No me resta ninguna atadura material al pueblo en que nací, pero me quedan y me seguirán quedando todos los afectos, amistades y recuerdos, alguna que otra costumbre propia de esa tierra, así como mis ascendientes, allí enterrados.
No tengo, por tanto, lazo de interés material alguno que pueda suponer beneficio personal en tal o cual toma de posición, menos aun, osar o sugerir acción ciudadana alguna. El único interés que mantengo es el genérico y universal de progreso y bienestar para todos, incluidos, por supuesto, mis paisanos.
Tuvo Almadén su larga época dorada cuando el mercurio era material tan necesario como demandado, y coincidió esa época con las largas épocas de férreo control social de las dictaduras varias que por aquí hemos “disfrutado”. Entonces, tan abundante era el trabajo como pésimas las condiciones del mismo y diarios los abusos de los gobiernos “tetracaciques” locales que allí se dieron, a saber, compuestos por el cacique del dinero, el cacique de la mina, el cura y la guardia civil, ya que el alcalde era poco menos que decorativo, lo cual provocó, allá por los sesenta, un éxodo casi masivo de trabajadores a la gran ciudad, preferentemente Barcelona, en busca de más y mejores oportunidades.
Pero fue a la llegada de la democracia cuando, aun persistiendo esta cuádruple vigilancia social, comenzó el declive social y económico de la comarca de Almadén.
El mercurio se desplomó en los mercados internacionales, surgieron sustitutivos y la justa animadversión a su poder contaminante supuso la puntilla a una actividad minera secular y que había permitido que ese mono-cultivo laboral llevase asociada seguridad económica, aun en la escasez.
Por ello, cuando tras ingentes cantidades de dinero público allí gastado, -me resisto a decir invertido-, por gestores de lo suyo, en planes tan fantasmagóricos como inapropiados que lo único que consiguieron fue agotar esas fuentes de financiación y cerrar de cara al futuro puertas mas posibilistas, tras ese entonces, el cierre definitivo de Minas de Almadén supuso entrar en una inacabable crisis social que no solo es económica y laboral, es crisis de confianza, anímica, que ha llevado a la población al punto de una rebelión social de tan bajo nivel reivindicativo, tan limitada, tan educada, como la que el viernes pasado se dio.
Los habitantes de la comarca de Almadén salieron a la calle a pedir, ¡pásmense Vds.!, que cumplan parte de sus promesas los políticos que por allí han ido pasando, como antaño Romanones, prometiendo poco menos que puerto de mar.
Me cuentan que han acudido una proporción muy importante de esos ciudadanos, pero creo que no tiene mayor importancia el número, tiene para mi mucha importancia quienes no han acudido a la convocatoria en demanda de la aplicación de soluciones ya prometidas.
No han acudido aquellos que han antepuesto su interés personal, su permanencia en los cargos que ocupan, a su obligación que como representantes legítimos de esos ciudadanos asumieron tanto al jurar como alcaldes o concejales como al efectuar o respaldar las promesas que ellos mismos o sus superiores jerárquicos han venido esparciendo al aire de la credulidad ciudadana.
Todos los alcaldes y concejales del Psoe de la zona, haciendo un acto de traición a quienes se deben, y en ese mismo acto, otro de sumisión a quien les pone en las listas, han llenado sus alforjas de ilegitimidad y lo que es más importante, de indecencia política, ya que con su ausencia han evidenciado que para ellos lo primero es lo suyo y después, no sé cuanto después, lo de los demás.
Me pregunto, finalmente, si como sucede a nivel nacional con el zapaterismo, ¿puede haber alguien en mi pueblo que siga albergando la más mínima duda acerca de que los que así proceden hoy no solo no les representan sino que sus intereses son contrarios a los de los ciudadanos?
Es posible que haya, seguro que lo hay, quien se dedique a enumerar lo mucho que ha hecho ese Psoe en los treinta años que lleva gobernando la comarca. A estos apologetas de nomina, solo cabe preguntarles dos datos concretos, qué población tenia la comarca en el año 78 y la que tiene ahora y cuantos puestos de trabajo había entonces y ahora. Con estos dos simples datos se comprueba lo que han hecho en treinta años por los que menos tienen en Almadén.
No tengo, por tanto, lazo de interés material alguno que pueda suponer beneficio personal en tal o cual toma de posición, menos aun, osar o sugerir acción ciudadana alguna. El único interés que mantengo es el genérico y universal de progreso y bienestar para todos, incluidos, por supuesto, mis paisanos.
Tuvo Almadén su larga época dorada cuando el mercurio era material tan necesario como demandado, y coincidió esa época con las largas épocas de férreo control social de las dictaduras varias que por aquí hemos “disfrutado”. Entonces, tan abundante era el trabajo como pésimas las condiciones del mismo y diarios los abusos de los gobiernos “tetracaciques” locales que allí se dieron, a saber, compuestos por el cacique del dinero, el cacique de la mina, el cura y la guardia civil, ya que el alcalde era poco menos que decorativo, lo cual provocó, allá por los sesenta, un éxodo casi masivo de trabajadores a la gran ciudad, preferentemente Barcelona, en busca de más y mejores oportunidades.
