Cuando el comatoso presidente del gobierno hizo su última remodelación ministerial, establecí una ecuación grafica en la que había dos componentes que entendí como elementos positivos y otros dos negativos, por lo que el resultado de esa ecuación en términos políticos era igual a cero. Eran los sumandos positivos los representados por Rubalcaba y por Valeriano Gómez, mientras que los sustraendos los componían mi “adorada” Trini y la ilustre Pajín.
Pues queridos lectores, hoy, tras leer el Decreto por el que se aprueba el Plan para el afloramiento y control del empleo sumergido, he de reconocer, y así lo hago, que me equivoqué. Reconozco que a pesar de conocer, o precisamente por conocer personalmente la trayectoria política de Valeriano Gómez, con quien coincidí varios años en la hoy muy zapaterista agrupación de Chamberí, y quien estando de Secretario General de Empleo me ofreció dirigir el FOGASA, -oferta que rechace haciendo caso a Rafa Simancas-, evalué de forma totalmente errónea su fortaleza en el mantenimiento de sus principios, tanto cuanto no aprecié su gusto por el poder.
Lo lejos de ayer y guiado solo por los titulares de prensa, redacté una carta en la que rogaba al señor ministro de trabajo que modificase los términos del decreto, de tal forma que este no se configurase como lo que finalmente es, un castigo para los trabajadores sumergidos y una amnistía total para las empresas que sumergidas económica, fiscal y laboralmente obligan a sus trabajadores a vivir bajo la amenaza de la inseguridad que esa ilegalidad impuesta les confiere.
Nunca le remitiré tal carta. Tras leer detenidamente el contenido del Decreto me ha quedado totalmente anulada la más ínfima partícula de esperanza de que Valeriano Gómez conserve alguno de los valores de justicia y equidad que antaño decía defender y ejercer tanto en el Psoe como en la UGT.
Y como con los datos que adjunto, tomados de la WEB de la Moncloa, se vuelven innecesarias las palabras, vean como trata el decreto zapateril a los empresarios sumergidos, que son los que tienen la obligación de dar de alta a sus trabajadores y que no solo no lo hacen, sino que con su actuación defraudan por millones a la Seguridad Social y a la Hacienda pública y como de muy diferente forma y cuantías trata y tratará este gobierno a los trabajadores que obligados a trabajar en apnea han de costearse con sus ridículos sueldos protección sanitaria y seguros privados, con lo que de alguna forma son impelidos hacia los espacios de fraude que se contemplan en el cuadro inferior de las infracciones que ilustra esta entrada.
En palabras del propio ministro, se trata de aflorar empleo y así incrementar la cifra de la población activa que es sobre la que se calcula la ominosa cifra de la tasa de paro, consiguiendo, -en caso de que sean más las empresas que afloren trabajadores que las que con el incremento de costes del factor trabajo opten por despedirlos-, que esa tasa se reduzca aunque el número de parados aumente.
Junto a tan humanitaria y solidaria pretensión y a ella asociada, no solo no se oculta sino que se airea con orgullo el fin que les justifica este impresentable medio, el incrementar la recaudación fiscal por el impuesto de sociedades e IVA que las empresas afloradas aportarían e igualmente engordar los ingresos de la máxima fuente de financiación gubernativa, que es lo mismo que decir máxima fuente de financiación para los bancos, la caja, aun excedentaria, de la Seguridad Social.
Nunca pensé que el marxismo grouchiano fuese de aplicación a Valeriano Gómez, pero es evidente que él también, a Zp, a Botin o a ambos, ha debido decirles aquello de…..”Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”.
Pues queridos lectores, hoy, tras leer el Decreto por el que se aprueba el Plan para el afloramiento y control del empleo sumergido, he de reconocer, y así lo hago, que me equivoqué. Reconozco que a pesar de conocer, o precisamente por conocer personalmente la trayectoria política de Valeriano Gómez, con quien coincidí varios años en la hoy muy zapaterista agrupación de Chamberí, y quien estando de Secretario General de Empleo me ofreció dirigir el FOGASA, -oferta que rechace haciendo caso a Rafa Simancas-, evalué de forma totalmente errónea su fortaleza en el mantenimiento de sus principios, tanto cuanto no aprecié su gusto por el poder.
Lo lejos de ayer y guiado solo por los titulares de prensa, redacté una carta en la que rogaba al señor ministro de trabajo que modificase los términos del decreto, de tal forma que este no se configurase como lo que finalmente es, un castigo para los trabajadores sumergidos y una amnistía total para las empresas que sumergidas económica, fiscal y laboralmente obligan a sus trabajadores a vivir bajo la amenaza de la inseguridad que esa ilegalidad impuesta les confiere.
Nunca le remitiré tal carta. Tras leer detenidamente el contenido del Decreto me ha quedado totalmente anulada la más ínfima partícula de esperanza de que Valeriano Gómez conserve alguno de los valores de justicia y equidad que antaño decía defender y ejercer tanto en el Psoe como en la UGT.
Y como con los datos que adjunto, tomados de la WEB de la Moncloa, se vuelven innecesarias las palabras, vean como trata el decreto zapateril a los empresarios sumergidos, que son los que tienen la obligación de dar de alta a sus trabajadores y que no solo no lo hacen, sino que con su actuación defraudan por millones a la Seguridad Social y a la Hacienda pública y como de muy diferente forma y cuantías trata y tratará este gobierno a los trabajadores que obligados a trabajar en apnea han de costearse con sus ridículos sueldos protección sanitaria y seguros privados, con lo que de alguna forma son impelidos hacia los espacios de fraude que se contemplan en el cuadro inferior de las infracciones que ilustra esta entrada.
En palabras del propio ministro, se trata de aflorar empleo y así incrementar la cifra de la población activa que es sobre la que se calcula la ominosa cifra de la tasa de paro, consiguiendo, -en caso de que sean más las empresas que afloren trabajadores que las que con el incremento de costes del factor trabajo opten por despedirlos-, que esa tasa se reduzca aunque el número de parados aumente.
Junto a tan humanitaria y solidaria pretensión y a ella asociada, no solo no se oculta sino que se airea con orgullo el fin que les justifica este impresentable medio, el incrementar la recaudación fiscal por el impuesto de sociedades e IVA que las empresas afloradas aportarían e igualmente engordar los ingresos de la máxima fuente de financiación gubernativa, que es lo mismo que decir máxima fuente de financiación para los bancos, la caja, aun excedentaria, de la Seguridad Social.
Nunca pensé que el marxismo grouchiano fuese de aplicación a Valeriano Gómez, pero es evidente que él también, a Zp, a Botin o a ambos, ha debido decirles aquello de…..”Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”.
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