Brujuleando por la red, que lo de navegar debe tener su ciencia, me he topado con un manifiesto en el que UGT convocaba a la huelga general. De él he entresacado lo que a continuación adjunto:
“La huelga general es la necesaria e inevitable expresión del contundente rechazo de los trabajadores y trabajadoras de este país a las intenciones del Gobierno, inequívocamente dirigidas a la supresión de los derechos laborales y al recorte de las prestaciones por desempleo. Y es una movilización para exigir empleo estable, digno, seguro y con derechos.
La huelga general es igualmente una movilización en contra de un despido más fácil, barato y discrecional, que además difumina la distinción entre despido procedente e improcedente, mediante la eliminación de los salarios de tramitación.
La huelga general es una movilización contra el cambio de la naturaleza jurídica de la prestación por desempleo, contra el intento de convertir en una “concesión administrativa”, susceptible de ser graciosamente concedida y mantenida
La huelga general es una movilización contra la desprotección y precariedad en la que pretenden instalar contratos tales como el de inserción o el fijo-discontinuo de llamamiento periódico cierto a los que lisa y llanamente se les priva de la prestación por desempleo. Precariedad que viene a incrementar la ya impuesta por el Gobierno con su Reforma Laboral de 2001”.
Como pueden comprobar, si han llegado hasta aquí, este extracto corresponde a la convocatoria de huelga que el 20 de junio de 2002 se hizo contra el gobierno de Aznar. Queda así demostrado, de forma más que evidente, que aquellas razones son las mismas razones que han provocado la convocatoria de la reciente huelga del 29 de septiembre.
Lo que desgraciadamente también queda demostrado es el sectarismo de los alineados con el poder, el decerebramiento de aquellos que condicionan su posicionamiento a si sus padrinos políticos detentan o no el poder y no a las razones objetivas de cada convocatoria.
Así, aun teniendo las mismas raíces y la misma casuística, compartiendo alma y cuerpo el decretazo de Aznar y la “reforma” zapaterista, antaño, el opositor Zp se sumó a la huelga, se hizo pancartero a decir de Zaplana, y demostró compartir los argumentos sindicales cuando dijo: “lo más sano en democracia es rectificar”.
Hoy, a los quince días de otra huelga convocada por los mismos motivos que la de hace ocho años, los medios de convicción zapateristas en curiosa coincidencia con la acorazada mediática de ultraderecha han hecho todo lo posible para que la incidencia de la rebelión laboral fuese lo menor posible. Entonces, huelga de 2002, se sumaron entusiásticamente unos y otros, lógicamente, la repudiaron, ahora, cuando los intereses del capital son compartidos por todos los que de la política engordan, llegan al punto de manipular y retorcer la verdad con el cinismo de quienes están seguros de que la memoria del pueblo es escasa, si no nula.
No se ha arredrado Zp por huelga más o huelga menos, -otra cosa hubiese sido si el que le hace “huelga” se llama Obama o Merkel-, y en su empecinamiento enfermizo nos dijo: “La mantendré, (la reforma laboral), cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste”.
Ya no vale lo que para el mismo caso valía hace ocho años. No vale aquello de “no os fallaré”, salvo que se dirigiese a los plutócratas. Tampoco es de aplicación aquello otro de “nunca aceptaré reducir los derechos de los trabajadores”. Lo de “trabajaré pensando en los que menos tienen”, y lo de “nuestras peores cifras de paro nunca serán como las del PP” son hoy cadáveres verbales nada exquisitos. Mientras, en la oficialidad de este sátrapa, lo importante no es el pre-revolucionario nivel de desempleo, ni el negro futuro de los jóvenes, el latrocinio permanente al que someten a la seguridad social lo consideran normal por ser tan frecuente, la coexistencia de un atraco a los funcionarios y pensionistas con los regalos a la iglesia católica debe de parecerles algo absolutamente coherente y defendible, pero que le hayan silbado los fachas en su desfile…..eso es intolerable, porque eso si que duele.
Lo más sorprendente es que, a estas alturas y con lo que está cayendo, aun haya quien se pregunte sobre si existe alguna razón como para que los batallones de leñadores de árboles caídos se hayan encaminado hacia el palacio de la Moncloa dispuestos a buscar salidas personales en un patio en el que ya no caben salidas colectivas.