Pero fue a la llegada de la democracia cuando, aun persistiendo esta cuádruple vigilancia social, comenzó el declive social y económico de la comarca de Almadén.
El mercurio se desplomó en los mercados internacionales, surgieron sustitutivos y la justa animadversión a su poder contaminante supuso la puntilla a una actividad minera secular y que había permitido que ese mono-cultivo laboral llevase asociada seguridad económica, aun en la escasez.
Por ello, cuando tras ingentes cantidades de dinero público allí gastado, -me resisto a decir invertido-, por gestores de lo suyo, en planes tan fantasmagóricos como inapropiados que lo único que consiguieron fue agotar esas fuentes de financiación y cerrar de cara al futuro puertas mas posibilistas, tras ese entonces, el cierre definitivo de Minas de Almadén supuso entrar en una inacabable crisis social que no solo es económica y laboral, es crisis de confianza, anímica, que ha llevado a la población al punto de una rebelión social de tan bajo nivel reivindicativo, tan limitada, tan educada, como la que el viernes pasado se dio.
Los habitantes de la comarca de Almadén salieron a la calle a pedir, ¡pásmense Vds.!, que cumplan parte de sus promesas los políticos que por allí han ido pasando, como antaño Romanones, prometiendo poco menos que puerto de mar.
Me cuentan que han acudido una proporción muy importante de esos ciudadanos, pero creo que no tiene mayor importancia el número, tiene para mi mucha importancia quienes no han acudido a la convocatoria en demanda de la aplicación de soluciones ya prometidas.
No han acudido aquellos que han antepuesto su interés personal, su permanencia en los cargos que ocupan, a su obligación que como representantes legítimos de esos ciudadanos asumieron tanto al jurar como alcaldes o concejales como al efectuar o respaldar las promesas que ellos mismos o sus superiores jerárquicos han venido esparciendo al aire de la credulidad ciudadana.
Todos los alcaldes y concejales del Psoe de la zona, haciendo un acto de traición a quienes se deben, y en ese mismo acto, otro de sumisión a quien les pone en las listas, han llenado sus alforjas de ilegitimidad y lo que es más importante, de indecencia política, ya que con su ausencia han evidenciado que para ellos lo primero es lo suyo y después, no sé cuanto después, lo de los demás.
Me pregunto, finalmente, si como sucede a nivel nacional con el zapaterismo, ¿puede haber alguien en mi pueblo que siga albergando la más mínima duda acerca de que los que así proceden hoy no solo no les representan sino que sus intereses son contrarios a los de los ciudadanos?
Es posible que haya, seguro que lo hay, quien se dedique a enumerar lo mucho que ha hecho ese Psoe en los treinta años que lleva gobernando la comarca. A estos apologetas de nomina, solo cabe preguntarles dos datos concretos, qué población tenia la comarca en el año 78 y la que tiene ahora y cuantos puestos de trabajo había entonces y ahora. Con estos dos simples datos se comprueba lo que han hecho en treinta años por los que menos tienen en Almadén.
Lo que han hecho estos por mis paisanos, ha sido echarlos poco a poco de su pueblo. Como antaño con el “tetracaciquismo” franquista.
3 comentarios:
No es amor por la comarca de Almadén lo que se desprende en este escrito: es odio al PSOE, ni más ni menos. Los representantes socialistas que no optaron por manifestarse, como tantos no socialistas, hicieron uso pleno de su libertad. Me parece, Cándido Fernández, que no conoces la raíz original de la manifestación. Si Nani, empresario de Almadén que no pasa por ser un dechado de buen trato a sus trabajadores, ni Fulgencio Serrano, líder de CCOO que tiene que hacer autocampaña para ser reelegido en sus actuales funciones sindicales, no hubieran removido un innecesario cotarro, no se habría producido la manifestación. ¿Alguien piensa a estas alturas que la solución de la comarca pasa meramente por una autovía? La exigencia de creación de cientos de puestos de trabajo, ¿depende exclusivamente de los políticos? ¿Eres consciente de la discriminación positiva que se ha aplicado en Almadén desde las instituciones en perjuicio de otros territorios también deprimidos? Si todos los socialistas pensaran como tú, mirándose el ombligo de las esencias más prístinas en España estaría gobernando ahora mismo la derecha, como en el resto de Europa
A todas tus preguntas y a tus descalificatorias opiniones contestaría si solo tuvieses la decencia mínima de salir de la cobardía del anonimato.
A pesar de ello....salud.
¡¡Anda, coño, ahora me entero que en España gobierna la izquierda !!.
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