Hablaba ayer de los impuestos que nos imponen a los que, -desde la legalidad de un sistema político, social y económico desequilibrado, y por lo tanto injusto-, nos reducen tanto los ingresos como el disfrute de los derechos constitucionales que debiéramos tener asegurados por el simple hecho de ser ciudadanos españoles y contribuyentes. Tocaba muy de paso la radical y extrema diferencia que desde el punto de vista fiscal obtienen los que además de no pagar impuestos se afanan en imponernos a los que si los pagamos que se nos reduzcan los escasos derechos efectivos que el incipiente estado de bienestar español nos venía ofreciendo.
Ha tenido y tiene la crisis bancario-ladrillera la virtud teologal, (del dios dinero), de llevar a la practica el desiderátum que desde el siglo XIX pretendía el capital por diversos caminos, derrotar a la política y a las organizaciones que representaban los intereses de los trabajadores, poniéndolos a su servicio tras inocularles el virus del enriquecimiento que, disfrazado de competitividad y de rentabilidad, ha infectado las meninges de esta sociedad.
Hoy el sistema democrático ya no se fundamenta en la libre elección entre opciones políticas diferentes, ya que las supuestas diferencias sobre cómo organizarse social y económicamente han desaparecido. Hoy los partidos políticos no representan más que a colectivos de distintos individuos que interna y externamente luchan contra los competidores por hacerse con el poder político a fin de ser unos y no otros los que coloquen ese supuesto poder a los pies de los poderosos del dinero para ser ellos y no los de al lado, los que reciban las jugosas compensaciones de tal vasallaje.
Así, ni unos ni otros osan tocar, reformar o adecuar a la letra y al espíritu de la constitución lo referido en esta respecto a la obligada equidad y progresividad del sistema fiscal. Muy al contrario, la liza se estableció hace mucho tiempo en ver quien escoraba la fiscalidad mas a favor de los que en la lógica constitucional mas habrían de aportar a las arcas del estado.
Hoy nos repiten, -siempre los mismos interesados comisionistas, sean estos políticos, patronos, sindicatos o vendidos plumillas-, que los ingresos del estado son insuficientes para atender los gastos sociales, por lo que en su aplastante lógica capitalista, -tramposa e interesada-, hay que reducir prestaciones y por lo tanto derechos. Llegan en su descaradas mentiras al punto de afirmar, (Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2011), que la mal llamada hucha de las pensiones engrosa el capitulo del gasto social, cuando en realidad, y como ya he demostrado en numerosas ocasiones, es una autentica fuente de financiación para las emisiones de deuda pública.
Por todo ello y en la actual situación de persistente ataque a los derechos ciudadanos y a sus bolsillos, nos encaminamos hacia una continuada reducción de los servicios publicos que se corresponderá con un equivalente trasvase de rentas vía redistribución inversa efectuada por los gobiernos venideros, tengan tal o cual logotipo, y que con mecanismos más o menos elaborados seguirán aportando mas a quienes más tienen.
Mientras esto sucede no hay un solo progresista que en el seno de su partido se pregunte en voz bien alta como es que en un país que efectúa un gasto social inferior al 20 % del PIB de 2009, -lo cual supone un 20 % menos que el que efectúa Grecia, un 25% inferior al que realiza Portugal y nada más y nada menos que el 50 % menos que el que para con sus ciudadanos mantiene la Francia de Sarkozy-, se permite el lujo de ser el país que más ha bajado la presión fiscal de entre todos los que componen la OCDE durante el periodo 2007-2009.
Esta infernal y provocada situación abona el crecimiento del desempleo y por lo tanto incrementará el gasto por este concepto, pero nada se hará para impedir los despidos, muy al contrario se incidirá en el camino del despido libre y gratuito.
De igual forma las pensiones necesitaran mayores cantidades de efectivo ya que aun bajando las cuantías de las mismas y alargando la edad de jubilación la pirámide de edad de la población española nos conduce a una paulatina reducción de los excedentes económicos del sistema de la seguridad social. Pero en la lógica perversa del capital, este, impone que las cotizaciones no se adapten a tal necesidad, y menos aun que desaparezcan las miles de clases de exenciones del pago de cuotas a la Seguridad Social, mecanismo que a los patronos, a cambio de nada, les mete anualmente en sus bolsillos más de 15.000 millones de euros, millones que de otra forma estarían en el superávit del sistema o en una más adecuadas y justas prestaciones.
Por no hacer inacabable el relato de las incoherentes y absurdas situaciones que lastran la realidad de los dineros publicos españoles, baste apuntar por hoy el gran sarcasmo y la gran mentira que se esconde en algo aparentemente distante y sin relación con lo tratado hasta ahora, la guerra de Libia.
Están tratando de justificar, -bien que infructuosamente, a decir de las encuestas-, las reformas a la baja de los gastos sociales y los “rescates” a alza a los bancos y cajas de ahorro; para lo primero no hay dinero, para lo segundo el que haga falta, y como demostración de que van sobrados, los gastos que se originan para financiar los asesinatos que estamos cometiendo o ayudando a cometer en Libia, para peperos y zapateristas, son “pecata minuta”.
