miércoles, 26 de mayo de 2010

¡VAYA TROPA!

Hay hoy por la Red mucho progresista indignado por el pataleo que ayer en el Senado nos regalaron a todos los españoles los “centristas” y de las JONS del PP.
No solo están indignados los zapateristas, sino que parecen sorprendidos por el proceder de aquellos con quienes el resto de los días comparten cafés, charletas y alguna que otra timba senatorial. Alguien que no conozca la realidad diaria de todos los que comparten forma de vida, vivir de la política, podría creer en la sinceridad de sus reacciones.
La realidad es que unos y otros son meros hooligans de quienes les ponen en situación de creerse padres de la patria, y con la misma desmesura, con la misma chabacanería patean al contrario aun en aquellas ocasiones en las que parcial o totalmente coincidan íntima y personalmente con lo defendido políticamente por el de enfrente.
Lo que sucedió ayer en la división de plata de los padres de la patria es que, como en el dicho, Dios ayuda a los “malos” cuando son más que los “buenos”, y por lo tanto los “¡Zapatero, dimisión!” ahogaron a los “¡guuurrrtel!” que los zapaterianos entonaron a la contra, y que como dijo, no sé si forzado por las cámaras de TV, el presidente del Senado, fue lamentable el espectáculo que dieron, todos, a la ciudadanía.
Cuando más grave es la situación de la ciudadanía y cuando la angustia ya oprime a muchos de los que dicen representar estos representantes comerciales, nos demuestran, todos, unos con timbre de tenores y otros con pocas dotes de barítonos, que la algarada partidaria es la forma en que entienden la representación que les encomendamos. Y no.
Si mirasen mas allá del referente que les ciega y alimenta y constatarían que incluso en las más inmundas tabernas las discusiones del común de los ciudadanos nunca descienden al abismo de la vergüenza ajena que ellos frecuentan.
Aunque no sé por qué me molesto en gastar tiempo y “bites” con tan poca cosa. Lo de ayer en el Senado es la cada vez más conocida demostración de qué es lo que configura la genética de la clase política española. Claro que no viene nada mal a la aun incipiente esperanza de regeneración política en España, que de vez en cuando, estos energúmenos, nos recuerden como son.

1 comentario:

ElSrM dijo...

Tienen una libertad de expresión y una inviolabilidad parlamentaria y la usan para esto. Recuerda a aquellas imágenes de los 80 en las que los parlamentarios de países del sudeste asiático de golpeaban incluso con sillas, salvando las distancias.

Mientras la gente a pie de calle lo tolere, crea que eso es lo normal... mientras no digan y hagan tajantemente cosas como "jamás apoyaré con mi voto ni con una cuota de ningún tipo a alguien que sea un impresentable" los politicastros podrán seguir haciendo el gamberro en nuestras instituciones.

Puro gamberrismo de señores ya mayorcitos. Con las tomas de televisión, parlamentario a parlamentario, se podrían montar buenos programas sensacionalistas en los que se les podría desnudar como los maleducados que son y con qué estilo y acciones "nos representan".

Saludos,