Que no todos los moros son iguales a los ojos del dios euro, nos lo demuestran todos los días nuestros próceres demócratas. Desde la Trini a la Merkel, pasando por Sarkozy y acabando en el rijoso Berlusconi, es palpable que para estos “napoleones” de la granja de Orwell, no es lo mismo el morito bueno Mohamed que el asesino Gadafi, que no es igual tratar con el ladrón Mubarak que con los muy señores mios emires de Bahrein o cualquiera de los déspotas protegidos por la generosa, represora, y corrupta Arabia de los Saud, que tanto petróleo, "casi" que nos regala.
De los japos, solo cabe decir que, lamentando sinceramente su desgracia, no habría por qué sorprenderse de las resultas añadidas que les agobian tras un enorme desastre natural. Como colonia yanqui que casi que son, y tras decenios de alegre adoración al dios dinero, y al secular sentido del esclavismo que en sus genes parecen llevan mayoritariamente budistas y sintoístas, no cabe admiración alguna hacia quienes, en la demostración absoluta de cómo el poder político está exclusivamente al servicio de los poderes económicos, mantienen una sumisión y una abulia ciudadana que aquí, interesadamente, traducen por disciplina.
Días y días después del terremoto y el tsunami, comienza a abrirse paso la realidad hasta ahora negada y enmascarada por el poder de los lobbys nucleares, y hoy esa realidad ya no tiene posibilidad alguna de ocultarse por más que sigan usando tantas mentiras como falsos eufemismos aplicados a la situación de la central de Fukushima. Hoy Fukushima es otro Chernobil pero multiplicado por cuatro, pues son, por el momento, cuatro los reactores que están en proceso de fusión con sus correspondientes emisiones de partículas radiactivas a la atmosfera.
Y mientras esta realidad se abre paso en todo el mundo, los yanquis prohíben a sus nacionales acercarse a menos de doscientos kilómetros de Fukushima y a sus militares fondear fuera de sus bases allí instaladas, más cerca de nosotros, la Merkel paraliza nada menos que siete centrales nucleares alemanas, en Francia, la agencia francesa de seguridad nuclear, a pesar de Sarkozy, se lanza a la piscina, mantiene que la cosa es gravísima, nivel seis sobre siete, y miren por dónde da en el centro de la verdad, enfrentándose así a la inicial opinión de los grupos de presión mundiales del sector eléctrico y de equipos nucleares que decían que nada, que unas grietitas de nada en el yeso de la pared del despacho de no sé quién, por aquí, en la España pro-nuclear de Zapatero, comienzan a temblar las canillas de los incompetentes del Ministerio de Industria que solo con la insinuación de las eléctricas y la correspondiente agitación de unos billetes, y no precisamente de Metro, han ampliado recientemente el plazo de funcionamiento de las centrales nucleares más viejas, y lo que es mucho más importante para estos defensores de la seguridad de sus conciudadanos, este “incidente” japonés no puede, no debe ser utilizado bajo ningún concepto en contra de la sibilina y encubierta campaña a favor de la construcción de nuevas centrales nucleares que estaba a punto de dar sus sustanciosos y duraderos frutos económicos.
Para los patriotas de su bolsillo nada ha de considerarse, revisarse o poner en cuestión por el casual hecho de que el reactor nuclear de la central de Cofrentes sea idéntico al nº 3 de Fukushima, o porque la larguísima lista de “incidentes” nucleares acaecidos en Ascó den pistas de cómo está el paño nuclear español, o porque tanto el Ministerio de Industria como el Consejo de Seguridad Nuclear estén plagados de gente proveniente y digitalizada por las compañías eléctricas, a quienes se deben y de quienes también cobran. Nada, estos siguen cantando aquello de…….impasible el ademan. Como antaño pero en progresista de lo suyo.
Pero Sres., que aun no cunda el pánico, que ha dicho Zp que se van a revisar todas las centrales nucleares españolas, pero con calma, eso sí, con tanta calma como para que con la que se nos viene encima con eso del paro, de la bajada de salarios, con la inflación, con la campaña de mentiras electorales y alguna otra cosita que se les ocurrirá, la ola antinuclear pase, los japoneses muertos por radiactividad sean discretamente enterrados y de nuevo, aquello del vivo al pollo y el muerto al hoyo, sea uno de los refranes mas practicados y menos nombrados por políticos y plutócratas españoles.
