Era el día 13 de enero de 1898, hace hoy 111 años cuando, a toda plana, en el diario L´Aurore dirigido por George Clemenceau, Émile Zola publicó su célebre “J´Accuse”, del cual ayer y antes de ayer extracté los aspectos más genéricos del planteamiento rebelde y justiciero que al escritor impulsaron a denunciar ante el presidente de la república el llamado caso Dreyfus. Denuncia pública y meditada que el ya entonces glorioso y respetado Émile Zola efectuó, aun a sabiendas de la persecución, cárcel y exilio que tal acción le supondría, y cuyo texto completo en castellano puede leerse en el enlace que al final adjunto.
Hace 111 años, un solo caso de traición y manipulación por parte de estamento militar francés, que creando pruebas falsas y utilizando testigos amañados condujeron a injustas resoluciones de consejos de guerra, condenatorias para un oficial de ascendencia judía, Alfred Dreyfus, acabaron provocando la reacción de los intelectuales franceses de la época y tras ellos toda la izquierda social.
Hoy cuando la injusticia es moneda de cambio tan legal como abundante en nuestro país, me pregunto si de haber entre nosotros un Zola acusaría a quienes directa o indirectamente arrojan a la incertidumbre, si no a la miseria, a más de tres millones de parados mientras otros exhiben impúdicamente su derroche.
Me pregunto si Zola denunciaría el fariseísmo de los políticos que se protegen del terrorismo pero no protegen en igual grado a las mujeres del otro terrorismo, hoy más mortífero, el machista.
¿Denunciaría Zola, el impresentable juego de connivencias entre los partidos mayoritarios y el poder económico, y las promesas incumplidas y las mentiras acumuladas por gobiernos que son lo contrario de lo que alardean?.
¿Acusaría a los responsables de la malversación de los dineros públicos que en estructuras políticas y administrativas se consumen sin beneficio ciudadano alguno?.
¿Denunciaría Zola la opresión que los detentadores del poder en este país, la iglesia católica y la banca siguen ejerciendo aun en tiempos de penurias ciudadanas?.
Me pregunto si Zola denunciaría el corporativismo y la radical injusticia que la maquinaria judicial ejerce día a día emitiendo resoluciones que no atienden a lo justo sino a quien sea el destinatario de las mismas.
¿A quién acusaría Zola de todos y cada uno de los incumplimientos de aquellos derechos de carácter social que contenidos en la constitución española, tras treinta años de vigencia, no han avanzado un solo milímetro en su aplicación?.
De lo que estoy seguro es de que Zola denunciaría el sectarismo y el partidismo de la prensa y la actitud comercial de los sindicatos españoles y sus servicios al poder del dinero, cooperando unos a la desinformación, y otros a la abulia y al sometimiento social. Tampoco ha de caber duda que de alguna forma el escritor denunciaría, zarandearía o convulsionaría a toda la dormida sociedad española que individualista e insolidaria atiende al consumismo y olvida a los que margina.
Pero sobre todo lo anterior, me pregunto ante quien denunciaría Émile Zola tales desmanes. Antaño Zola fió en Felix Faure, Presidente de la República Francesa, hoy y aquí, no parece que la Jefatura del Estado se desvele por las injusticias y los desequilibrios y rupturas sociales o por denuncias sociales individuales o colectivas despreciadas y olvidadas por el sistema aun siendo aquellas ajustadas a derecho, ese derecho que a unos les facilita vivir en el lujo y el dispendio, mientras a otros, los mas, los condena a mal sobrevivir.
Desgraciadamente España no cuenta ni con un solo Zola que permita que dentro de 111 años alguien, oriundo de estos lares, pueda sentirse orgulloso de que en nuestra historia se haya dado una cúspide en el comportamiento humano que, como en la Francia de 1898, arrastre hacia la Justicia a toda una sociedad. Alguien de quien se pueda decir, como Anatole France dijo de Émile Zola en su entierro: “Él fue un momento de la conciencia humana”.
