Como la cosa nacional está como está, -la última es la nueva rebaja de la calificación de la deuda española, la pública y la privada-, y la reforma laboral nos la van a hacer en pleno verano, más nos vale mirar un poco hacia afuera y depositar la poca esperanza que nos pueda quedar a la gente de izquierda en lo que, aun con grandes diferencias, siguen representando Felipe González, (quien me iba a decir a mí que pasado el tiempo le elevaría a mis altares, tras comprobar la pequeñez de Zp), y Daniel Cohn-Bendit.
Hoy subo la primera parte de la presentación del informe de los miembros del Grupo de Reflexión, presidido por González, al Consejo de Europa, y el enlace para ver y escuchar la intervención del antiguo Dani “el rojo” en el parlamento europeo. No se pierdan la cara de palo de un tal Diego López Garrido, ex PC y ex portavoz zapaterista quien oyendo a Cohn-Bendit parece temer otra revolución del proletariado, y no es para tanto. Se lo recomiendo: copiar y pegar en la barra de direccion del buscador.
Hoy subo la primera parte de la presentación del informe de los miembros del Grupo de Reflexión, presidido por González, al Consejo de Europa, y el enlace para ver y escuchar la intervención del antiguo Dani “el rojo” en el parlamento europeo. No se pierdan la cara de palo de un tal Diego López Garrido, ex PC y ex portavoz zapaterista quien oyendo a Cohn-Bendit parece temer otra revolución del proletariado, y no es para tanto. Se lo recomiendo: copiar y pegar en la barra de direccion del buscador.
http://www.youtube.com/watch?v=nqno8H-mjeY&feature=player_embedded
1ª parte del preámbulo del informe de los miembros del Grupo de Reflexión al Consejo Europeo
“Señor Presidente, Miembros del Consejo Europeo:
Sometemos a su consideración el informe solicitado por el Consejo Europeo, en su reunión del 14 de diciembre de 2007 (Bruselas), para identificar los principales desafíos que, previsiblemente, habrá de enfrentar la Unión Europea en los próximos veinte años y analizar las respuestas más adecuadas a los mismos.
El presente informe refleja el trabajo de un grupo de personas diversas con prioridades e intereses distintos. Es el resultado de prolongados debates y discusiones y como tal supone tanto un consenso como una transacción. No todas las propuestas cuentan con el apoyo de cada miembro del Grupo, pero cada miembro apoya la mayoría de sus contenidos.
Las incertidumbres en que nos movemos han hecho difícil la tarea. Por eso basamos el análisis en las tendencias relativamente más fiables.
Lo que vemos no es tranquilizador para la Unión y sus ciudadanos: crisis económica global; Estados al rescate de banqueros; envejecimiento demográfico que afecta a la competitividad y al estado del bienestar; competencia a la baja en costes y salarios; amenaza de cambio climático; dependencia de unas importaciones de energía cada vez más cara y escasa; o desplazamiento hacia Asia de la producción y el ahorro. Y todo ello sin contar con la amenaza del terrorismo, del crimen organizado o de la proliferación de armas de destrucción masiva.
¿ Podrá la UE preservar y aumentar sus niveles de prosperidad en ese mundo que se perfila? ¿Será relevante para mantener sus valores y sus intereses?
Nuestra respuesta es positiva, si trabajamos juntos y desde ahora. Por separado no lo lograremos, porque los desafíos son demasiado grandes para enfrentarlos con éxito desde nuestros espacios nacionales. La Unión Europea podrá ser agente del cambio, y no soportarlo pasivamente. A esa conclusión ha llegado el Grupo, que se ha beneficiado de las opiniones expresadas por personas e instituciones muy cualificadas.
Todos los miembros coincidimos en algo fundamental: que los europeos nos encontramos en un punto crítico de nuestra historia. Que para superarlo tenemos que movilizar las energías de todos, en cada nivel de la sociedad -responsables políticos y ciudadanos, empresarios y trabajadores- en un renovado proyecto común.
Desde el momento del mandato ha habido acontecimientos importantes como la crisis institucional provocada por el rechazo del Tratado de Lisboa, ya superada, y la gravísima crisis financiera que arrastró una recesión global de la economía.
Resuelta la primera, nos permite superar un largo periodo de introspección que estaba distrayendo la atención de la Unión hacia asuntos de mayor envergadura para nuestro futuro.
La segunda, producida por un mal funcionamiento de las instituciones financieras y por la falta de controles adecuados, sigue todavía entre nosotros. La situación de la UE, y por tanto nuestras reflexiones, se han visto afectadas por la crisis y sus graves repercusiones sociales, económicas y políticas. En este momento crucial, la Unión Europea debe actuar con decisión, evitando repliegues proteccionistas.
Europa es la región más golpeada por una crisis que, aunque surgida al otro lado del Atlántico, ha puesto de relieve los problemas estructurales que venían detectándose desde hacía tiempo y que, de no enfrentarse ya, tendrán consecuencias dramáticas en el futuro.