“La huelga general es la necesaria e inevitable expresión del contundente rechazo de los trabajadores y trabajadoras de este país a las intenciones del Gobierno, inequívocamente dirigidas a la supresión de los derechos laborales y al recorte de las prestaciones por desempleo. Y es una movilización para exigir empleo estable, digno, seguro y con derechos.
La huelga general es igualmente una movilización en contra de un despido más fácil, barato y discrecional, que además difumina la distinción entre despido procedente e improcedente, mediante la eliminación de los salarios de tramitación.
La huelga general es una movilización contra el cambio de la naturaleza jurídica de la prestación por desempleo, contra el intento de convertir en una “concesión administrativa”, susceptible de ser graciosamente concedida y mantenida
La huelga general es una movilización contra la desprotección y precariedad en la que pretenden instalar contratos tales como el de inserción o el fijo-discontinuo de llamamiento periódico cierto a los que lisa y llanamente se les priva de la prestación por desempleo. Precariedad que viene a incrementar la ya impuesta por el Gobierno con su Reforma Laboral de 2001”.
Como pueden comprobar, si han llegado hasta aquí, este extracto corresponde a la convocatoria de huelga que el 20 de junio de 2002 se hizo contra el gobierno de Aznar. Queda así demostrado, de forma más que evidente, que aquellas razones son las mismas razones que han provocado la convocatoria de la reciente huelga del 29 de septiembre.
Lo que desgraciadamente también queda demostrado es el sectarismo de los alineados con el poder, el decerebramiento de aquellos que condicionan su posicionamiento a si sus padrinos políticos detentan o no el poder y no a las razones objetivas de cada convocatoria.
Así, aun teniendo las mismas raíces y la misma casuística, compartiendo alma y cuerpo el decretazo de Aznar y la “reforma” zapaterista, antaño, el opositor Zp se sumó a la huelga, se hizo pancartero a decir de Zaplana, y demostró compartir los argumentos sindicales cuando dijo: “lo más sano en democracia es rectificar”.
Hoy, a los quince días de otra huelga convocada por los mismos motivos que la de hace ocho años, los medios de convicción zapateristas en curiosa coincidencia con la acorazada mediática de ultraderecha han hecho todo lo posible para que la incidencia de la rebelión laboral fuese lo menor posible. Entonces, huelga de 2002, se sumaron entusiásticamente unos y otros, lógicamente, la repudiaron, ahora, cuando los intereses del capital son compartidos por todos los que de la política engordan, llegan al punto de manipular y retorcer la verdad con el cinismo de quienes están seguros de que la memoria del pueblo es escasa, si no nula.
No se ha arredrado Zp por huelga más o huelga menos, -otra cosa hubiese sido si el que le hace “huelga” se llama Obama o Merkel-, y en su empecinamiento enfermizo nos dijo: “La mantendré, (la reforma laboral), cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste”.
Ya no vale lo que para el mismo caso valía hace ocho años. No vale aquello de “no os fallaré”, salvo que se dirigiese a los plutócratas. Tampoco es de aplicación aquello otro de “nunca aceptaré reducir los derechos de los trabajadores”. Lo de “trabajaré pensando en los que menos tienen”, y lo de “nuestras peores cifras de paro nunca serán como las del PP” son hoy cadáveres verbales nada exquisitos. Mientras, en la oficialidad de este sátrapa, lo importante no es el pre-revolucionario nivel de desempleo, ni el negro futuro de los jóvenes, el latrocinio permanente al que someten a la seguridad social lo consideran normal por ser tan frecuente, la coexistencia de un atraco a los funcionarios y pensionistas con los regalos a la iglesia católica debe de parecerles algo absolutamente coherente y defendible, pero que le hayan silbado los fachas en su desfile…..eso es intolerable, porque eso si que duele.
Lo más sorprendente es que, a estas alturas y con lo que está cayendo, aun haya quien se pregunte sobre si existe alguna razón como para que los batallones de leñadores de árboles caídos se hayan encaminado hacia el palacio de la Moncloa dispuestos a buscar salidas personales en un patio en el que ya no caben salidas colectivas.
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