Puesto que la información que voy a comentar proviene del sub-mundo pedrojotero y ya sabemos cómo es el periodismo de investigación que por allí se gastan, me voy a poner la venda antes de recibir la pedrada que tendría bien merecida si no hiciese esta salvedad, por si a la postre todo fuese un bulo informativo de los de Pradillo.
Dice el periódico del señor del corsé que ha realizado una encuesta entre veinte parlamentarios progresistas sobre quien sería para ellos el mejor candidato para el Psoe si finalmente Zp renunciase a encabezar la lista por Madrid. Dice también el líder mundial en español que esos parlamentarios han accedido a participar con la sola condición de que se les mantuviese el anonimato, no vaya a ser que…..
En otro ejemplar electrónico, el de la cadena amiga, la contumaz perdedora zapateriana, excelentísima señora doña Trini, dice que quien se plantee el relevo de Zapatero comete, para empezar, una enorme falta de respeto.
Den Vds. por ciertas ambas “noticias”, súmenlas y díganme si la conclusión final a la que nos lleva la actual ejemplaridad de los políticos zapateriles no engloba tanta cobardía como amenazas, tanta indignidad como opresión, tanta mediocridad como inseguridad propia, tanta corrupción de los valores cívicos como oculta tiranía, tanta falta de libertad como acomodación a los privilegios que regala la política.
Durante casi todos los años que dicen que llevamos en este sistema al que llaman democrático, hemos podido atisbar en muchas ocasiones y constatar en las menos, los dos niveles de exigencia que en la vida diaria se dan entre los componentes de la sociedad española.
Un nivel de exigencia para el común de los ciudadanos basado en reglas de comportamiento cívico y leyes orientadas a mantener el orden y la paz social preestablecido por los poderosos, y otro muy distinto nivel de exigencias que es solo aplicable a aquellos que poseyendo cualquier clase de poder, sea político, económico o de influencia social, se caracteriza por la laxitud de las reglas que les son de aplicación y por la práctica ausencia de responsabilidad de todos los que cada vez mas alegremente las violan.
Permítanme que use un ejemplo tan real como demagógico, tan cierto como impresentable, pero que demuestra la dicotomía social y legal de esta España suya.
Carboneras, Almeria, primeros de octubre, dos guardias civiles fuerzan a los marineros de un barco argelino a regalarles dos cajas de gambas a cambio de no notificar su presencia en la aduana portuaria. Son descubiertos, denunciados, separados del servicio, y al ser encausados, el fiscal pide multas por valor de quinientos euros a cada uno y dos años de separación del servicio.
No contrapondré a este primer caso uno concreto de la multitud de casos de corrupción que anegan a la política española y depauperan las arcas públicas. Citaré solo unos cuantos nombres, Fabra, Camps, Correa, Balbas, Tamayo, Maciá Alavedra, Gil, y un etcétera tan largo como vergonzante pero todos con un denominador común, la impunidad absoluta, casos a los que hoy se les suma el ejemplo de corrupción mental voluntariamente asumida de los parlamentarios cobardes y del sátrapa amenazador.
En el franquismo, -una dictadura, no se olvide-, el latrocinio hacia lo público, la corrupción institucionalizada, la prevaricación y el cohecho eran el pan suyo de cada día y en esa anormalidad diaria solo el temor a las represalias silenciaba lo que era vox populi.
Por todo ello, si en cuestiones del trinque y del enriquecimiento privado a costa de la política no les vamos a la zaga a los enriquecidos del franquismo, y hoy mejor que nunca se comprueba que el anonimato es la cortina de cobardía en la que se esconden los que sin gallardía alguna temen mas a la ira del dictadorzuelo y de su cohorte de cantamañanas que a la indignidad que con su actuar adquieren, ¿Cómo es que seguimos llamando democracia a esto que ahora tenemos por el simple hecho de que se nos permita cambiar a Zp por Rajoy?.