Ya es mala leche que Madrid no tenga playa, que un buen tsunami Paseo del Prado arriba hasta la plaza de Castilla y sus correspondientes desviaciones por Gran Vía y Alcalá hasta alcanzar Ferraz y Moncloa, nos libraría de muchos hijos de mala madre.
De los japos, solo cabe decir que, lamentando sinceramente su desgracia, no habría por qué sorprenderse de las resultas añadidas que les agobian tras un enorme desastre natural. Como colonia yanqui que casi que son, y tras decenios de alegre adoración al dios dinero, y al secular sentido del esclavismo que en sus genes parecen llevan mayoritariamente budistas y sintoístas, no cabe admiración alguna hacia quienes, en la demostración absoluta de cómo el poder político está exclusivamente al servicio de los poderes económicos, mantienen una sumisión y una abulia ciudadana que aquí, interesadamente, traducen por disciplina.
Días y días después del terremoto y el tsunami, comienza a abrirse paso la realidad hasta ahora negada y enmascarada por el poder de los lobbys nucleares, y hoy esa realidad ya no tiene posibilidad alguna de ocultarse por más que sigan usando tantas mentiras como falsos eufemismos aplicados a la situación de la central de Fukushima. Hoy Fukushima es otro Chernobil pero multiplicado por cuatro, pues son, por el momento, cuatro los reactores que están en proceso de fusión con sus correspondientes emisiones de partículas radiactivas a la atmosfera.
Y mientras esta realidad se abre paso en todo el mundo, los yanquis prohíben a sus nacionales acercarse a menos de doscientos kilómetros de Fukushima y a sus militares fondear fuera de sus bases allí instaladas, más cerca de nosotros, la Merkel paraliza nada menos que siete centrales nucleares alemanas, en Francia, la agencia francesa de seguridad nuclear, a pesar de Sarkozy, se lanza a la piscina, mantiene que la cosa es gravísima, nivel seis sobre siete, y miren por dónde da en el centro de la verdad, enfrentándose así a la inicial opinión de los grupos de presión mundiales del sector eléctrico y de equipos nucleares que decían que nada, que unas grietitas de nada en el yeso de la pared del despacho de no sé quién, por aquí, en la España pro-nuclear de Zapatero, comienzan a temblar las canillas de los incompetentes del Ministerio de Industria que solo con la insinuación de las eléctricas y la correspondiente agitación de unos billetes, y no precisamente de Metro, han ampliado recientemente el plazo de funcionamiento de las centrales nucleares más viejas, y lo que es mucho más importante para estos defensores de la seguridad de sus conciudadanos, este “incidente” japonés no puede, no debe ser utilizado bajo ningún concepto en contra de la sibilina y encubierta campaña a favor de la construcción de nuevas centrales nucleares que estaba a punto de dar sus sustanciosos y duraderos frutos económicos.
Para los patriotas de su bolsillo nada ha de considerarse, revisarse o poner en cuestión por el casual hecho de que el reactor nuclear de la central de Cofrentes sea idéntico al nº 3 de Fukushima, o porque la larguísima lista de “incidentes” nucleares acaecidos en Ascó den pistas de cómo está el paño nuclear español, o porque tanto el Ministerio de Industria como el Consejo de Seguridad Nuclear estén plagados de gente proveniente y digitalizada por las compañías eléctricas, a quienes se deben y de quienes también cobran. Nada, estos siguen cantando aquello de…….impasible el ademan. Como antaño pero en progresista de lo suyo.
Pero Sres., que aun no cunda el pánico, que ha dicho Zp que se van a revisar todas las centrales nucleares españolas, pero con calma, eso sí, con tanta calma como para que con la que se nos viene encima con eso del paro, de la bajada de salarios, con la inflación, con la campaña de mentiras electorales y alguna otra cosita que se les ocurrirá, la ola antinuclear pase, los japoneses muertos por radiactividad sean discretamente enterrados y de nuevo, aquello del vivo al pollo y el muerto al hoyo, sea uno de los refranes mas practicados y menos nombrados por políticos y plutócratas españoles.
Ya es mala leche que Madrid no tenga playa, que un buen tsunami Paseo del Prado arriba hasta la plaza de Castilla y sus correspondientes desviaciones por Gran Vía y Alcalá hasta alcanzar Ferraz y Moncloa, nos libraría de muchos hijos de mala madre.
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