La crisis aparece, pues, como el parte aguas en la historia de una nueva realidad mundial que se viene configurando hace más de dos décadas. Todo indica que habrá ganadores y perdedores en este cambio global, y si la Unión Europea no quiere estar entre estos últimos, como viene ocurriendo, tiene que reaccionar ya, definir estrategias de reformas para el horizonte de los próximos 20 años, aunar fuerzas, movilizar recursos y pasar a la acción. En definitiva, superar la introspección mirando hacia fuera, hacia la nueva realidad global.
Hay que avanzar, pues, en las respuestas contra la crisis y conectarlas con las reformas de medio y largo plazo que necesita la UE. Hablamos de la Unión porque somos interdependientes, compartiendo un Mercado Único, una moneda única y un Pacto de Estabilidad y Crecimiento que obliga a los países del Euro.
Para salir de la crisis necesitamos mantener medidas anticíclicas, hasta que la economía despegue por si misma, porque la máxima prioridad sigue siendo crecer y crear empleo. La Unión tiene que actuar, porque algunos Estados miembros han sobrepasado sus márgenes de maniobra con las obligadas operaciones de rescate financiero, con los gastos sociales y la pérdida de ingresos. Si aquellas se cortan a destiempo podemos retroceder. Asimismo, los Estados que tienen margen de maniobra han de asumir mayor liderazgo.
Necesitamos desarrollar sin dilación la gobernanza económica que nos falta para evitar los choques asimétricos derivados de la coexistencia de una moneda única y un mercado interior con distintas políticas económicas. Ni el Euro ni el Pacto de Estabilidad y Crecimiento están en la base de los problemas surgidos, pero no son suficientes para garantizar la convergencia económica. La Unión debe resolver las divergencias existentes entre Estados miembros, vigilando y corrigiendo las pérdidas de competitividad que reflejan los desequilibrios en balanzas de pagos y por cuenta corriente. Los criterios de convergencia deben incluir estos elementos y tenemos que disponer de un instrumento de estabilidad monetaria para afrontar crisis imprevistas.
Urge la reforma del funcionamiento de las instituciones financieras y de sus mecanismos de vigilancia y control para evitar que estemos incubando ya la próxima crisis. Salvo para cortar créditos a la economía productiva, nada ha cambiado en el comportamiento de las entidades financieras que nos llevó a la crisis. Sería deseable que las reformas se operaran en el G.20, pero es imprescindible, hasta que se consiga, que la UE tenga sus propias normas regulatorias y sus mecanismos de control y vigilancia. Los ciudadanos no permitirán otra operación de rescate como la que se ha hecho.
Para el horizonte 2020-2030, los europeos necesitamos una economía social de mercado altamente competitiva y sostenible, si queremos mantener la cohesión social y luchar contra el cambio climático”.
Sometemos a su consideración el informe solicitado por el Consejo Europeo, en su reunión del 14 de diciembre de 2007 (Bruselas), para identificar los principales desafíos que, previsiblemente, habrá de enfrentar la Unión Europea en los próximos veinte años y analizar las respuestas más adecuadas a los mismos.
El presente informe refleja el trabajo de un grupo de personas diversas con prioridades e intereses distintos. Es el resultado de prolongados debates y discusiones y como tal supone tanto un consenso como una transacción. No todas las propuestas cuentan con el apoyo de cada miembro del Grupo, pero cada miembro apoya la mayoría de sus contenidos.
Las incertidumbres en que nos movemos han hecho difícil la tarea. Por eso basamos el análisis en las tendencias relativamente más fiables.
Lo que vemos no es tranquilizador para la Unión y sus ciudadanos: crisis económica global; Estados al rescate de banqueros; envejecimiento demográfico que afecta a la competitividad y al estado del bienestar; competencia a la baja en costes y salarios; amenaza de cambio climático; dependencia de unas importaciones de energía cada vez más cara y escasa; o desplazamiento hacia Asia de la producción y el ahorro. Y todo ello sin contar con la amenaza del terrorismo, del crimen organizado o de la proliferación de armas de destrucción masiva.
¿ Podrá la UE preservar y aumentar sus niveles de prosperidad en ese mundo que se perfila? ¿Será relevante para mantener sus valores y sus intereses?
Nuestra respuesta es positiva, si trabajamos juntos y desde ahora. Por separado no lo lograremos, porque los desafíos son demasiado grandes para enfrentarlos con éxito desde nuestros espacios nacionales. La Unión Europea podrá ser agente del cambio, y no soportarlo pasivamente. A esa conclusión ha llegado el Grupo, que se ha beneficiado de las opiniones expresadas por personas e instituciones muy cualificadas.
Todos los miembros coincidimos en algo fundamental: que los europeos nos encontramos en un punto crítico de nuestra historia. Que para superarlo tenemos que movilizar las energías de todos, en cada nivel de la sociedad -responsables políticos y ciudadanos, empresarios y trabajadores- en un renovado proyecto común.
