Tan solo cuando en la mili comprobé cuan estúpido era mantener a un ejército exclusivamente orientado a sostener a una dictadura igualmente ridícula, mi antimilitarismo fue tal.
Hoy, con un ejército “profesional” cuajado de inmigrantes y de jóvenes excluidos por el desastre de mercado laboral que nos están imponiendo, lo mejor que se puede decir de él es que acata su dependencia del poder civil renunciando a derechos que como ciudadanos les corresponderían si ejerciesen otra profesión, y lo peor, que este ejercito de esta democracia no representa a toda la sociedad española.
Por este último motivo es por el que rechazo que la fiesta nacional española tenga su máxima representación pública en una parada militar.
Entiendo, acepto y respeto las funciones que el ejército español realiza defendiendo bajo mandato de la ONU a poblaciones atacadas por otros o cuyas vidas son amenazadas por desastres naturales, o no. Igualmente respeto la austeridad de la vida que voluntariamente eligen al servicio de nuestro país acatando, como no podría ser de otra forma, el mandato constitucional, pero de ahí a que sean las fuerzas armadas las que identifiquen en este día al conjunto de la población española, -a la cual nos suponen celebrando la proeza de un genovés, (de Génova, Italia, no de la calle Génova de Madrid), que con unas decenas de desesperados se lanzó a la mar en busca de gloria (dicen) y riquezas-, pues que va a ser que no.
Y…. ¿qué quieren que les diga?, pues que a mí me parece más ajustado a la situación actual de esta ¿nuestra? nación que hoy en vez de ser militares los que desfilasen por la Castellana de Madrid lo hiciesen los bomberos, o los sanitarios, o los maestros y educadores, o llevado al extremo, los futbolistas españoles que por primera vez han logrado poner una estrellita en la camiseta de la roja, hecho al que, sin ser futbolero, tengo por mucho mas cohesionador de la sociedad española que el que pudiera representar cualquier ejercito, por abnegadas que sean sus labores.
Los estadounidenses celebran real y auténticamente el 4 de julio como el día de 1776 en que se declararon independientes de sus “tutores” británicos. Los franceses celebran el 14 de julio como el día de 1789 en que los parisinos asaltaron la Bastilla, liberaron a siete prisioneros y provocaron el inicio de la desaparición de l´anciene régime. Los italianos, en sus vaivenes históricos celebran el 2 de junio el haberse declarado republicanos que no monárquicos allá por 1946. Los alemanes celebran el 3 de octubre su fiesta nacional en recuerdo y honor de su sufrida y costosa unificación.
A nosotros, aquí y hoy, nos da por celebrar el día de la Hispanidad agasajando a representantes militares de aquellos países a los que durante tres siglos oprimimos y que ahora celebran el bicentenario de su independencia de la España de los crucifijos y del garrote vil. Esto es talante y no lo de Zp, pero por aquello de comparar y poner las cosas en su sitio, o mejor, sacarlas del sitio bobo en el que están, prueben Vds. a decirle a algún francés que declaren como fiesta nacional la derrota que sufrieron en Dien-Bien-Fu, y si se atreven a hacerlo les aconsejo que lo hagan fuera del alcance de su mano.
Estamos tan faltos de identidad nacional, tan perdidos del camino que como nación habríamos de seguir, tan faltos de patriotas que tuviesen por objetivo único y central de sus vidas el cooperar al bienestar equitativo de sus paisanos, que la actual clase política ni tan siquiera percibe que su obligación es orientar con su ejemplo a una sociedad sin referentes éticos y dirigirla hacia un futuro de justicia en libertad.
Por ello y a pesar de que las fuerzas armadas españolas cuentan con su propia y merecida festividad, los políticos y la clase dirigente asocian la fiesta nacional con las virtudes castrenses, virtudes que lo son en el interior de los cuarteles pero que se convierten en agentes corrosivos de la libertad cuando se pretenden aplicar a la sociedad civil.
No es que necesitemos solo un nuevo hito histórico que permita hablar de celebración del pueblo a nivel nacional, es que necesitamos un único referente que nos permita sentirnos dueños de nuestro destino en una sola nación. Y ambas cosas, tal y como nos las están poniendo, se alejan en el horizonte tanto cuanto se desprecia la necesidad social, política y económica de una identidad nacional española coexistente con aquellas otras regionales que desde la máxima lealtad a la entidad superior, España, deban ser respetadas y defendidas como formulas de participación política y administrativa más próxima a las particularidades de los problemas ciudadanos.
Pero me temo que el próximo 12 de octubre tenga unos gramos más de artificio político y por ello toneladas menos de racionalidad y necesidad nacional.
