jueves, 25 de marzo de 2010

LA LEY DE HOOKE DE LA DERECHA

Todo el que haya estudiado física recordará con mayor o menor claridad la Ley de Hooke, también conocida como la ley de la elasticidad. Por ella sabemos, desde que en el siglo XVII Robert Hooke la desarrollase matemáticamente, que el alargamiento de un material elástico es directamente proporcional a la fuerza o carga aplicada, siempre que no se rebase su límite elástico, que es la tensión máxima que un material elástico puede soportar sin sufrir deformaciones permanentes, ya que si a ese material elástico se le aplicasen tensiones superiores a este límite, el material experimentaría deformaciones permanentes y no recuperaría su forma original al retirar las cargas.
Tras este revival puntual de mi bachillerato en tiempos de la dictadura, los que con más asiduidad me siguen habrán descubierto que, aunque no lo parezca, hoy, esto, también va de política.
Cuando tras casi tres años de crisis tenemos en este país alrededor de cinco millones de parados, los bancos presentan resultados y nos dicen que, después de guardar pudorosamente parte de sus beneficios, “solo” han ganado 15000 millones de euros, por lo que es “perfectamente entendible y disculpable” que sigan sin ejercer el papel para el cual se les concedió el tiquet bancario, financiar la actividad económica española.
Ante esta evidencia, no creo que pueda ser tachado de extremista si afirmo que la banca, aun financiando, cuando no regalando dinero, a los partidos políticos, no parece muy dispuesta a aportar soluciones a la crisis económica y social que este sistema de apariencia democracia está imponiendo a la mayor parte de la ciudadanía española. En pocas palabras, la crisis social es un efecto de su provechosa crisis económica, la cual les está facilitando el transito a otro sistema de relaciones económicas, laborales y políticas.
Al tiempo, y de forma nada casual, se puede afirmar que parece que la mayor parte de aquellos que desde la más altas instancias judiciales debieran impartir justicia, se han concitado para solo aplicar su dura ley a quienes han osado alterar la placidez del franquismo, tanto el histórico como el actual.
No puede ser casual que uno de sus integrantes, tan mal instructor de causas como egocéntrico juez, sea atacado por la extrema derecha franquista, la que políticamente está fuera del arco parlamentario y por la extrema derecha judicial, la que ha pervivido sin inquietud alguna desde antes de 1975. No puede ser casual que esa misma clase judicial eche por tierra todos y cada uno de los casos de corrupción que afectan a los suyos, y así, tanto el antiguo caso Naseiro como los derivados de la operación Malaya y Gürtell queden en simples anécdotas de cómo se pudre el sistema político español.
En otro ámbito, y descreído que soy de las casualidades, no hay que sorprenderse porque un fascista como Mayor Oreja se atreva a afirmar que los socialistas son potenciales socios de ETA, pero tampoco es motivo de sorpresa que el PP no solo no lo descalifique sino que lo apoye sin que se haya dado, hasta el momento, reacción alguna de los que son tenidos por el ofensor como socialistas.
Conclusión A: (más o menos científica) La derecha franquista española, -la única existente, ya que la democrática no pinta nada-, ha decidido aplicar una fuerza muy superior al límite elástico del zapaterismo, por lo que, atendiendo a lo establecido por el científico inglés, difícilmente podrá el PSOE recuperar su antigua identidad, identidad que ha sido deformada, primero por su debilidad conceptual y su connivencia con el adversario, y ahora, por la fortalecida y, cada día, más agresiva derecha.
Conclusión B: (más o menos obvia) Cuando el enemigo es débil, cede terreno y además se equivoca, es el mejor momento para rematarle. En eso están todas las derechas, enemigas del sistema y de cualquier alternativa que se les oponga, aunque esta sea tan inocua como para sus intereses es el zapaterismo.
Recordatorio final: En los noventa, cuando la fuerza de los gobiernos de Felipe González, disminuyó, apareció el brazo armado mediático del franquismo, el llamado “sindicato del crimen”, hoy, cuando el zapaterismo se rinde a las imposiciones del capital, no debiera extrañarnos que resucitasen el tribunal para la represión del bandidaje, el comunismo y la masonería, y el de orden público, el TOP.

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