De nuevo otro periodista, Juan Carlos Escudier, nada sospechoso de "socialismos trasnochados", (Sebastian dixit), preocupado por el servilismo y los consiguientes regalos de este gobierno a los banqueros, pone ante su contradicción, ante su traición, a Zp. Lean su articulo publicado hoy en "El Confidencial".
"Tras comprar a la banca otros 6.000 millones de euros en activos, Zapatero ha vuelto a convocar este lunes en Moncloa al equipo plutócrata habitual, no fuera a ser que, pudiendo contribuir todavía más a su felicidad, haya algo que se nos haya pasado. La ciudadanía quiere saber si los banqueros están contentos con la rebaja de impuestos decretada por el Gobierno a modo de aguinaldo para ellos y sus familias -incluyendo tíos y sobrinos-, y si con eso basta para que empiecen a conceder créditos o, por el contrario, hay que ir pensando en agasajos más personales, tal que unos tirantes nuevos para Botín o un equipo de escucha para Miguel Blesa el de Cajamadrid, ahora que están de rebajas en La Tienda del Espía.
Una vez que nos aseguremos que nada les falta, quizás convendría preguntarles dónde han ido a parar los más de 20.000 millones de euros que el Estado ha inyectado ya en esas saneadísimas entidades que eran la envidia de Europa y del mundo entero, no vaya a resultar que, por despiste, se hayan destinado a pagar las deudas de las propias entidades en vez de a facilitar la actividad económica, como estaba previsto.
Lo más normal es que descubramos que nuestras admiradas instituciones financieras no se diferencian mucho de las del resto del mundo, y que algunos de ellas van camino de encajar en la definición de “bancos zombi”, acuñada por el Nobel de Economía Paul Krugman para definir a esas entidades que siguen funcionando pero que, en realidad, están quebradas. ¿Qué les mantiene con vida? La esperanza de que serán rescatados por el Estado.
Aún admitiendo que el sistema financiero español no ha estado tan expuesto como otros a los activos tóxicos y a las tristemente famosas hipotecas subprime, el desplome del precio de las viviendas puede tener efectos similares. ¿Cómo habrán de reflejar los bancos en sus balances las hipotecas de pisos cuyo valor de mercado actual es un tercio inferior al que tenían cuando se suscribieron? Por otra parte, si el imparable aumento del desempleo dispara la morosidad, ¿cómo podrá asegurarse el crédito a particulares y empresas, y al mismo tiempo dotar las provisiones correspondientes sin poner en peligro el equilibrio patrimonial de las entidades?
Salvo que Zapatero encuentre una terminología más apropiada, tal que desaceleración en lugar de crisis, la situación de la banca española, enfrentada a la cancelación de operaciones de deuda por un importe aproximado de 82.000 millones de euros en 2009, es algo más que preocupante, toda vez que el grifo del mercado interbancario sigue cerrado. Y lo será más si la tormenta no remite porque en 2013 es cuando tendrán lugar el grueso de los vencimientos.
Goldman Sachs ha estimado en 800.000 millones de euros las pérdidas que el sistema bancario mundial lleva absorbidas desde el inicio de la debacle, y considera probable que otros 850.000 millones todavía estén por aflorar. En Estados Unidos se ha comenzado a hablar ya de crear un banco público cuya función sea el de comprar a un valor “justo” los activos incobrables y sanear así los balances de las de entidades financieras, lo que no dejará de ser un nuevo regalo de los contribuyentes a sus accionistas si Obama no lo impide.
Lo lógico en estos casos, tal y como sostiene Krugman, es que el Estado lleve a cabo una “absorción pública explícita aunque temporal”, es decir que proceda a la nacionalización, y eso es justamente lo que habría que esperar de Zapatero, aunque tuviese que comerse sus palabras acerca de la solidez y solvencia de nuestras fornidas instituciones de crédito. De hecho, ya en los últimos tiempos el Gobierno se ha manifestado dispuesto a intervenir en el capital de los bancos si la situación lo requiriese.
Por el momento, y a la vista de la indecencia de sus beneficios, las grandes corporaciones como el Santander o el BBVA parecen vacunadas contra la crisis, pero no así bancos medianos y algunas cajas de ahorro, y en especial las más expuestos al sector inmobiliario. En lo últimos meses, los servicios de inspección del Banco de España han redoblado su actividad en estas entidades, a las que se ha exigido un desnudo integral de sus balances y el diseño de una estrategia de futuro convincente. A lo largo del mes de febrero serán las Cajas las que presenten resultados. Nadie puede descartar alguna intervención o, en su defecto, el impulso de fusiones de salvamento.
