lunes, 20 de diciembre de 2010

IMAGINE

No. No le pongan música a lo que sigue, y menos aun la de la célebre canción de John Lennon. Como mucho pongan alguna marcha fúnebre. Yo les sugiero el segundo movimiento de la “Eroica”, la tercera sinfonía de don Luis van Beethoven. Vean por qué.
Imaginen que la crisis económica de la que disfrutamos se originó por el boom del ladrillo, por la alegría prestamista de los banqueros y el endeudamiento externo al que tuvieron que acudir para seguir engordando la bola de nieve hipotecaria. Todo ello con el beneplácito de Aznar y Zp.
Imaginen que la crisis se agrava cuando, como resultado haberse acostumbrado las empresas y los bancos a obtener ganancias anuales acumulativas de más del 20 %, al ver como ese margen se reduce a lo largo de 2007, al unísono, toman como única medida de ajuste el masivo despido de más de tres millones de trabajadores.
Imaginen que los cinco millones de trabajadores en paro ven día a día como se reducen sus disponibilidades económicas, como se les agotan las prestaciones por desempleo y por ello y muy a su pesar, dejan de pagar la hipoteca, ven como el banco o caja se queda con su vivienda manteniendose la deuda viva, viéndose así abocados a reducir drásticamente sus niveles de consumo y generando colectivamente un descenso de la actividad económica.
Imaginen que con todo lo anterior, morosidad, desahorro y descenso de la demanda interna, los bancos españoles, endeudados primordialmente con la banca alemana y francesa por más de 600.000 millones de euros, se encuentran sin posibilidades de incrementar los depósitos ajenos, no pudiendo hacer frente a los vencimientos de la deuda que con fecha fija en su momento aceptaron.
Imaginen que el Estado español, el menos endeudado de los que componían en el verano de 2007 el selecto club de los países euro, se ve asaltado por los banqueros españoles que exigen que ese Estado, al que días antes pretendían reducir a la mínima expresión, salga en su ayuda y se convierta en avalista y prestamista para que los prestamistas privados puedan pagar sus créditos obtenidos en el exterior.
Imaginen que ese mismo Estado español, el menos endeudado de los que en 2007 componían el selecto club de los países euro, se ve asaltado, también, por los banqueros alemanes y franceses, que, acreedores de los bancos españoles, exigen que el Estado menos endeudado se endeude para financiar a los bancos españoles para que estos a su vez paguen a los bancos alemanes y franceses.
Imaginen que el Estado español regido por un gobierno socialista, acepta, -tras haber malbaratado la banca pública-, convertirse en avalista y prestamista de los bancos españoles a la vez que inicia la implantación de un sistema fiscal idéntico al actualmente existente en la Alemania de Ángela Merkel, sistema que generaría al estado español unos ingresos extras por más de 50.000 millones de euros anuales, obteniendo esta medida el respaldo de la mayoría absoluta del parlamento español y de los sindicatos de clase.
Imaginen que tras esa reforma fiscal a la alemana, se modifican el impuesto de sociedades, el reglamento del IVA, se reintroduce a la alemana el impuesto sobre el patrimonio y se endurece la represión fiscal y las medidas contra la evasión de capitales en el mismo sentido y con la misma dureza que en la Alemania de Ángela Merkel.
Imaginen que los tribunales de cuentas ejerciesen su función de control y denuncia sobre las malversaciones y dispendios de los caudales publicos y que siendo el ministerio fiscal independiente de los distintos gobiernos la fiscalía reclamase judicialmente las responsabilidades oportunas a todos los escalones políticos involucrados en el maltrato para con el dinero público.
Imaginen que ese gobierno socialista, al igual que Ángela Merkel a favor de los suyos, pone pie en pared y se niega a reducir ni un solo átomo de los derechos alcanzados por los trabajadores españoles, derechos que aun están a años luz de los que disfrutan los trabajadores alemanes y decide prohibir los despidos y las prejubilaciones de empresas con beneficios.
Imaginen que ese gobierno socialista, avalista y prestamista de la banca española, al igual que Bush y Obama, avala y presta a los bancos españoles para que estos paguen sus deudas, pero cobra e ingresa por ambas operaciones, dejando hundirse a los insolventes y nacionalizando con penalizaciones a aquellos otros que, viables, hubiesen sido mal gestionados y prohibiendo artificiales fusiones que lo único que persiguen es el despido barato de miles de trabajadores.
Imaginen que los mercados reaccionan diciendo no, así no, de esta otra forma. Bajando salarios a los funcionarios, reduciendo prestaciones a los parados, bajando las pensiones públicas a pesar de tener superávit la Seguridad Social, alargando la edad de jubilación, estableciendo el copago sanitario, bajando gastos en educación e investigación, abaratando el despido, estableciendo y favoreciendo un único contrato basura, facilitando la evasión de impuestos a empresas y plutócratas e incrementando los que se aplican sobre el consumo básico.
Imaginen que el gobierno socialista de España, en un alarde de dignidad de la que antes se daba en este país, mantiene el pulso y les dice a los mercados aquello tan envidiable de…”Más vale honra sin barcos que barcos sin honra” y que, finalmente, ese gobierno socialista, en su razonada y razonable firmeza, hace ver a Europa y a los “mercados” que o los gobiernos gobiernan para los ciudadanos o los ciudadanos acabarán gobernando, por la fuerza, a los bancos.
Pero cada vez que piensen en ese gobierno socialista, ni por un momento lo imaginen surgido del zapaterismo, o de lo contrario, este sueño se desvanecerá y al contrario de lo que Lennon decía, tendremos el infierno debajo de nosotros. Como ahora.

1 comentario:

Mariano dijo...

Magnífica y lúcida síntesis de algunos de los males que nos aquejan.

Pena que el barco ahora vaya sin rumbo hacia un inexorable naufragio.