jueves, 6 de enero de 2011

NO NOS SIRVE

Estoy absolutamente seguro que entre mis lectores no se encuentra miembro alguno de la casa real española, pero no diría lo mismo cuando tras subir lo que sigue a este blog, quizás mañana, de madrugada, alguien llame a mi puerta y no sea precisamente el lechero. Pero vayamos por partes.
Nunca jamás he entrado en la disquisición Monarquía vs. Republica, y nunca lo he hecho ya que ambas formas de representación máxima de la nación no tienen por sí mismas más legitimidad democrática que la que sus hechos les pudieran conferir.
No concibo una monarquía “popular”, al igual que no soy capaz de entender a las muchas republicas capitalistas existentes, ya que en ambos casos se unen términos contradictorios y por lo tanto de imposible convivencia perdurable.
Salvo en los lejanos tiempos en que nacían los reinos, las naciones, las democracias y el sentido colectivo de la ciudadanía, nunca monarquía alguna ha servido al pueblo, ni republica volcada hacia sus ciudadanos ha pervivido un minuto más de lo que los poderosos han consentido.
Hoy, en la actual dictadura del dinero, no es posible una monarquía cívica ni una republica popular, pero dado que de lo que disfrutamos en España es una prolongación de un sistema monárquico tan anacrónico como inútil a efectos de la ciudadanía, es a esta forma de estado a la que hay que analizar.
En tiempos de bonanza económica, laboral y social, hay que aceptar que pudiera ser indiferente la forma que adoptase la jefatura del estado, y en esas precisas circunstancias, resulta tan anodino como intrascendente que en la más alta representación del país esté un rey o un presidente de la republica; pero cuando como en estos tiempos, la situación económica impuesta por los poderosos extiende malestar, inseguridad, pobreza y restricción de los nacientes derechos ciudadanos, estos, los ciudadanos, podemos y debemos volver la vista hacia quien pudiera o debiera ser la última instancia protectora de la libertad, de la igualdad y de la justicia, el jefe del estado.
Deténganse queridos lectores en este punto y jueguen a situar, mentalmente y de forma alternativa, en el sillón de la jefatura del estado al actual monarca o al presidente de la republica española que, surgido de cualquiera de los actuales partidos políticos, mas les cuadre a sus deseos. Una vez puestas las caras a esas dos alternativas contéstense a la siguiente pregunta. En caso de que tanto uno como otro de sus jefes de estado así lo desease, ¿creen Vds. posible que el sistema permitiese tanto al monarca como al imaginario presidente de la republica española intervenir para modificar las condiciones de explotación laboral, salarial, fiscal, política, informativa y de reducción de derechos constitucionales que los trabajadores en España estamos sufriendo?
Estoy seguro que la respuesta ha de ser necesariamente no y que solo los que deseen confundir deseos con realidad se contestarían de otra forma.
Hoy no cabe añorar la 2ª republica española por una simple y sencilla razón. Hoy la ciudadanía española y especialmente la clase trabajadora no anhela la libertad, la igualdad y la justicia que antaño llevaron al pueblo español a luchar por sus derechos expulsando a una monarquía cuyo matrimonio con los poderes económicos, militares y eclesiásticos la había deslegitimado.
Por esto es por lo que hoy, igual que ayer, la monarquía, en su limitado papel constitucional, se ha acomodado al sistema que la nutre, que le asegura su familiar futuro, que la mima y dota de privilegios y bienes procedentes de los plutócratas y que así la distancia cada día mas y mas de la realidad de un pueblo que se está quedando sin recursos civilizados que puedan variar el rumbo de su provocada y provechosa desgracia.
Hoy cuando la crisis social y laboral, y sus asociadas la miseria y la inseguridad, devoran sin pausa a cada vez mas ciudadanos, la monarquía solo atiende los mensajes y los consejos de los poderosos. No cabe hablar sobre la comunicación corona-representantes del pueblo ya que es evidente que estos, los llamados representantes del pueblo, dejaron de serlo cuando trocaron esa representación por la de aquellos otros que más y mejor les retribuyen. No cabe escudarse en el acertado pero exiguo papel que la constitución reserva al monarca ya que el art. 56.1 de la constitución le atribuye poderes para arbitrar y moderar el funcionamiento de las instituciones, por lo que no cabe justificación alguna que como resultado final permita y mantenga la situación de malestar social que el pueblo español y especialmente la clase trabajadora soporta mientras que los jerarcas de este régimen siguen disfrutando de una vida tan muelle como regalada.
Y puesto que tanto me da rey que presidente de republica cívicamente autistas, me temo que hoy, la monarquía, con otros matices, ya que otras son las circunstancias, está andando por el mismo camino que antaño anduvo el abuelo del actual jefe del estado.
Es por todo lo anterior que puesto que tanto el gobierno como la oposición y todos y cada uno de los partidos políticos trabajan solo en su propio beneficio al igual que el resto de las instituciones del estado, la primera de ellas, la actitud de la corona, de no rectificar su adánica, distante e indiferente postura hacia los explotados, me permite afirmar, ya sea solo o con compañía, que el rey, a día de hoy, a los trabajadores españoles no nos sirve.
Mas como lo valiente, (o temerario, ya veremos), no ha de quitar lo cortés.....felicidades, Juan Carlos.

1 comentario:

Adler dijo...

"nunca monarquía alguna ha servido al pueblo"
Exacto.