miércoles, 9 de noviembre de 2011

19ª RAZON PARA "BOTARLOS":LA MENTIRA COMO SEÑA DE IDENTIDAD

Son muchas las razones que cualquier ciudadano medianamente sensible a los valores de la izquierda clásica podría utilizar como soporte de su decisión de “botar” al zapaterismo. Para unos, las que estos días vengo exponiendo, pueden tener más o menos peso político, mientras que para otros, pudieran ser, si no todas, si muchas de ellas, determinantes a la hora de tomar tal decisión, pero estoy convencido que a cualquier demócrata, de izquierda o de centro, la utilización de la mentira y el engaño como formula sistemática de comunicación de la clase política con los ciudadanos es motivo, por sí solo, más que suficiente para obsequiarles con el más rotundo rechazo electoral.
Que la derecha de siempre miente es algo que ni merece ser demostrado ya que es evidente y palmario, pero que la supuesta izquierda socialdemócrata haya hecho del engaño y de la mentira una de sus más negativas señas de identidad, es algo que debiera haber provocado, no solo en la ciudadanía, sino en el seno de la militancia zapaterista, una rebelión ética que hubiese acabado con este régimen de mentiras con el que tratan de ocultar corrupción y traiciones.
Desde el inicial “No os fallaré”, Zp y su régimen semi feudal de idolatración y culto a la personalidad que impuso tanto en el gobierno partidario como en el institucional, han conseguido que de la mentira sea el más utilizado mecanismo de manipulación colectiva, hasta el punto de haber impregnado al todo el espectro de los medios de comunicación y de emisores de opinión publicada.
Mintieron cuando se ufanaban del llamado milagro español, ya que este no era otra cosa que burbuja ladrillista sin sostén productivo real que con sus valores añadidos la respaldase económica y financieramente. Mintieron cuando se jactaban de alcanzar y sobrepasar a Italia e ir a por Francia en lo que a potencia económica se refiere. Mintieron cuando en la más estúpida contradicción conceptual afirmaron que bajar impuestos era tan de izquierdas como el subirlos. Mintieron cuando meses antes de las elecciones del 2008, y solo por interés partidario, afirmaron que no había crisis, repartiendo, cual chantaje electoral y sin diferenciación alguna, 400 euros por declarante, diciendo que les sobraban. Dijeron, mintiendo, que la banca española era la más solida del mundo y que no se vería afectada por la “desaceleración” de la economía.
Más tarde mintieron cuando afirmaron que no consentirían que la crisis, -ya entonces aceptaron que si había crisis-, la pagasen los que no la habían provocado. Continuaron mintiendo cuando tras innumerables “reformas” laborales orientadas a facilitar el empleo, se alcanzaron los cuatro millones de parados. Mintieron cuando tras evidenciarse la realidad de un paro creciente negaron que se pudiera llegar a tener una población laboral con cinco millones de parados. Negaron en sus sucesivas reformas que estas respondiesen a intereses económicos de sus amos los banqueros, cuando al mismo tiempo comenzaron a crear los medios legales por los cuales todos los recortes de gasto público social han ido a parar a manos de los banqueros. Afirmaron ver brotes verdes en la actividad economica cuando sabían que aun se agravaría la situación de millones de trabajadores españoles.
Expoliaron los sueldos de los funcionarios y pensionistas para transferirlos a los ladrilleros en un ridículo, por escuálido, plan de falsa activación económica de apariencia keynesiana, plan en el que muchos de los carteles publicitarios costaban más que la obra o inversión que publicitaban.
En su descaro, antes y ahora, se atreven a mantener que no se pueden subir los impuestos a los que más tienen, cuando ellos y nosotros sabemos que los que más tienen prácticamente no pagan impuesto alguno y que por su acción legislativa, protectora de los intereses más espurios del dinero español, España está a un solo paso de cumplir todos los requisitos fiscales por los que a un país se le rotula como paraíso fiscal.
Finalmente, como nueva fórmula de mentira y engaño, como mecanismo de subordinación interesada a los mandatos del dinero, callan y tratan de ocultar el incremento desmesurado de la deuda pública y de sus intereses, incrementos que se están destinando en exclusiva para atender las exigencias que siguen aplicándoles los banqueros internacionales, los que, agotadas las arcas de los bancos españoles por la especulación y las rápidas ganancias ladrilleras, respaldaron financieramente la continuidad del crecimiento de la burbuja inmobiliaria, sabiendo que así se harían dueños, no solo de los débiles gobiernos de países dependientes, sino que por añadidura se harían con el control del sistema político europeo, es decir se hacían dueños de la democracia.
Este es el punto y seguido al que las mentiras y el silencio cómplice y culpable del zapaterismo ha llevado a la España de los trabajadores. Su incompetencia, sus mentiras y sus traiciones nos han llevado a la puerta, si no al interior del mas lúgubre salón de un nuevo tipo de dictadura. La del dinero.

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