lunes, 29 de marzo de 2010

LA RENTABILIDAD DEL NEGOCIO

No es necesario remarcar que antes de iniciar la aventura de una nueva empresa o negocio hay que conocer la mayoría de las particularidades que conlleva la actividad a emprender, y entre ellas la ratio de rentabilidad que empresas del mismo sector estén teniendo.
Así, todos hemos visto, y más últimamente, como no pocos comercios y empresas cesan en su actividad afectados por la crisis o por una mala estimación, previa al inicio de la actividad, de la relación entre ingresos y gastos, o una defectuosa valoración del hueco de mercado que se pretendía ocupar o mas simplemente, una mala ubicación geográfica respecto al mercado o clientela a atender.
En el otro extremo, vemos diariamente como con crisis o sin ella en este país nuestro hay dos actividades económicas contra las que la crisis se estrella sistemáticamente.
Su mejor ejemplo, los miles de bares que sean de copas o de tapas o de ambas a la vez se dan por todo el territorio nacional.
Es evidente y pocas cuentas hay que echar para concluir que raro es el bar que se cierra por falta de clientela, es decir, por falta de rentabilidad. Y como no es cuestión de frivolizar con estas cosas vaya por delante que considero que esa actividad económica es una de las mas sacrificadas que puede haber, ya que al considerable desembolso económico que hay que efectuar para la primera instalación, hay que sumar en incontable trabajo que diariamente hay que realizar para que los clientes ocasionales se conviertan en parroquianos y estos con su presencia aseguren un flujo de caja suficiente para mantener la rentabilidad del negocio. En todos estos casos aunque la rentabilidad sea abundante, el esfuerzo y la dedicación no son inferiores a ella.
La otra actividad económica destacadísima por su rentabilidad sin par y que en los no tan últimos tiempos está abundando más que las moscas en la mierda, (con perdón, pero viene como anillo al dedo), es la resultante de matrimoniar negocios y política.
No creo necesario recordar la ya larga lista de corruptos que tras haber trincado de lo público todo lo que a su mano quedaba, se han ido prácticamente de rositas o en el peor de los casos tras unos añitos en una especial, si no cómoda, cárcel, que para eso eran padres de la patria.
Los implicados en el caso Naseiro obtuvieron una rentabilidad infinita, ya que no expusieron nada, trabajaron menos y se lo llevaron crudo. La saga de corrupción institucionalizada en Marbella, es otro ejemplo de cómo se asalta lo público y como mucho, solo uno paga el pato. Para qué hablar de lo que Maragall denominó el partido del tres por ciento. O de Filesa, Malesa y Time Export, o sea de la financiación del Psoe.
Solo Roldan es por ahora ejemplo de antiguo político que ha pagado con cárcel el latrocinio que hundió al felipismo, aunque es necesario reconocer que según lo que cuentan, cada añito de talego le ha salido por más de doscientos mil euros, que no es mal sueldo.
Hoy, cuando un tal Matas está en la picota, cabe aventurar que, en el peor de los casos, a este ejemplar gestor del aznarismo, el año de cárcel no le sale por menos euros que a Roldan. Y todo por haber metido, no la mano en el presupuesto público de Baleares, sino la pata al haberse largado a los USA sin el visto bueno de quienes hoy le pudieran proteger lo mismo que están protegiendo a los Galeotes, a los Bárcenas, a los Camps, a la lideresa madrileña y sus Granados y “Chinos” González, con una única condición, a saber, que aun quedándose estos interfectos con la mayor parte, con los de arriba hayan repartido.
Es escandaloso que nadie se escandalice. Nadie tampoco reclama una reacción social adecuada a la degeneracion que nos imponen. Muy al contrario, pareciera que si tanto en un lado como en otro del espectro político español, la corrupción campa a sus anchas y la ciudadanía comprueba que su trabajo y esfuerzo es raquíticamente compensado con salarios menguantes y fiscalidad creciente, nadie aparenta preocuparse porque uno de los refranes más cínicos y desvergonzados pero especialmente certero, como el resto del refranero español, es aquel que cada vez se oye mas, “que no me den, que me pongan donde haya”.
Y como guinda del día vemos como al mismo tiempo que los franquistas judiciales anulan pruebas sustanciales de la corrupción aznarista, la llamada justicia española condena a unos trabajadores a dos años de cárcel por haber protestado de su situación laboral invadiendo una pista de un aeropuerto.
¡País!. Que decía antaño el Forges.

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