Les juro que me importa un pimiento que a las tres provincias vascas las llamen Araba, Bizcaia y Gipuzkoa, tanto como que Lérida también se llame Lleida y Gerona sea Girona. Para bien de todos, unas y otras van a seguir donde siempre han estado y sus gentes seguirán mereciendo el mismo respeto que siempre han tenido.
No ocurre lo mismo con quienes un día están en un sitio y al siguiente se mudan al opuesto. Quienes así actúan solo merecen el desprecio de quienes en su recorrido vital actúan conforme a sus principios y no solo de acuerdo a sus conveniencias.
En marzo del año pasado, tras las elecciones al parlamento vasco, se vendió a la ciudadanía la necesidad de establecer un pacto contra natura que, suscrito entre PSE-Psoe y el PP, desalojara al PNV del gobierno de Ajuria Enea. Se adujo entonces la necesidad de airear la politica en Euskadi removiendo costumbres y acomodaciones nacionalistas que, tras lustros de caciquil uso del poder, impedían, según los pactantes, el avance político, social y económico, así como la definitiva derrota de ETA.
De esta cacareada forma se acabó dando por bueno un pacto que ha demostrado ser un acuerdo entre colegas, ya que nada, con lo que ha caído, ha producido distanciamiento entre los firmantes de ese tan aparentemente raro contrato político. Hasta hoy.
Hasta que la conveniencia de Zp y los de su nomina ha determinado que aquellos que hasta ayer no podían seguir en el gobierno de Euskadi, eran hoy el aliado ideal para sacar adelante unos presupuestos reaccionarios. Y como entre bueyes no hay cornadas, las derechas, sean nacionales o nacionalistas, -que manda hectáreas la diferencia-, se ponen de acuerdo siempre que se trate de allegar dineros a las respectivas faltriqueras.
Cifran en 174 millones de euros los que se añadirán a los que por otras transferencias ya reciben los gobiernos vascos. Ni mucho ni poco me parece. Lo que me parece más que extraño es que un desalojado político, el PNV, acuerde con Zp, -el madero que los desalojó-, transferir al gobierno de Pachi López unas competencias que, a decir de Urkullu, demandaban hace treinta años.
Así las cosas, y escarmentado, como habríamos de estar todos, me malicio que, o al pacto con el PP le quedan escasos días, o a quien le restan solo esos días como lehendakari es a López.
No desesperen, el tiempo corre que es una barbaridad y la solución la veremos a no mucho tardar. Hasta entonces podemos tener por seguro que antes que López, antes que el PSE, antes que el País Vasco, antes que el paro, antes que las pensiones, antes que España, y por supuesto, antes que los españoles, los intereses de Zp, -su supervivencia política, el poder y el dinero-, estarán siempre ocupando el primer puesto de sus prioridades.
No ocurre lo mismo con quienes un día están en un sitio y al siguiente se mudan al opuesto. Quienes así actúan solo merecen el desprecio de quienes en su recorrido vital actúan conforme a sus principios y no solo de acuerdo a sus conveniencias.
En marzo del año pasado, tras las elecciones al parlamento vasco, se vendió a la ciudadanía la necesidad de establecer un pacto contra natura que, suscrito entre PSE-Psoe y el PP, desalojara al PNV del gobierno de Ajuria Enea. Se adujo entonces la necesidad de airear la politica en Euskadi removiendo costumbres y acomodaciones nacionalistas que, tras lustros de caciquil uso del poder, impedían, según los pactantes, el avance político, social y económico, así como la definitiva derrota de ETA.
De esta cacareada forma se acabó dando por bueno un pacto que ha demostrado ser un acuerdo entre colegas, ya que nada, con lo que ha caído, ha producido distanciamiento entre los firmantes de ese tan aparentemente raro contrato político. Hasta hoy.
Hasta que la conveniencia de Zp y los de su nomina ha determinado que aquellos que hasta ayer no podían seguir en el gobierno de Euskadi, eran hoy el aliado ideal para sacar adelante unos presupuestos reaccionarios. Y como entre bueyes no hay cornadas, las derechas, sean nacionales o nacionalistas, -que manda hectáreas la diferencia-, se ponen de acuerdo siempre que se trate de allegar dineros a las respectivas faltriqueras.
Cifran en 174 millones de euros los que se añadirán a los que por otras transferencias ya reciben los gobiernos vascos. Ni mucho ni poco me parece. Lo que me parece más que extraño es que un desalojado político, el PNV, acuerde con Zp, -el madero que los desalojó-, transferir al gobierno de Pachi López unas competencias que, a decir de Urkullu, demandaban hace treinta años.
Así las cosas, y escarmentado, como habríamos de estar todos, me malicio que, o al pacto con el PP le quedan escasos días, o a quien le restan solo esos días como lehendakari es a López.
No desesperen, el tiempo corre que es una barbaridad y la solución la veremos a no mucho tardar. Hasta entonces podemos tener por seguro que antes que López, antes que el PSE, antes que el País Vasco, antes que el paro, antes que las pensiones, antes que España, y por supuesto, antes que los españoles, los intereses de Zp, -su supervivencia política, el poder y el dinero-, estarán siempre ocupando el primer puesto de sus prioridades.
1 comentario:
Es lo que llaman geometría variable, que antes se llamaba simplemente oportunismo, falta de escrúpulos o amoralidad.
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