lunes, 28 de septiembre de 2009

LA DERECHA NUNCA DEFRAUDA

Ni fiscalmente, que para eso tienen las Sicavs, ni en expectativas, la derecha española, si por algo se caracteriza, es por no defraudar nunca a nadie respecto a lo que históricamente, a todos, nos tiene acostumbrados.
Cuando pintan bastos o espadas y las dictaduras nos acogotan, entonces, su afición por la represión y los artilugios de reprimir, sea el garrote vil o el mas pictórico paredón, parece que les “pone” tanto o más que los ceros a la derecha de sus cuentas corrientes, y su uso contra todo lo que se mueva, a nadie pilla por sorpresa ya que todos conocen esa, su genética.
Cuando lo que pintan son oros y copas, que ambas cosas la derecha suele unir, tampoco hay quien pueda sentirse sorprendido si esa derecha usa y abusa de todos los resquicios que los supuestos estados de derecho les habilitan para hacerse de oro, y bajo esta otra formula, mas incruenta, seguir en su continua vida corrupción con vino y rosas. Baste mencionar la muy demostrativa trama “Gürtel” y la boda escurialense para ejemplificar como actúa esa derecha española aprovechando resquicios legales y poder institucional allá donde ambas cosas detenta.
Dejando de lado calificaciones, -populares, progresistas, liberales-, que ya a nadie dicen nada, -a tal punto ha llegado el disfraz político de todos-, todos los que calzamos una cierta edad hemos comprobado que a la derecha siempre se la ha asociado, justificadamente, al abuso de los dineros públicos, la utilización interesada de la maquinaria que imparte eso a lo que algunos llaman justicia, la defraudación fiscal, la reducción de los sistemas sociales de protección, las desregulaciones laborales, el incremento del favor político interesado hacia los intereses empresariales próximos, el talibanismo religioso y el patrioterismo de opereta.
Del otro lado, a la izquierda siempre se le ha asociado un posicionamiento político definido por la búsqueda de la igualdad social, tanto política como laboral y económica, lo cual siempre se ha articulado en torno a una concepción del Estado como agente de equilibrio, como herramienta de redistribución y equilibrio que el mercado capitalista no solo no logra sino que ni tan siquiera propugna.
Tanto en el pasado como hoy, se puede comprobar como en más de una ocasión la acción y la omisión política de la izquierda ha provocado que el rechazo ciudadano, hoy llamado desencanto, se haya instalado entre aquellos que seguían entendiendo a la izquierda como un mecanismo a su servicio para lograr la equidad y el equilibrio social.
Mientras, en la derecha, nunca ni en una sola ocasión se ha producido desanimo alguno originado por el distanciamiento de sus gobernantes de los principios y planteamientos que les caracterizan.
Jamás la derecha ha legislado en busca de ese equilibrio social. Todo lo contrario. Siempre han favorecido la concentración del capital, el enriquecimiento de los suyos, y siempre han entendido la acción de gobernar como la bula, armada o con urnas, por la cual podían hacer de su Estado tantos sayos como en cada momento a sus defendidos, siempre los poderosos de siempre, les dictasen.
Nunca en la historia de España la derecha ha pensado en establecer un sistema fiscal que fuese suficiente para atender las necesidades de todos los ciudadanos, para atender, soportar, y en caso necesario, reconducir los abusos de una economía de mercado que mercantiliza hasta los derechos ciudadanos mas básicos. Siempre, la derecha ha eximido a los que mas debieran de aportar a los fondos del Estado en proporción a su verdadera capacidad económica. Siempre, la derecha ha exprimido fiscalmente a los trabajadores y a los pequeños empresarios, -los que crean empleo y pagan impuestos-, siempre, la derecha, cuando tales atropellos ha cometido, los ha disfrazado de todo lo contrario.
Esa derecha, siempre, nos ha dicho que los impuestos que la Hacienda publica recaudaba eran para atender el gasto social, ese que dicen acaba revirtiendo en los que más lo necesitan, en los que menos tienen, cuando la realidad de los números demuestran día tras día todo lo contrario, que la inmensa mayoría de los dineros procedentes de los impuestos salen de los bolsillos de los trabajadores y van a parar a los bolsillos de banqueros y plutócratas.
Esa derecha, tras vocear que las modificaciones fiscales y sus costes recaerán sobre los que más tienen, no siente vergüenza alguna cuando se demuestra que otra vez más, esta otra derecha, hace que toda crisis del capital la paguen fiscalmente los que también laboralmente ya la estaban pagando.
Y es que, ahora, esa otra derecha que se autodenomina progresista, y al igual que la de siempre, también se esfuerza en no defraudar a los que desde el año 2000 saben que son tan buenos y fiables como la derecha de siempre en la defensa de los intereses de los poderosos que les mantienen
De ahí que la derecha del garrote vil y el paredón se haya reconvertido. Han comprobado que para mantener su sistema de dominación, esos procedimientos no son necesarios, han comprobado que con comprar a los que bajo otras siglas decían discrepar, es mas que suficiente. Y no se han equivocado. Hoy los progresistas de Zp les sirven con igual interés y eficacia con que los suyos de siempre lo han venido haciendo desde tiempos de….. Suetonio, o de Indivil y Mandonio, o de la tárala.

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