lunes, 31 de mayo de 2010

EL KARAOKE DE GALLARDON

Antaño, cuando los apuntadores leían el texto de un a obra teatral ocultos tras la concha del escenario, aseguraban con su anónimo trabajo el buen fin de la representación. Algo mas tarde con el desarrollo de las tecnologías un aparato, llamado telepronpter, combina las funciones de cámara de TV y apuntador de un texto previamente grabado en un ordenador.
Tanto uno como otro ingenio aseguran el correcto desarrollo del trabajo de los que están expuestos a la vista y juicio de los espectadores, en pocas palabras, unos buenos inventos.
Otro invento que por el contrario me parece infernal y estúpido es el llamado karaoke, artilugio que como todos sabemos proyecta la letra de una canción en forma de subtítulos al tiempo que suena la música, completándose así la canción y posibilitando que cualquiera, micrófono en mano, pueda atormentar los oídos a vecinos y/o paseantes.
Ni que decir tiene que el invento tiene la virtud de impedir la iniciativa literaria y musical del aspirante a cantante, pues de lo que se trata es no salirse lo más mínimo de la letra y de la música enlatada y si es posible mantener un compás bailable mas o menos adecuado al ritmo de la canción.
He de asumir que si para mi este artilugio es como ya he dicho infernal es tanto por mi sentido del ridículo como por mis nulas dotes cantarinas, lo cual no significa que aplique mi criterio a aquellos que del karaoke disfruten.
Ahora bien, cuando la cosa llega al extremo que ha llegado en Madrid, entiendo que es conveniente poner limite al recochineo publico. Me explico.
Me dicen que con motivo del centenario cumpleaños de la Gran Vía madrileña, y entre otras actividades, se ha organizado un multitudinario karaoke en la plaza del Callao, justo, justo, delante de la sede del PSM, y como no creo en las casualidades me malicio que este alcalde melómano, ha puesto en pie la más refinada de las rechiflas que se pueden hacer al actual secretario general del PSM. Montarle un karaoke en la puerta de su sede como explicita indirecta a su dependencia política de los dictados de Ferraz, ya que, por mucho que Tomás trate de aparentar lo contrario, nada de la letra y menos de la música que el PSM canturrea es original.
Es verdad que de esta forma se evita pagar el impuesto revolucionario a sus amigos de la SGAE. A no ser que Zp tenga registrados los derechos de autor de sus ocurrencias.
Y como vengo del medico me ha venido al recuerdo una frase de Voltaire que a este respecto, el de las ocurrencias, no del karaoke, dijo: “La idiotez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás”.

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