Antes, cuando al fin se hizo justicia en el “asunto Zola”, -el juicio que siguió a la denuncia del ministro de la guerra francés contra Zola por su “J´Accuse”-, Jules Renard exclamó: “la palabra Justicia es la más bella de la lengua de los hombres, y que hay que llorar si los hombres no lo comprenden”.
En la España de hoy a nadie le interesa la Justicia, y aun así nadie llora.
Hace 111 años, un solo caso de traición y manipulación por parte de estamento militar francés, que creando pruebas falsas y utilizando testigos amañados condujeron a injustas resoluciones de consejos de guerra, condenatorias para un oficial de ascendencia judía, Alfred Dreyfus, acabaron provocando la reacción de los intelectuales franceses de la época y tras ellos toda la izquierda social.
Hoy cuando la injusticia es moneda de cambio tan legal como abundante en nuestro país, me pregunto si de haber entre nosotros un Zola acusaría a quienes directa o indirectamente arrojan a la incertidumbre, si no a la miseria, a más de tres millones de parados mientras otros exhiben impúdicamente su derroche.
Me pregunto si Zola denunciaría el fariseísmo de los políticos que se protegen del terrorismo pero no protegen en igual grado a las mujeres del otro terrorismo, hoy más mortífero, el machista.
¿Denunciaría Zola, el impresentable juego de connivencias entre los partidos mayoritarios y el poder económico, y las promesas incumplidas y las mentiras acumuladas por gobiernos que son lo contrario de lo que alardean?.
¿Acusaría a los responsables de la malversación de los dineros públicos que en estructuras políticas y administrativas se consumen sin beneficio ciudadano alguno?.
¿Denunciaría Zola la opresión que los detentadores del poder en este país, la iglesia católica y la banca siguen ejerciendo aun en tiempos de penurias ciudadanas?.
Me pregunto si Zola denunciaría el corporativismo y la radical injusticia que la maquinaria judicial ejerce día a día emitiendo resoluciones que no atienden a lo justo sino a quien sea el destinatario de las mismas.
¿A quién acusaría Zola de todos y cada uno de los incumplimientos de aquellos derechos de carácter social que contenidos en la constitución española, tras treinta años de vigencia, no han avanzado un solo milímetro en su aplicación?.
De lo que estoy seguro es de que Zola denunciaría el sectarismo y el partidismo de la prensa y la actitud comercial de los sindicatos españoles y sus servicios al poder del dinero, cooperando unos a la desinformación, y otros a la abulia y al sometimiento social. Tampoco ha de caber duda que de alguna forma el escritor denunciaría, zarandearía o convulsionaría a toda la dormida sociedad española que individualista e insolidaria atiende al consumismo y olvida a los que margina.
Pero sobre todo lo anterior, me pregunto ante quien denunciaría Émile Zola tales desmanes. Antaño Zola fió en Felix Faure, Presidente de la República Francesa, hoy y aquí, no parece que la Jefatura del Estado se desvele por las injusticias y los desequilibrios y rupturas sociales o por denuncias sociales individuales o colectivas despreciadas y olvidadas por el sistema aun siendo aquellas ajustadas a derecho, ese derecho que a unos les facilita vivir en el lujo y el dispendio, mientras a otros, los mas, los condena a mal sobrevivir.
Desgraciadamente España no cuenta ni con un solo Zola que permita que dentro de 111 años alguien, oriundo de estos lares, pueda sentirse orgulloso de que en nuestra historia se haya dado una cúspide en el comportamiento humano que, como en la Francia de 1898, arrastre hacia la Justicia a toda una sociedad. Alguien de quien se pueda decir, como Anatole France dijo de Émile Zola en su entierro: “Él fue un momento de la conciencia humana”.
Antes, cuando al fin se hizo justicia en el “asunto Zola”, -el juicio que siguió a la denuncia del ministro de la guerra francés contra Zola por su “J´Accuse”-, Jules Renard exclamó: “la palabra Justicia es la más bella de la lengua de los hombres, y que hay que llorar si los hombres no lo comprenden”.
En la España de hoy a nadie le interesa la Justicia, y aun así nadie llora.
Enlace al texto completo de J´Accuse: http://www.paralibros.com/passim/ppress/pracusse.htm
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