jueves, 23 de diciembre de 2010

LA TRAICION DE PRISA

El 4 de junio de 1976 nació para la democracia el diario El País. Pasados treinta y cuatro años El País y la empresa que lo soporta, Prisa, han determinado apoyar la reducción de los espacios de libertad y la imposibilidad de ejercer los derechos ciudadanos constitucionales a cambio de su supervivencia empresarial.
Hace ya tiempo que Prisa, gestionada por un advenedizo de empresario, ha cambiado de rumbo, ha marcado otro destino. Ha cambiado su original servicio al público y a la democracia por el común objetivo de todas las empresas españolas, su exclusivo beneficio y su pervivencia empresarial, aunque esto conlleve perder, estos también, su identidad, su personalidad empresarial, social y política. Perder su compromiso con la prevalencia de la democracia sobre los intereses societarios.
Hoy, en otro paso más hacia la cloaca de la basura periodística, cierra CNN Plus. Hoy cierra el único canal de información medianamente solvente e independiente del espectro televisivo español. Hoy arrojan a Iñaki Gabilondo y a un amplio grupo de trabajadores al foso del silencio y del paro.
Que este es un país de desagradecidos, y por ello de malnacidos, es más que evidente, pero que el devenir de los hechos a los que está ayudando Prisa en su deriva neocon, esté provocando que este sea también un país de borregos es algo que debiera ser inaceptable para los que tengan algunos principios, algunos valores y algunos compromisos sociales.
La democracia española tiene una deuda de honor para con Gabilondo, y no es aceptable que se sobreponga el valor de mercado al marcado valor de quienes el 23-F se jugaron su carrera y algo más antes de que quien debiera haber dado la cara en primer lugar lo hiciese tarde y de forma ambigua.
No es de recibo que por salvar las irrecuperables cuentas de resultados de una empresa, la democracia española se quede huérfana de un grupo de comunicación que se pone en manos de uno de los más acérrimos enemigos de la democracia, Berlusconi.
Este país, en cuanto que democracia acosada y en proceso de derrumbe, necesita de medios de comunicación comprometidos con el pueblo, y es por ello que Iñaki Gabilondo y todo un grupo de periodistas que representan, aun hoy día, la ilusión por el trabajo en favor de sus conciudadanos y del sistema político democrático, nos son imprescindibles para los que deseamos recuperar la prevalencia de la política, (que no de los políticos), sobre la banca, sobre las grandes empresas, sobre los especuladores, nacionales y foráneos, sobre los intereses de aquellos patriotas de sus cuentas nada corrientes que se llenan la boca de acusaciones contra todo lo que represente bienestar social, al tiempo que su caridad cristiana les impulsa a ganarse el cielo con óbolos entregados a la salida de misa.
Hace tiempo que en total desacuerdo con el bandazo editorial de Prisa decidí que, como cliente, rompía mi relación con El País. Hoy, cuando ya no cabe duda sobre la orientación exclusivamente economicista de esa empresa, cuando es innegable su alineamiento y apoyo a los que están imponiendo el pensamiento único, la resignación y la mentira, declaro comprometerme a sistemática y periódicamente denunciar y pedir a todos mis conocidos y a todos mis lectores que boicoteen todos los productos de esa empresa.
Hoy, Prisa solo se diferencia de los agitadores de extrema derecha en quienes son sus preferidos a la hora de llevar la manija de los gobiernos, pero la gran coincidencia entre los antiguos golpistas y los que antaño se lanzaron a la calle para aglutinar la reacción ciudadana contra el golpe del 23-F, las raíces comunes de fascistas encubiertos y los que ya no están con la Constitución tras haber sido el referente social y político de los demócratas españoles es que ambos defienden el establecimiento, la implantación por la fuerza del dinero de un sistema político sometido a las imposiciones del capital.
En otras palabras, los herederos políticos de Franco, de Carrero, de Blas Piñar, de Tejero, de Fraga, de Aznar y de Rajoy coinciden políticamente en la destrucción de la democracia con los herederos políticos de González, de Boyer, de Solchaga, de Almunia, siendo el actual zapaterismo y su brazo mediático, Cebrián, los puntilleros de la democracia en España.
Esta es la triste realidad de esa empresa, por ello hay razones para regalarles el mismo tratamiento económico y de respeto que antaño dábamos los demócratas al periódico que decía ser el de los trabajadores, “Pueblo”, el periódico de los sindicatos verticales franquistas del que procede Cebrián. Ni dinero, ni respeto.

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