No solo tienen el descaro de seguir hablando de democracia, rizan el rizo diciendo que el problema de España es la economía, y no es verdad. El problema de España es la indecencia de clase política que tenemos.
Dice el periódico del señor del corsé que ha realizado una encuesta entre veinte parlamentarios progresistas sobre quien sería para ellos el mejor candidato para el Psoe si finalmente Zp renunciase a encabezar la lista por Madrid. Dice también el líder mundial en español que esos parlamentarios han accedido a participar con la sola condición de que se les mantuviese el anonimato, no vaya a ser que…..
En otro ejemplar electrónico, el de la cadena amiga, la contumaz perdedora zapateriana, excelentísima señora doña Trini, dice que quien se plantee el relevo de Zapatero comete, para empezar, una enorme falta de respeto.
Den Vds. por ciertas ambas “noticias”, súmenlas y díganme si la conclusión final a la que nos lleva la actual ejemplaridad de los políticos zapateriles no engloba tanta cobardía como amenazas, tanta indignidad como opresión, tanta mediocridad como inseguridad propia, tanta corrupción de los valores cívicos como oculta tiranía, tanta falta de libertad como acomodación a los privilegios que regala la política.
Durante casi todos los años que dicen que llevamos en este sistema al que llaman democrático, hemos podido atisbar en muchas ocasiones y constatar en las menos, los dos niveles de exigencia que en la vida diaria se dan entre los componentes de la sociedad española.
Un nivel de exigencia para el común de los ciudadanos basado en reglas de comportamiento cívico y leyes orientadas a mantener el orden y la paz social preestablecido por los poderosos, y otro muy distinto nivel de exigencias que es solo aplicable a aquellos que poseyendo cualquier clase de poder, sea político, económico o de influencia social, se caracteriza por la laxitud de las reglas que les son de aplicación y por la práctica ausencia de responsabilidad de todos los que cada vez mas alegremente las violan.
Permítanme que use un ejemplo tan real como demagógico, tan cierto como impresentable, pero que demuestra la dicotomía social y legal de esta España suya.
Carboneras, Almeria, primeros de octubre, dos guardias civiles fuerzan a los marineros de un barco argelino a regalarles dos cajas de gambas a cambio de no notificar su presencia en la aduana portuaria. Son descubiertos, denunciados, separados del servicio, y al ser encausados, el fiscal pide multas por valor de quinientos euros a cada uno y dos años de separación del servicio.
No contrapondré a este primer caso uno concreto de la multitud de casos de corrupción que anegan a la política española y depauperan las arcas públicas. Citaré solo unos cuantos nombres, Fabra, Camps, Correa, Balbas, Tamayo, Maciá Alavedra, Gil, y un etcétera tan largo como vergonzante pero todos con un denominador común, la impunidad absoluta, casos a los que hoy se les suma el ejemplo de corrupción mental voluntariamente asumida de los parlamentarios cobardes y del sátrapa amenazador.
En el franquismo, -una dictadura, no se olvide-, el latrocinio hacia lo público, la corrupción institucionalizada, la prevaricación y el cohecho eran el pan suyo de cada día y en esa anormalidad diaria solo el temor a las represalias silenciaba lo que era vox populi.
Por todo ello, si en cuestiones del trinque y del enriquecimiento privado a costa de la política no les vamos a la zaga a los enriquecidos del franquismo, y hoy mejor que nunca se comprueba que el anonimato es la cortina de cobardía en la que se esconden los que sin gallardía alguna temen mas a la ira del dictadorzuelo y de su cohorte de cantamañanas que a la indignidad que con su actuar adquieren, ¿Cómo es que seguimos llamando democracia a esto que ahora tenemos por el simple hecho de que se nos permita cambiar a Zp por Rajoy?.
No solo tienen el descaro de seguir hablando de democracia, rizan el rizo diciendo que el problema de España es la economía, y no es verdad. El problema de España es la indecencia de clase política que tenemos.
1 comentario:
Muy a mi pesar no puedo estar mas de acuerdo con usted.
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