La controversia sobre cómo salir de la crisis está servida pero en lo que no hay discrepancias es en que el origen de la misma ha sido el mantenimiento y el apoyo gubernamental a la construcción como principal agente de actividad económica.
No es imputable al zapaterismo el origen del ladrillismo y de los pelotazos inmobiliarios que durante años inflaron el ego de especuladores y comisionistas haciéndonos sentir que éramos los reyes del mambo económico mundial, pero si se le ha de cargar en el debe del cadáver zapaterista, en su inmenso debe, el mantener, apoyar y promover una actividad que impedía poner firmes soportes de desarrollo sostenido y sostenible para el futuro.
Así, la planificación territorial fue orillada antes los intereses locales de fáciles ingresos y rápidas ganancias, se despreciaron actividades generadoras de empleo y valores añadidos permanentes y todo se supeditó a los intereses de los poderosos del ladrillo.
De otra parte, la política de infraestructuras públicas se contagio de la falsa grandilocuencia que los temporales ingresos fiscales originados por la construcción residencial generaban al Estado, por lo que se acometieron obras absolutamente desmesuradas cuando no absurdas y condenadas al fracaso.
52 aeropuertos en España cuando en Alemania hay 8, puertos deportivos en cada pueblo costero cuando España es el país con la relación más baja de entre las europeas de embarcaciones de recreo por kilómetro de costa, y el nº uno en km de líneas de alta velocidad cuando eso sí, tenemos la red de carreteras libres más obsoleta y menos cuidada de la E-15.
¿Que demuestran estos intencionados desatinos? La servidumbre de la gestión política a favor de los intereses de los poderosos del dinero, la corrupción generalizada que esas actitudes han originado y el consiguiente desamparo de la inversión en el mantenimiento del estado de bienestar.
En paralelo, tal frenesí ladrillista ha tenido como indeseable acompañante un daño tal al medio ambiente que será imposible recuperar lo perdido. Ciudades invivibles, eriales convertidos en colmenas de viviendas fantasmagóricas en perdidas estepas, semi-desiertos consumiendo ingentes cantidades de agua a fin de ofrecer el espejismo de praderas de golf y costas absolutamente arrasadas por la fiebre de la especulación.
Las leyes urbanísticas locales y autonómicas pisoteadas y mercadeadas por corruptores y corruptos, la ley de costas ignorada, cuando no simplemente aplastada vía hechos con el consentimiento de todas las administraciones, los vertidos, incontrolados, la gestión del agua sometida a intereses de empresas sin escrúpulos y de servidores públicos venales y los ríos y mares en trance de ver como desaparece la vida de su seno.
Si el futuro se acabase concretando en esos cuadros de oscuridad y agobio con la que nos lo pintan cada día más películas de ciencia ficción, hemos de aceptar que el zapaterismo ha asfaltado un buen trecho del camino que conduce a tan tétrico futuro.
No es imputable al zapaterismo el origen del ladrillismo y de los pelotazos inmobiliarios que durante años inflaron el ego de especuladores y comisionistas haciéndonos sentir que éramos los reyes del mambo económico mundial, pero si se le ha de cargar en el debe del cadáver zapaterista, en su inmenso debe, el mantener, apoyar y promover una actividad que impedía poner firmes soportes de desarrollo sostenido y sostenible para el futuro.
Así, la planificación territorial fue orillada antes los intereses locales de fáciles ingresos y rápidas ganancias, se despreciaron actividades generadoras de empleo y valores añadidos permanentes y todo se supeditó a los intereses de los poderosos del ladrillo.
De otra parte, la política de infraestructuras públicas se contagio de la falsa grandilocuencia que los temporales ingresos fiscales originados por la construcción residencial generaban al Estado, por lo que se acometieron obras absolutamente desmesuradas cuando no absurdas y condenadas al fracaso.
52 aeropuertos en España cuando en Alemania hay 8, puertos deportivos en cada pueblo costero cuando España es el país con la relación más baja de entre las europeas de embarcaciones de recreo por kilómetro de costa, y el nº uno en km de líneas de alta velocidad cuando eso sí, tenemos la red de carreteras libres más obsoleta y menos cuidada de la E-15.
¿Que demuestran estos intencionados desatinos? La servidumbre de la gestión política a favor de los intereses de los poderosos del dinero, la corrupción generalizada que esas actitudes han originado y el consiguiente desamparo de la inversión en el mantenimiento del estado de bienestar.
En paralelo, tal frenesí ladrillista ha tenido como indeseable acompañante un daño tal al medio ambiente que será imposible recuperar lo perdido. Ciudades invivibles, eriales convertidos en colmenas de viviendas fantasmagóricas en perdidas estepas, semi-desiertos consumiendo ingentes cantidades de agua a fin de ofrecer el espejismo de praderas de golf y costas absolutamente arrasadas por la fiebre de la especulación.
Las leyes urbanísticas locales y autonómicas pisoteadas y mercadeadas por corruptores y corruptos, la ley de costas ignorada, cuando no simplemente aplastada vía hechos con el consentimiento de todas las administraciones, los vertidos, incontrolados, la gestión del agua sometida a intereses de empresas sin escrúpulos y de servidores públicos venales y los ríos y mares en trance de ver como desaparece la vida de su seno.
Si el futuro se acabase concretando en esos cuadros de oscuridad y agobio con la que nos lo pintan cada día más películas de ciencia ficción, hemos de aceptar que el zapaterismo ha asfaltado un buen trecho del camino que conduce a tan tétrico futuro.
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