martes, 22 de junio de 2010

PATRIOTISMO PROSTITUYENTE.

Creo recordar que fue Oscar Wilde quien dijo que el patriotismo era la virtud de los depravados. No llegaré yo a tildar de depravado a Juan Carlos Rodríguez Ibarra, pero a lo que si me atrevo es a poner negro sobre blanco las claves de su interesado juego que en la tribuna libre de “El País” de hoy nos endilga el ex-presidente de la junta de Extremadura.
Vaya por delante que a lo largo de mis pasados 29 años de militancia socialista todos ellos estuvieron orientados por aquellos que consideré eran los más firmes defensores de los valores del socialismo democrático, Alfonso Guerra y Rodríguez Ibarra. Junto a esta declaración, vaya también mi más profunda decepción por el devenir de ambos y mi más apesadumbrado reconocimiento de haber sido engañado por quienes han alardeado sin fin de encarnar las esencias de la socialdemocracia española.
No merece comentario alguno la triste realidad de Alfonso Guerra, quien tras ser azote de las desviaciones liberaloides de González, ha vendido al zapaterismo más reaccionario su identidad política a cambio de sucesivas prorrogas de su acta de diputado, cuando debiera haber comenzado, cinco años atrás, a disfrutar de su pensión de jubilación.
Hasta hoy mismo, y aun con sus excesos, tenía a Juan Carlos como uno de los referentes de la residual socialdemocracia del Psoe. Hoy Juan Carlos demuestra estar perdido en el bosque de las contradicciones políticas, sociales, económicas, y laborales a las que la prostitución de la socialdemocracia, de la mano de Zp, y su sentido más o menos depravado del patriotismo de partido le han conducido.
Comienza diciéndonos que respecto a la crisis económica y las medidas antisociales adoptadas por el gobierno solo tenemos dos opciones, o suicidarnos o prostituirnos, y puesto que descarta el suicidarnos, lo cual interpreto como la renuncia a cambiar el sistema recuperando la prevalencia de la política sobre el dinero y las finanzas, nos conduce sin alternativa alguna a la necesidad de prostituirnos, y poner cama y cuerpo a disposición gratuita del capital. Y para mí que esta es su primera manipulación. No se ha prostituido últimamente la socialdemocracia. No lo ha hecho porque ya por los años noventa vendía su cuerpo ideológico a los placeres que el dinero le facilitaba a cambio de limitar los balbuceantes avances sociales.
Por ello hay que decir bien alto que ni Zp, ni su Psoe, ni su gobierno se han prostituido, no les ha hecho falta, tan solo han continuado el camino marcado por aquello tan recordado de gato blanco o negro, lo importante es que cace ratones. Y así en la caída libre hacia el liberalismo con disfraz, Zp y sus mariachis solo están interesados en permanecer en el poder y engrosar sus equipajes.
Repasa a continuación el autor el devenir de las diversas huelgas generales para concluir que la venidera no tiene razones que la justifiquen, ya que, según él, tras los esfuerzos de los que menos tenemos llegará el alba de la recuperación económica y entonces, -largo nos lo fía-, estaremos cargados de razones y legitimidad para exigir el retorno de los derechos y bienes perdidos.
Sé que Juan Carlos ya no cumple los sesenta, sé que su dilatada experiencia política le hace merecedor de al menos un cierto grado de conocimientos muy superior al mío personal, pero junto a este acerbo de conocimientos nunca pude imaginar que albergase tan alto grado de ingenuidad, si es que ingenuidad es lo que aflora de su propuesta.
Él mejor que yo, ha de saber a ciencia cierta, que siempre y en todo lugar los derechos que el poder, cualquier poder, arrebata a los desarmados o prostituidos, -cuál es el caso-, nunca son restituidos si no es mediante la fuerza o al menos mediante una apabullante demostración de fuerza.
Esta es para mí la centralidad de su mensaje. No hagamos una huelga al más débil de los gobiernos que hemos padecido en este periodo de mal llamada democracia, fortalézcanse los sindicatos en la responsabilidad de no hacer nada por los que dicen representar y confiemos en que, en no se sabe qué futuro, las varas se tornen lanzas.
Si como él mismo afirma, no estaríamos ante una tragedia en el caso de cambiar de gobierno, ya que en eso consiste la esencia de la democracia, lo que subyace en su mensaje es puramente lampedusiano. Cambiemos algo, que los sindicatos no hagan nada en defensa de sus representados, (¡menuda novedad!), este sería para Juan Carlos el cambio, para que todo permanezca igual, no vaya a ser que llegue la derecha.
Juan Carlos sabe que la derecha ya llegó hace casi veinte años, y aunque es cierto que hay matices, la realidad de los que menos tienen sigue siendo la misma, total dependencia de los poderosos, incluido él y sus conmilitones, falta de libertad a causa de esa dependencia y supeditación de sus derechos a los intereses del dinero.
Lo lamentable de Rodríguez Ibarra es que hasta gente como él trate, en esta situación insostenible, de llevar ese agua al mismo molino de siempre antes que tener la valentía de denunciar al sistema, a sus detentadores, a sus siervos y a los que disfrazados de progresistas, no se olvide que no se dicen socialistas, ni tan siquiera socialdemócratas, colaboran, si se quiere sin entusiasmo, pero sí con eficacia, en expandir el malestar entre aquellos a los que debieran defender.
Termino con otra frase antológica pronunciada allá por el siglo XVIII por un tal Thomas Jefferson, liberal y demócrata, tercer presidente de los EEUU, dijo: "Creo que los sistemas bancarios son más peligrosos que los ejércitos." Nunca pudo imaginar el de Virginia que lo eran hasta el punto de aplastar a todos los ejércitos, armados con armas o armados de razón.
Y estos, tan campantes, prostituyéndose. Hay mas decencia en la foto que acompaño que en los mensajes del zapaterismo.

1 comentario:

ElSrM dijo...

Hay algunos matices en las políticas derechistas del P.S.O.E. y en las del P.P., pero no son diferencias suficientes.

Son insuficientes cuando la mayoría de la gente, de los ciudadanos trabajadores ven el poder adquisitivo de sus salarios bajar mientras los beneficios de las empresas han estado subiendo.

Son claramente insuficientes cuando los derechos constitucionales fundamentales y los derechos civiles muchas veces se dejan en la puerta de la empresa a la que uno va a trabajar cada día.

Por otra parte, los prostitutos, ya sean señores o señoras, a diferencia de los burócratas que reniegan de su misión de ser servidores públicos, no engañan a nadie. Es totalmente decente lo que hacen. No le hacen daño a nadie. Más bien al contrario. No se puede decir lo mismo de los politicastros que han ensuciado el noble nombre de la Política.

Saludos,