Hoy, con un ejército “profesional” cuajado de inmigrantes y de jóvenes excluidos por el desastre de mercado laboral que nos están imponiendo, lo mejor que se puede decir de él es que acata su dependencia del poder civil renunciando a derechos que como ciudadanos les corresponderían si ejerciesen otra profesión, y lo peor, que este ejercito de esta democracia no representa a toda la sociedad española.
Por este último motivo es por el que rechazo que la fiesta nacional española tenga su máxima representación pública en una parada militar.
Entiendo, acepto y respeto las funciones que el ejército español realiza defendiendo bajo mandato de la ONU a poblaciones atacadas por otros o cuyas vidas son amenazadas por desastres naturales, o no. Igualmente respeto la austeridad de la vida que voluntariamente eligen al servicio de nuestro país acatando, como no podría ser de otra forma, el mandato constitucional, pero de ahí a que sean las fuerzas armadas las que identifiquen en este día al conjunto de la población española, -a la cual nos suponen celebrando la proeza de un genovés, (de Génova, Italia, no de la calle Génova de Madrid), que con unas decenas de desesperados se lanzó a la mar en busca de gloria (dicen) y riquezas-, pues que va a ser que no.
Y…. ¿qué quieren que les diga?, pues que a mí me parece más ajustado a la situación actual de esta ¿nuestra? nación que hoy en vez de ser militares los que desfilasen por la Castellana de Madrid lo hiciesen los bomberos, o los sanitarios, o los maestros y educadores, o llevado al extremo, los futbolistas españoles que por primera vez han logrado poner una estrellita en la camiseta de la roja, hecho al que, sin ser futbolero, tengo por mucho mas cohesionador de la sociedad española que el que pudiera representar cualquier ejercito, por abnegadas que sean sus labores.
Los estadounidenses celebran real y auténticamente el 4 de julio como el día de 1776 en que se declararon independientes de sus “tutores” británicos. Los franceses celebran el 14 de julio como el día de 1789 en que los parisinos asaltaron la Bastilla, liberaron a siete prisioneros y provocaron el inicio de la desaparición de l´anciene régime. Los italianos, en sus vaivenes históricos celebran el 2 de junio el haberse declarado republicanos que no monárquicos allá por 1946. Los alemanes celebran el 3 de octubre su fiesta nacional en recuerdo y honor de su sufrida y costosa unificación.
A nosotros, aquí y hoy, nos da por celebrar el día de la Hispanidad agasajando a representantes militares de aquellos países a los que durante tres siglos oprimimos y que ahora celebran el bicentenario de su independencia de la España de los crucifijos y del garrote vil. Esto es talante y no lo de Zp, pero por aquello de comparar y poner las cosas en su sitio, o mejor, sacarlas del sitio bobo en el que están, prueben Vds. a decirle a algún francés que declaren como fiesta nacional la derrota que sufrieron en Dien-Bien-Fu, y si se atreven a hacerlo les aconsejo que lo hagan fuera del alcance de su mano.
Estamos tan faltos de identidad nacional, tan perdidos del camino que como nación habríamos de seguir, tan faltos de patriotas que tuviesen por objetivo único y central de sus vidas el cooperar al bienestar equitativo de sus paisanos, que la actual clase política ni tan siquiera percibe que su obligación es orientar con su ejemplo a una sociedad sin referentes éticos y dirigirla hacia un futuro de justicia en libertad.
Por ello y a pesar de que las fuerzas armadas españolas cuentan con su propia y merecida festividad, los políticos y la clase dirigente asocian la fiesta nacional con las virtudes castrenses, virtudes que lo son en el interior de los cuarteles pero que se convierten en agentes corrosivos de la libertad cuando se pretenden aplicar a la sociedad civil.
No es que necesitemos solo un nuevo hito histórico que permita hablar de celebración del pueblo a nivel nacional, es que necesitamos un único referente que nos permita sentirnos dueños de nuestro destino en una sola nación. Y ambas cosas, tal y como nos las están poniendo, se alejan en el horizonte tanto cuanto se desprecia la necesidad social, política y económica de una identidad nacional española coexistente con aquellas otras regionales que desde la máxima lealtad a la entidad superior, España, deban ser respetadas y defendidas como formulas de participación política y administrativa más próxima a las particularidades de los problemas ciudadanos.
Pero me temo que el próximo 12 de octubre tenga unos gramos más de artificio político y por ello toneladas menos de racionalidad y necesidad nacional.
1 comentario:
Creo que fue el gobierno de Felipe el que instauró como fiesta nacional el 12 de Octubre. Otra concesión al facherío y al imperialismo. ¿ Qué se festejaba la unificación española, el inicio de la actividad imperialista, la Virgen del Pilar que no quiere ser francesa o a la Guardia Civil.
De haber una fiesta debería de haber sido el día de la constitución o preguntarle a Pelayo cuando inició la reconquista.
De las concesiones de la izquierda surge el vigor de la drecha. Siempre es igual.
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