jueves, 7 de octubre de 2010

CORTANDO AMARRAS (I)

Viendo uno de esos programas que nos muestran cómo viven algunos compatriotas en los más variopintos rincones del mundo, dos de ellos, residentes en Dinamarca, con pocas palabras y más de un hecho nos demostraron que no tan lejos, en esta misma Europa que nos oprime, hay alternativas políticas económicas y sociales tan radicalmente diferentes a las que nos están imponiendo, que allá, con crisis o sin ella, la ciudadanía es el centro de atención de los poderes publicos.
Reconozco y seguiré reconociendo mi candidez en la pretensión de que España tiene espejos donde mirarse y verse favorecida, de ahí que mi recalcitrante aspiración socialdemócrata se vea alimentada para mucho tiempo cuando un programita de televisión muestra a millares de oprimidos ciudadanos españoles que otro sistema es posible y que además ese sistema coopera a la felicidad de las personas.
Como todos sabemos no hay bolchevismo alguno en la Dinamarca de hoy, allí el capitalismo globalizado es tan omnipresente como lo es aquí, la diferencia es que ese capitalismo, al haber sido adobado socialmente por el reformismo religioso de Lutero, colocó hace siglos y aún mantiene en primerísimo lugar al trabajo y al dinero como los dos medios esenciales para alcanzar el equilibrio social del que disfrutan.
Aquí, y en general en los países del sur de Europa, y allá donde jamás ha habido revolución social alguna, el capital no respeta el trabajo si no es como obligada fórmula para obtener beneficios, nadie de por aquí reconocerá al trabajo y por ende al trabajador como elementos de la sociedad a los que en democracia se han de respetar en igualdad de condiciones que a aquellos otros que de su trabajo han hecho iniciativa empresarial y riesgo calculado para progresar personal y socialmente.
Junto a este desprecio por el trabajo por cuenta ajena que ha llevado al capital español a tener a más del 30 % de la población activa en paro, (Ver V. Navarro en El Plural de 4-10-10) situación que retroalimenta la inestabilidad empresarial al disminuir el consumo, hemos de sumar el desprecio absoluto de este país hacia el dinero público.
Digo desprecio y yerro, ya que aquí lo que se practica con hambre secular es el saqueo del dinero que aportado al estado por solo una clase social, la trabajadora, es el provecho pantagruélico de aquella otra que prácticamente no coopera a los ingresos en las arcas públicas.
Paro y corrupción es la conjunción que hoy día da identidad social, política y económica a España, a la España a la que se refieren cuando tratan de justificar los atracos a los trabajadores en la supuesta esperanza, cada día más lejana, de que la economía se recupere y vuelva a rendirles tantos beneficios como sacrificios nos imponen al resto. No hay sentido de estado, menos aun de nación, ni tan siquiera de sociedad y cada vez queda menos sentido de clase.
Considero necesario, aunque pudiera ser insuficiente, la aplicación de métodos de defensa de los derechos de los trabajadores sustentados en los mecanismos clásicos del sindicalismo de clase, pero es imprescindible articular, mediante esos mismos sindicatos u otros colectivos específicos, respuestas sociales adecuadas a la realidad del tiempo que vivimos.
En los próximos días dedicaré este espacio de nostalgia socialdemócrata a enunciar, y en lo posible profundizar, qué palancas económicas, organizativas, sindicales y políticas se pueden articular para que las risotadas de la derecha, perdón, de las derechas españolas, se congelen y pasen a ser un rictus de sorpresa y temor.
Y que nadie se asuste, que esto no va de revolución de Asturias en el siglo XXI practicada en Chamberi, no, esto va de saber donde se les puede hacer daño y desde la más estricta legalidad y sin huelgas que pagamos los trabajadores sin conseguir afectar la producción de las empresas sobre todo cuando esa huelga se anuncia con dos meses de antelación.
Termino con un solo y si quieren simbólico ejemplo. Dada la descarada inclinación que los medios de PRISA han adoptado en aspectos económicos, sociales y políticos, he tomado la determinación de anular todo contacto y contrato con todos y cada uno de los medios de comunicación de su titularidad. Adiós a la SER, adiós a El País, adiós a Canal Plus, adiós a Cuatro, adiós a Santillana, adiós a Cinco Días, adiós a AS y adiós a Cebrián, que os den neoliberalismo de tercera vía, que yo, ni un euro más.
Es cierto que no hay muchos medios que de una forma siquiera sea vergonzante osen desafiar el monopolio de las verdades oficiales del capitalismo, por lo tanto es verdad que tendremos un mayor grado de dificultad en acceder a información más o menos ecuánime con las posiciones de izquierda, pero no me negarán que el resultado obtenido a cambio, el desenmascaramiento final de esa empresa como soporte del capital especulador español y no como diario oficial de la socialdemocracia española, merece tal esfuerzo, el cual de entrada lleva aparejado un considerable ahorro.
Mi mensaje final de hoy, alto y claro es…….¡Me he despedido de PRISA!

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