miércoles, 27 de febrero de 2008

TEATRO DEL MALO

Durante cuatro años he visto y parcialmente he vivido la política encanallada que por aquí se ha practicado, así que no tengo yo el cuerpo como para tragarme "espontáneos" debates entre lideres que se preparan esa asignatura en una semana.
Me importa un bledo quien haya ganado o perdido el llamado debate, ya que centrar en ese supuesto resultado final, amañado interesado y pagado por cada una de las partes, la cualidad de uno y otro contendiente no deja de ser otra falacia para un consumo tan masivo como acrítico.
Pero me ha importado y molestado la lectura reduccionista que en todos los medios se hace de la gran audiencia que el llamado debate ha tenido.
Daré por cierto que a lo largo de la emisión de la "película" haya habido hasta 13 millones de espectadores, y por lo tanto aceptaré que, dado que no ha habido este tipo de debates desde hace 15 años, la gente tuviese un cierto morbo por ver si esto aportaba algo nuevo o interesante.
Pero lo que me parece socialmente inaceptable es que los medios de comunicación, mas acá de algunas firmas individualizadas de parte de sus colaboradores, se hayan limitado a resaltar quien gana o quien pierde sin profundizar en el pormenor, en las razones y en las valoraciones de quienes son encuestados.
De sobra sabemos todos que lo importante, desgraciadamente, es el resultado final. Que se lo pregunten a los futboleros si no es mas importante el ganar que el jugar bien, todos, todos los hinchas se decantarán por que su equipo gane sin importar como, pero a los que les gusta de verdad el fútbol, mas allá de su afinidad por tal o cual equipo, esos pocos, siempre han mantenido que lo bueno es el como se gana. Estos eran los que, en un inolvidable partido de fútbol, un Madrid-Barça que acabó con un famoso 0-5, aplaudieron, con temor, pero aplaudieron el magnifico fútbol de aquel Barça.
Aquí, y en esto de la política, no. Aquí no se aceptan ni gentilezas ni equilibrios. Aquí lo que vale, lo que se abona, lo que se retribuye es la crispación, se llame tensión o no, el fanatismo, el sectarismo, la demonización del contrario, la descalificación del equilibrio y el fomento del odio.
Malo es que tal práctica se ejerza todos los días en los partidos, pero peor es que los medios, todos dependientes de unos o de otros, todos escorados a una banda, todos por cualquiera de las amuras echando basura al mar de la democracia, todos se centran en lo insustancial y dejan de lado lo esencial.
Nadie ha preguntado a ninguno de los encuestados si de principio a fin del debate, se ha sentido próximo o distante a lo que allí se dijo, si se ha sentido identificado con alguno de los debatientes en todo o en parte de lo expuesto, si ha aguantado todo el debate y si no ha sido así, cual fue la razón del abandono, nadie ha preguntado los puntos de discrepancia con cada una de las fases del debate, nadie se ha interesado en investigar si la permanente y cada vez mas profunda distancia entre la ciudadanía y los políticos, en estos momentos cuando el sistema se ha de reafirmar o revisarse para mejorar, nadie se pregunta por qué en estos momentos todos los medios olvidan esa realidad y venden interés de los ciudadanos por la política cuando todos sabemos, ellos incluidos, que no es así.
Es evidente que incentivar la participación ciudadana en unas elecciones es cosa sana y conveniente, pero incentivarla desde la confrontación artera, artificial, engañosa, interesada, simple y superficial, es pan para hoy y hambre para mañana, ya que el devenir, de nuevo, de la normalidad ciudadana una vez finalizadas las campañas, restituirá el desapego, la desafección y hasta el rechazo que la clase política, esta clase política, tiene, y tiene merecidamente en la mayoría de la ciudadanía española.
Los ciudadanos saben, aunque los medios lo oculten, que son mucho mas dignos de respeto los cómicos que a unas tablas se suben a decir, y bien decir, un guión teatral, que estos otros parlanchines que ni actuar saben, ya que ni sus propias mentiras aparentan creerse, y que el guión que para estos dias otros les escriben, acaba en la basura una vez que se ha cobrado la taquilla del poder gubernamental.
Los actores en la antigua Grecia usaban coturnos (zancos) para elevarse y estar visibles para todos los espectadores. Hoy estos titiriteros de la politica hacen bien en sentarse y casi escabullirse. Mejor que ni se les hubiese visto, pues ya sabemos lo que dan de sí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te invito a ver nuestro blog Eivissa Universal.
Un saludo