Desde el momento del mandato ha habido acontecimientos importantes como la crisis institucional provocada por el rechazo del Tratado de Lisboa, ya superada, y la gravísima crisis financiera que arrastró una recesión global de la economía.
Resuelta la primera, nos permite superar un largo periodo de introspección que estaba distrayendo la atención de la Unión hacia asuntos de mayor envergadura para nuestro futuro.
La segunda, producida por un mal funcionamiento de las instituciones financieras y por la falta de controles adecuados, sigue todavía entre nosotros. La situación de la UE, y por tanto nuestras reflexiones, se han visto afectadas por la crisis y sus graves repercusiones sociales, económicas y políticas. En este momento crucial, la Unión Europea debe actuar con decisión, evitando repliegues proteccionistas.
Europa es la región más golpeada por una crisis que, aunque surgida al otro lado del Atlántico, ha puesto de relieve los problemas estructurales que venían detectándose desde hacía tiempo y que, de no enfrentarse ya, tendrán consecuencias dramáticas en el futuro.
La crisis aparece, pues, como el parte aguas en la historia de una nueva realidad mundial que se viene configurando hace más de dos décadas. Todo indica que habrá ganadores y perdedores en este cambio global, y si la Unión Europea no quiere estar entre estos últimos, como viene ocurriendo, tiene que reaccionar ya, definir estrategias de reformas para el horizonte de los próximos 20 años, aunar fuerzas, movilizar recursos y pasar a la acción. En definitiva, superar la introspección mirando hacia fuera, hacia la nueva realidad global.
Hay que avanzar, pues, en las respuestas contra la crisis y conectarlas con las reformas de medio y largo plazo que necesita la UE. Hablamos de la Unión porque somos interdependientes, compartiendo un Mercado Único, una moneda única y un Pacto de Estabilidad y Crecimiento que obliga a los países del Euro.
Para salir de la crisis necesitamos mantener medidas anticíclicas, hasta que la economía despegue por si misma, porque la máxima prioridad sigue siendo crecer y crear empleo. La Unión tiene que actuar, porque algunos Estados miembros han sobrepasado sus márgenes de maniobra con las obligadas operaciones de rescate financiero, con los gastos sociales y la pérdida de ingresos. Si aquellas se cortan a destiempo podemos retroceder. Asimismo, los Estados que tienen margen de maniobra han de asumir mayor liderazgo.
Necesitamos desarrollar sin dilación la gobernanza económica que nos falta para evitar los choques asimétricos derivados de la coexistencia de una moneda única y un mercado interior con distintas políticas económicas. Ni el Euro ni el Pacto de Estabilidad y Crecimiento están en la base de los problemas surgidos, pero no son suficientes para garantizar la convergencia económica. La Unión debe resolver las divergencias existentes entre Estados miembros, vigilando y corrigiendo las pérdidas de competitividad que reflejan los desequilibrios en balanzas de pagos y por cuenta corriente. Los criterios de convergencia deben incluir estos elementos y tenemos que disponer de un instrumento de estabilidad monetaria para afrontar crisis imprevistas.
Urge la reforma del funcionamiento de las instituciones financieras y de sus mecanismos de vigilancia y control para evitar que estemos incubando ya la próxima crisis. Salvo para cortar créditos a la economía productiva, nada ha cambiado en el comportamiento de las entidades financieras que nos llevó a la crisis. Sería deseable que las reformas se operaran en el G.20, pero es imprescindible, hasta que se consiga, que la UE tenga sus propias normas regulatorias y sus mecanismos de control y vigilancia. Los ciudadanos no permitirán otra operación de rescate como la que se ha hecho.
Para el horizonte 2020-2030, los europeos necesitamos una economía social de mercado altamente competitiva y sostenible, si queremos mantener la cohesión social y luchar contra el cambio climático”.
3 comentarios:
Se me ponen los pelos de punta al ver el video y creame, me da miedo toda esta situación.
El informe de "sabios" —cuánta humildad— encabezados por el ex Pte. González dejaba bastante que desear de cara a la equidad socioeconómica y a los derechos laborales colectivos, si me baso en las conclusiones que he leído aquí y allá.
Parece que el Diputado Cohn-Bendit —a la meva llengua es pot fer un joc de paraules entre còmic i irreverent amb el seu cognom :-) — está sabiendo entender bastante bien el momento.
Cordialmente,
Se considera que el Tratado de Lisboa es bueno que haya salido adelante, cuando contiene cosas que deberían ser rechazadas ya. No nos han dejado votarlo, por cierto.
Nos dicen, p.ej. "Para salir de la crisis necesitamos mantener medidas anticíclicas, hasta que la economía despegue por si misma,"
¿Quieren decirnos que las medidas anticíclicas deberán abandonarse cuando haya crecimiento del P.I.B.? Las medidas anticíclicas (Políticas Económicas contractivas en expansión y expansivas en recesión) deben de aplicarse siempre. Si sólo se aplican las medidas expansivas en la recesión pero no las contractivas en la expansión, entonces estamos en aquello tan detestable del socialismo para ricos: socializar pérdidas y privatizar ganancias.
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