martes, 15 de noviembre de 2011

LA GRAN TRAICIÓN A LA DEMOCRACIA, 24ª RAZON PARA “BOTARLOS”.

Desde su más temprana edad, la socialdemocracia española, para entendernos, el felipismo reinante en los ochenta, se caracterizó por combinar liberalismo económico y ampliación de las coberturas que el estado prestaba a la sociedad.
Si célebre y aplaudida fue la ampliación de la cobertura sanitaria a todos los ciudadanos españoles, estuviesen cotizando o no al sistema público de protección social, y la posterior creación de las pensiones no contributivas, no menos celebres y por el contrario nada aplaudidas fueron las sucesivas privatizaciones de todo aquello que permitía mantener un tejido económico y productivo de titularidad pública.
Tal mecanismo de generación de ingresos a las arcas públicas ocultó, ya entonces, la negativa política, -derivada primera de una concepción ideológica liberaloide-, de no efectuar una reforma fiscal acorde con los principios constitucionales, ideológicos y de justicia que el país demandaba.
Aquellos polvos, como no podía ser de otra forma, han acabado trayendo los actuales lodos, que ya sin disfraz alguno de socialdemocracia han facilitado la identificación absoluta de los que, dueños del Psoe, son liberales en lo económico sin macula alguna de genética social.
Con el zapaterismo cadavérico se ha culminado un proceso que ninguna duda dejara a los análisis que el tiempo venidero hará sobre ellos. Ninguna duda cabrá sobre la ultima y gran traición que el zapaterismo cometió contra la nación, contra la democracia, contra la historia del partido que los sustenta y contra sus militantes y votantes cuando, sin oponer la mas mínima resistencia, en mayo de 2010 Zapatero entrego a la democracia española a la codicia del capital nacional e internacional.
El poco tiempo transcurrido no les ha impedido acometer una serie de medidas encaminadas todas ellas a dar satisfacción a quienes tras su salida del poder político les mantendrán en la tranquilidad que otorgan los plutócratas a quienes se avienen a sus directrices. Esas medidas, individual y colectivamente, se han centrado en reducir, si no anular, gran parte de los avances laborales, económicos y sociales que los trabajadores habían venido alcanzando a pesar de la oposición de sus adversarios, empresarios y clase política.
Así, la desregulación laboral, en aras del eufemismo mas idolatrado por la CEOE, la flexibilidad, no solo no ha facilitado la contratación, sino que por el contrario ha precarizado el empleo, introduciendo inseguridad en los trabajadores y por lo tanto incrementando el grado de injusta dependencia que respecto a los patronos ya tenían.
El abaratamiento del despido, el otro tótem sagrado de los “despedidores”, ha sido tan flexibilizado que parte de las indemnizaciones por despido que debieran ser aportadas por las empresas han pasado a ser sufragadas por el Fondo de Garantía Salarial, organismo que se nutre de las aportaciones que también los trabajadores en activo efectúan mensualmente, provocando tal medida otra nueva transferencia de rentas de los bolsillos de los trabajadores a los bolsillos de los empresarios que, "agradecidos" con la administración, provocan con los despidos un incremento en el gasto por cobertura del desempleo, gasto al cual se oponen con todas sus fuerzas, incurriendo así en la mas contradictoria, interesada y protegida de las actuaciones.
Si lo anterior no fuese suficiente como para que la desbandada electoral que van a sufrir el próximo domingo les llevase al punto de quedar fuera del parlamento, situación que es la que se merecen, la gran traición zapateril está teniendo otro componente que era, ya en mayo de 2010, más que previsible, la dominación de la democracia por la dictadura del dinero.
Hoy ya no cabe duda alguna sobre la forma en que la dictadura del dinero actúa, pues sus dictados han conseguido acabar con el sistema de representación democrático en Grecia y en Italia al forzar las dimisiones de los más o menos presentables primeros ministros e imponiendo a gente procedente del núcleo de especuladores que provocaron el big-bang negativo de la economía productiva mundial.
Aquí, la dictadura del capital, en sumisión y connivencia con el “neonazional-liberalismo” alemán, ha forzado el adelanto electoral al que todos los zapateristas se oponían, ha impuesto que la deuda pública se dispare a fin de que el estado socorra a los bancos españoles endeudados con los bancos alemanes y franceses, la dictadura del dinero, con Zapatero haciendo de Pavía en el siglo XXI, ha impuesto una reforma constitucional, hurtada a la consulta ciudadana, por la que todos los derechos que en ella se contemplan se subordinan a la prioridad de utilizar los recursos económicos en el pago de las deudas.

En resumen, Zp, rendido al capital, ha cooperado a que la democracia tal y como se concebía cuando los hombres defendían valores y principios de igualdad, solidaridad y justicia, esté a un paso de desaparecer.

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