Y aun entre mis conocidos de la izquierda hay quien les va a votar. En lo que yo pueda cooperare a “botarles”.
Ha tenido y tiene la crisis bancario-ladrillera la virtud teologal, (del dios dinero), de llevar a la practica el desiderátum que desde el siglo XIX pretendía el capital por diversos caminos, derrotar a la política y a las organizaciones que representaban los intereses de los trabajadores, poniéndolos a su servicio tras inocularles el virus del enriquecimiento que, disfrazado de competitividad y de rentabilidad, ha infectado las meninges de esta sociedad.
Hoy el sistema democrático ya no se fundamenta en la libre elección entre opciones políticas diferentes, ya que las supuestas diferencias sobre cómo organizarse social y económicamente han desaparecido. Hoy los partidos políticos no representan más que a colectivos de distintos individuos que interna y externamente luchan contra los competidores por hacerse con el poder político a fin de ser unos y no otros los que coloquen ese supuesto poder a los pies de los poderosos del dinero para ser ellos y no los de al lado, los que reciban las jugosas compensaciones de tal vasallaje.
Así, ni unos ni otros osan tocar, reformar o adecuar a la letra y al espíritu de la constitución lo referido en esta respecto a la obligada equidad y progresividad del sistema fiscal. Muy al contrario, la liza se estableció hace mucho tiempo en ver quien escoraba la fiscalidad mas a favor de los que en la lógica constitucional mas habrían de aportar a las arcas del estado.
Hoy nos repiten, -siempre los mismos interesados comisionistas, sean estos políticos, patronos, sindicatos o vendidos plumillas-, que los ingresos del estado son insuficientes para atender los gastos sociales, por lo que en su aplastante lógica capitalista, -tramposa e interesada-, hay que reducir prestaciones y por lo tanto derechos. Llegan en su descaradas mentiras al punto de afirmar, (Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2011), que la mal llamada hucha de las pensiones engrosa el capitulo del gasto social, cuando en realidad, y como ya he demostrado en numerosas ocasiones, es una autentica fuente de financiación para las emisiones de deuda pública.
Por todo ello y en la actual situación de persistente ataque a los derechos ciudadanos y a sus bolsillos, nos encaminamos hacia una continuada reducción de los servicios publicos que se corresponderá con un equivalente trasvase de rentas vía redistribución inversa efectuada por los gobiernos venideros, tengan tal o cual logotipo, y que con mecanismos más o menos elaborados seguirán aportando mas a quienes más tienen.
Mientras esto sucede no hay un solo progresista que en el seno de su partido se pregunte en voz bien alta como es que en un país que efectúa un gasto social inferior al 20 % del PIB de 2009, -lo cual supone un 20 % menos que el que efectúa Grecia, un 25% inferior al que realiza Portugal y nada más y nada menos que el 50 % menos que el que para con sus ciudadanos mantiene la Francia de Sarkozy-, se permite el lujo de ser el país que más ha bajado la presión fiscal de entre todos los que componen la OCDE durante el periodo 2007-2009.
Esta infernal y provocada situación abona el crecimiento del desempleo y por lo tanto incrementará el gasto por este concepto, pero nada se hará para impedir los despidos, muy al contrario se incidirá en el camino del despido libre y gratuito.
De igual forma las pensiones necesitaran mayores cantidades de efectivo ya que aun bajando las cuantías de las mismas y alargando la edad de jubilación la pirámide de edad de la población española nos conduce a una paulatina reducción de los excedentes económicos del sistema de la seguridad social. Pero en la lógica perversa del capital, este, impone que las cotizaciones no se adapten a tal necesidad, y menos aun que desaparezcan las miles de clases de exenciones del pago de cuotas a la Seguridad Social, mecanismo que a los patronos, a cambio de nada, les mete anualmente en sus bolsillos más de 15.000 millones de euros, millones que de otra forma estarían en el superávit del sistema o en una más adecuadas y justas prestaciones.
Por no hacer inacabable el relato de las incoherentes y absurdas situaciones que lastran la realidad de los dineros publicos españoles, baste apuntar por hoy el gran sarcasmo y la gran mentira que se esconde en algo aparentemente distante y sin relación con lo tratado hasta ahora, la guerra de Libia.
Están tratando de justificar, -bien que infructuosamente, a decir de las encuestas-, las reformas a la baja de los gastos sociales y los “rescates” a alza a los bancos y cajas de ahorro; para lo primero no hay dinero, para lo segundo el que haga falta, y como demostración de que van sobrados, los gastos que se originan para financiar los asesinatos que estamos cometiendo o ayudando a cometer en Libia, para peperos y zapateristas, son “pecata minuta”.
Y aun entre mis conocidos de la izquierda hay quien les va a votar. En lo que yo pueda cooperare a “botarles”.
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