viernes, 3 de diciembre de 2010

MILITARIZAR vs. CIVILIZAR

Hace muchos años hubo quien un viernes, por más señas “santo”, dio un golpe político legalizando al Partido Comunista de España.
Hoy viernes de puente, y por lo tanto mucho más santo que cualquier otro, los ministros han decidido dictar un golpe a un colectivo de trabajadores, sometiendo sus reivindicaciones y condiciones laborales a la jurisdicción militar. Igual, igual que cuando la dictadura de antes del 78 ponía a soldaditos de remplazo a conducir el Metro de Madrid, o cuando llenaba las facultades de maderos y agentes del SIM, si los estudiantes se calentaban más de lo debido, que era siempre.
El día en que sabemos que España ocupa el puesto vigésimo de entre veintiún países de la OCDE en el ranquin de pobreza infantil, el mismo día en que conocemos que el 40 % de los parados, unos dos millones de ciudadanos viven en hogares en los que ninguno de sus componentes trabaja, en este mismo día en el que el gobierno baja los impuestos a las empresas y los sube nada más que un 24 % a los “apestados” y “perseguibles” fumadores, este mismo día en el que se suprime la ayuda de 426 euros a los parados que hubieran agotado todas las prestaciones y subsidios, este mismo día, como el de la lucecita del Pardo, el que velaba por todos los españoles, igual que el vigía de occidente, estos que se gastan una millonada en adecentar el mausoleo del invicto, estos retro progresistas militarizan a los controladores.
Dice el don Pepiño que no va a consentir el chantaje de los controladores que toman a los ciudadanos como rehenes, pero calla la sumisión ante el chantaje y el asesinato de un ciudadano español en El Aiún.
Tengo constancia personal y directa, -vi el cadáver-, de que el del Pardo, murió, pero no sé si antes o después le ha acompañado al infierno don “Camulo” Alonso Vega, ya que esta medida corresponde por su propia naturaleza a alguien de tan acendradas virtudes democráticas.
Lo auténticamente alarmante no es que este gobierno de mequetrefes camine hacia el desastre arrastrándonos a todos, lo auténticamente peligroso es que sus actitudes sean aplaudidas por una ciudadanía con tanta droga intelectual como famélica de ética y dignidad.
Cuando la ciudadanía antepone su capricho, viajar, al derecho constitucional, aunque solo fuera de un único trabajador, de acudir a la huelga como fórmula final de defender unos derechos laborales, es que esa ciudadanía ha perdido el norte. Ha perdido la escala de valores que deben estar omnipresentes en una democracia. Y cuando esa ciudadanía cae tan bajo, no solo no rechaza sino que demanda mano dura, militarización, recorte de libertades y finalmente, reclama a un salvador.
Me temo que en esas estamos. Todo apunta en esa dirección. Puede que con el paso del tiempo, cuando muchos años adelante alguien mire a la actual historia de esta sociedad española, solo le quepa decir que nadie nos quitó nada, que, presos del hedonismo más cutre y del consumismo insolidario, tiramos por la borda lo poco que hemos caminado hacia la libertad, la justicia y la dignidad personal y colectiva.

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