Muchos son los hechos que evidencian el envilecimiento de la política en España y el consiguiente desapego y desprecio que hacia ella sienten los más de los ciudadanos. Muchos casos y formas de corrupción, -que en días sucesivos traeré al recuerdo casi saturado de desvergüenzas de los políticos-, inundan estos ocho años de infamia nacional, pero entiendo que lo más grave es la naturalidad con la que se mezcló la acción política con los negocios desde el primer hálito del zapaterismo allá por el año 2000.
Ese mismo año, en Madrid se rumoreo por muchos un supuesto pelotazo, al parecer acaecido en lo que entonces era terreno rustico en San Sebastián de los Reyes y que por las buenas artes de José Luis Balbás, embajador de Pepiño en Madrid, fue recalificado de forma rauda, obteniéndose unas plusvalías de más de mil millones de pesetas que, a decir de algunos, fueron a parar a arcas próximas a la recientemente elegida cúpula del Psoe. Dicen.
Sin constancia documental de tal hecho, lo traigo a colación como feble ejemplo, pero ejemplo a la postre, de cómo desde el nacimiento del zapaterismo anidó en el acerbo colectivo de entonces, sin que tal degeneración acarrease consecuencia o critica alguna para los aludidos, el morganático matrimonio de la política zapateriana con los negocios.
Inacabable sería la lista de aquellos que de la política hicieron medio de enriquecimiento, de desclasamiento, de acumulación y de vía de transito a posiciones políticas diametralmente opuestas a las que venden y vendían a sus autistas seguidores.
Taguas y su conocida intermediación desde la Oficina Económica de presidencia del gobierno a favor de empresas constructoras que poco después le pusieron al frente de su asociación patronal y al frente también de una multimillonaria retribución que por abundante que es, es un pálido reflejo de lo que debieron recibir los agradecidos ladrilleros.
Los enjuagues y líos y posteriores beneficios de don Carlos Arenillas, a la sazón esposo de doña Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo ministra de Educación, Política Social y Deporte en el gobierno de Zp de 2006 a 2009, y protegido de Miguel Sebastián ya que fueron socios cofundadores del grupo CIMD y de Intermoney, que primero fue nombrado vicepresidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, y después presidente de la misma tras maniobrar en contra de su presidente, Manuel Conthe, por unas supuestas discrepancias sobre política industrial, o lo que es lo mismo pero en cristiano, subvenciones y ayudas a tales o cuales amigos y uso de información privilegiada para operar en bolsa.
Subiendo escalones en los niveles de responsabilidad los casos de Solbes y de González han sido y son dos paradigmas de inversión política a medio plazo.
Me explico. Tanto Solbes como González fueron adalides de la deriva derechista del Psoe y de sus gobiernos hacia políticas económicas que diesen plena satisfacción a lo que hoy llaman mercados, es decir, el conjunto de tiburones empresariales que entienden el patriotismo en función del caudal de dineros publicos que les llegan.
Así, Solbes, tras pelear arduamente contra los intereses económicos defendidos por el PP, intereses que pretendían que ENDESA fuese semi-regalada a los alemanes, consiguió que la empresa nacional de electricidad fuese semi-regalada a los amigos de Berlusconi, a ENEL empresa nacional italiana de electricidad, la cual y a los dos años y un día después de cesar como ministro de Economía y Hacienda, y rompiendo una norma centenaria, nombró a Pedro Solbes consejero de ENEL, siendo el primer extranjero que entraba a formar parte de tal consejo.
Lo de González no es muy distinto de lo de Solbes y por ser de sobra conocido no lo glosaré, pero si recordaré sus relaciones con Gas Natural, empresa de la Caixa y con Carlos Slim, magnate mejicano y especulador internacional, relaciones que se quiera o no son siamesas de las de Aznar con Murdoch y también con Gas Natural.
Si fuesen pocos estos escasos ejemplos me permito dirigirles a Vds., amables lectores, a la web del Congreso de los Diputados a fin de que puedan acceder a la declaración de bienes e intereses de los trescientos cincuenta padres de la patria. Allí podrán establecer la distancia económica y patrimonial que les separa a Vds. de ellos.
