llaman la Comunidad de Madrid, ya que si así fuese no se habría pasado estos tres largos años que lleva como secretario general del PSM llorando por su nominación como candidato número uno del PSM a perder las elecciones autonómicas. Si Tomas Gómez o alguno de sus adláteres tuviese delineada la identidad política del PSM y la visión de futuro que albergan para la Comunidad de Madrid nos habrían ilustrado sobre las diferencias existentes con sus adversarios políticos, nos habrían explicado su forma de concebir esas relaciones sociales, económicas y laborales, al tiempo que nos habrían instruido sobre los mecanismos, formas y tiempos para alcanzarlas.
No ha sido ni será así, ya que el único interés que guía a Tomas Gómez y a su guardia pretoriana es el pillar un escaño en la Asamblea que les garantice, al menos, los privilegios que como alcalde de Parla consiguió negociando con la lideresa, con su adversaria política, esa con la que, en contra del posicionamiento de la entonces llamada FSM, le hizo un hospital cerca de Parla.
No lamento que el PSM ahonde aun más su descredito ante la ciudadanía. No lamento que sus perspectivas electorales sean menguantes. Tampoco lamento que los pesebres y pesebristas tiendan a cero. Lo que sí lamento es que a desalmados y a indigentes mentales se les tenga por representantes de la socialdemocracia cuando solo son vendedores de humo y trileros de la política.
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