Ninguna economía puede funcionar sin el adecuado flujo de crédito. El lunes, ante el café con pastas y tras de interesarse por sus respectivas santas, el presidente tendría que hacer entender a sus distinguidos invitados que han de cumplir con la función que tienen encomendada o exponerse a que sea el Estado quien la asuma. Casi una misión imposible para el irredento y confiado optimista que nos gobierna".
Una vez que nos aseguremos que nada les falta, quizás convendría preguntarles dónde han ido a parar los más de 20.000 millones de euros que el Estado ha inyectado ya en esas saneadísimas entidades que eran la envidia de Europa y del mundo entero, no vaya a resultar que, por despiste, se hayan destinado a pagar las deudas de las propias entidades en vez de a facilitar la actividad económica, como estaba previsto.
Lo más normal es que descubramos que nuestras admiradas instituciones financieras no se diferencian mucho de las del resto del mundo, y que algunos de ellas van camino de encajar en la definición de “bancos zombi”, acuñada por el Nobel de Economía Paul Krugman para definir a esas entidades que siguen funcionando pero que, en realidad, están quebradas. ¿Qué les mantiene con vida? La esperanza de que serán rescatados por el Estado.
Aún admitiendo que el sistema financiero español no ha estado tan expuesto como otros a los activos tóxicos y a las tristemente famosas hipotecas subprime, el desplome del precio de las viviendas puede tener efectos similares. ¿Cómo habrán de reflejar los bancos en sus balances las hipotecas de pisos cuyo valor de mercado actual es un tercio inferior al que tenían cuando se suscribieron? Por otra parte, si el imparable aumento del desempleo dispara la morosidad, ¿cómo podrá asegurarse el crédito a particulares y empresas, y al mismo tiempo dotar las provisiones correspondientes sin poner en peligro el equilibrio patrimonial de las entidades?
Salvo que Zapatero encuentre una terminología más apropiada, tal que desaceleración en lugar de crisis, la situación de la banca española, enfrentada a la cancelación de operaciones de deuda por un importe aproximado de 82.000 millones de euros en 2009, es algo más que preocupante, toda vez que el grifo del mercado interbancario sigue cerrado. Y lo será más si la tormenta no remite porque en 2013 es cuando tendrán lugar el grueso de los vencimientos.
Goldman Sachs ha estimado en 800.000 millones de euros las pérdidas que el sistema bancario mundial lleva absorbidas desde el inicio de la debacle, y considera probable que otros 850.000 millones todavía estén por aflorar. En Estados Unidos se ha comenzado a hablar ya de crear un banco público cuya función sea el de comprar a un valor “justo” los activos incobrables y sanear así los balances de las de entidades financieras, lo que no dejará de ser un nuevo regalo de los contribuyentes a sus accionistas si Obama no lo impide.
Lo lógico en estos casos, tal y como sostiene Krugman, es que el Estado lleve a cabo una “absorción pública explícita aunque temporal”, es decir que proceda a la nacionalización, y eso es justamente lo que habría que esperar de Zapatero, aunque tuviese que comerse sus palabras acerca de la solidez y solvencia de nuestras fornidas instituciones de crédito. De hecho, ya en los últimos tiempos el Gobierno se ha manifestado dispuesto a intervenir en el capital de los bancos si la situación lo requiriese.
Por el momento, y a la vista de la indecencia de sus beneficios, las grandes corporaciones como el Santander o el BBVA parecen vacunadas contra la crisis, pero no así bancos medianos y algunas cajas de ahorro, y en especial las más expuestos al sector inmobiliario. En lo últimos meses, los servicios de inspección del Banco de España han redoblado su actividad en estas entidades, a las que se ha exigido un desnudo integral de sus balances y el diseño de una estrategia de futuro convincente. A lo largo del mes de febrero serán las Cajas las que presenten resultados. Nadie puede descartar alguna intervención o, en su defecto, el impulso de fusiones de salvamento.
Ninguna economía puede funcionar sin el adecuado flujo de crédito. El lunes, ante el café con pastas y tras de interesarse por sus respectivas santas, el presidente tendría que hacer entender a sus distinguidos invitados que han de cumplir con la función que tienen encomendada o exponerse a que sea el Estado quien la asuma. Casi una misión imposible para el irredento y confiado optimista que nos gobierna".
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