Esa debiera ser la exacta distancia que debiera haber entre cada uno de nosotros, gente de izquierda, y ellos el próximo día 20 de noviembre.
Ese mismo año, en Madrid se rumoreo por muchos un supuesto pelotazo, al parecer acaecido en lo que entonces era terreno rustico en San Sebastián de los Reyes y que por las buenas artes de José Luis Balbás, embajador de Pepiño en Madrid, fue recalificado de forma rauda, obteniéndose unas plusvalías de más de mil millones de pesetas que, a decir de algunos, fueron a parar a arcas próximas a la recientemente elegida cúpula del Psoe. Dicen.
Sin constancia documental de tal hecho, lo traigo a colación como feble ejemplo, pero ejemplo a la postre, de cómo desde el nacimiento del zapaterismo anidó en el acerbo colectivo de entonces, sin que tal degeneración acarrease consecuencia o critica alguna para los aludidos, el morganático matrimonio de la política zapateriana con los negocios.
Inacabable sería la lista de aquellos que de la política hicieron medio de enriquecimiento, de desclasamiento, de acumulación y de vía de transito a posiciones políticas diametralmente opuestas a las que venden y vendían a sus autistas seguidores.
Taguas y su conocida intermediación desde la Oficina Económica de presidencia del gobierno a favor de empresas constructoras que poco después le pusieron al frente de su asociación patronal y al frente también de una multimillonaria retribución que por abundante que es, es un pálido reflejo de lo que debieron recibir los agradecidos ladrilleros.
Los enjuagues y líos y posteriores beneficios de don Carlos Arenillas, a la sazón esposo de doña Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo ministra de Educación, Política Social y Deporte en el gobierno de Zp de 2006 a 2009, y protegido de Miguel Sebastián ya que fueron socios cofundadores del grupo CIMD y de Intermoney, que primero fue nombrado vicepresidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, y después presidente de la misma tras maniobrar en contra de su presidente, Manuel Conthe, por unas supuestas discrepancias sobre política industrial, o lo que es lo mismo pero en cristiano, subvenciones y ayudas a tales o cuales amigos y uso de información privilegiada para operar en bolsa.
Subiendo escalones en los niveles de responsabilidad los casos de Solbes y de González han sido y son dos paradigmas de inversión política a medio plazo.
Me explico. Tanto Solbes como González fueron adalides de la deriva derechista del Psoe y de sus gobiernos hacia políticas económicas que diesen plena satisfacción a lo que hoy llaman mercados, es decir, el conjunto de tiburones empresariales que entienden el patriotismo en función del caudal de dineros publicos que les llegan.
Así, Solbes, tras pelear arduamente contra los intereses económicos defendidos por el PP, intereses que pretendían que ENDESA fuese semi-regalada a los alemanes, consiguió que la empresa nacional de electricidad fuese semi-regalada a los amigos de Berlusconi, a ENEL empresa nacional italiana de electricidad, la cual y a los dos años y un día después de cesar como ministro de Economía y Hacienda, y rompiendo una norma centenaria, nombró a Pedro Solbes consejero de ENEL, siendo el primer extranjero que entraba a formar parte de tal consejo.
Lo de González no es muy distinto de lo de Solbes y por ser de sobra conocido no lo glosaré, pero si recordaré sus relaciones con Gas Natural, empresa de la Caixa y con Carlos Slim, magnate mejicano y especulador internacional, relaciones que se quiera o no son siamesas de las de Aznar con Murdoch y también con Gas Natural.
Si fuesen pocos estos escasos ejemplos me permito dirigirles a Vds., amables lectores, a la web del Congreso de los Diputados a fin de que puedan acceder a la declaración de bienes e intereses de los trescientos cincuenta padres de la patria. Allí podrán establecer la distancia económica y patrimonial que les separa a Vds. de ellos.
Esa debiera ser la exacta distancia que debiera haber entre cada uno de nosotros, gente de izquierda, y ellos el próximo día 20 de noviembre.
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