lunes, 22 de octubre de 2007

RETIRARLOS

En estos tiempos en los que los matices no existen, en los que el relativismo poco menos que es visto como ausencia de firmeza, y en los que solo el blanco o el negro son los colores aceptados, hasta el punto que o conmigo o contra mí es lo que se demanda y dócilmente se practica, hoy quiero romper una pequeña lanza a favor de la gama de grises, a favor de otra forma de optar políticamente.
Cuando en la acción política de este gobierno y en la acción opositora de esta oposición, tan solo trincheras opuestas les unen, al espectador, al ciudadano interesado, se le obliga a elegir bando, a elegir trinchera. Y hay quienes por convicción o por inercia, por animadversión al otro o por simple vasallaje interesado, aceptan coger el fusil y enfangarse en una guerra en la que como todas, los muertos serán muchos de los no beligerantes, la “población civil”, y el resto de finados serán de estas tropas de voluntarios embarrados.
Hay, por el contrario, en todo tiempo de guerra quienes mantienen la claridad de pensamiento, y si no tanto, si su independencia, y son capaces de ver que toda confrontación es a beneficio de alguien o “alguienes” que jamás asoman por las trincheras y menos aun resultan tan siquiera heridos, por lo que desde la distancia a intereses espurios, y aun en la contradicción que toda toma de decisión razonada conlleva, son capaces de definir la situación y trazar alternativas a las visiones monolíticas, contrapuestas, pero simétricas de los contendientes.
Así, hoy día está empezando a estar claro que la situación del zapaterismo es cuando menos delicada. Veamos.
Durante casi cuatro años, el zapaterismo se ha caracterizado por una acción política que desde el prisma del “progresismo” ha incidido en la posibilidad efectiva de ejercer unos determinados derechos sociales de carácter individual. Así la lucha contra la violencia de género, la apuesta por la igualdad entre hombres y mujeres y la regulación del matrimonio entre personas del mismo género, son todos ellos derechos que su ejercicio no lleva aparejado un gasto económico ni tan siquiera remarcable, y menos aun, una transformación social en la cual la dependencia de una clase social respecto de otra se vea disminuida.
Es ahora, a cinco meses de las elecciones, cuando se comienza la subasta de ofertas electorales, tan descabelladas en unos casos, como tardías en otros. El cheque bebé, que de forma lineal se dará a todos los padres sin tener en consideración su nivel de renta, -¿es esto progresismo?-, y que en unos casos si pudiera resolver necesidades de forma temporal como, en otros casos, pudiera, quizás, pagar viaje de celebración a las Seychelles, es uno de los ejemplos de acciones económicas descabelladas, y que por lo que se oye, fruto de ocurrencia personal de ZP.
En otros casos, se oferta subir el salario mínimo interprofesional hasta 800 euros y proseguir con la subida de las pensiones más bajas. Pues muy bien, lo que resulta sorprendente es que durante tres ejercicios económicos con apabullantes superávits públicos, no se hayan afrontado estas acciones y se haya tratado de vender una aplicación de la ley de Dependencia, el pomposamente llamado cuarto pilar del estado del bienestar, que a día de hoy no ha producido que un solo ciudadano esté percibiendo beneficio alguno de ella derivado, ya que en primer lugar su aplicación es competencia de las comunidades autónomas y en segundo lugar, para este año 2007 se presupuestaron 412 millones de euros y para 2008 se han previsto inicialmente, 800 millones, que ni es mucho ni es poco, depende con qué se compare. Un solo dato, para el año 2008 se ha presupuestado 1660,34 millones de euros en Investigación, desarrollo e innovación de carácter militar.
Como la casuística es interminable sobre el “carácter social” de este gobierno, no incidiré mas en esta característica. Tan solo recordar que brindis al sol todos los días, acciones transformadoras, ninguna.
Es por esto que se va a llegar a marzo con una disyuntiva muy complicada, tanto para los zapateristas como para aquellos que aun siendo de izquierda tenemos a gala no serlo.
Parece lógico pensar que cuando este gobierno entra en esta fiebre de ofertas, más populistas que socialistas, es porque no las deben tener todas consigo, es porque deben estimar que es más necesario acudir a la ramplonería del egoísmo ciudadano que a una sostenida acción social igualitaria. Con ello se demuestra que solo en dificultades electorales tiran de supuesta identidad socialista, que las siglas les regalan, para no seguir perdiendo credibilidad tras sus desmanes políticos y económicos.
Y aquí es donde aparece la disyuntiva de los que no son ni pro ni anti, pero si tienen clara su identidad política. Y la pregunta es ¿contra Zapatero, sus chicos y sus desmanes y por lo tanto a favor de Rajoy sus “cuates” y sus cruzadas?, o puesta en pasiva, ¿a favor de Zapatero con tal de estar en contra de Rajoy?.
Pues para mí que ni una ni otra. Ambas son producto de la manipulación que los partidos y algunos medios pretenden establecer. El maniqueísmo, la confrontación, el blanco o negro no deben ser aceptables.
Si se es de izquierda, y si además se es socialista, en primer lugar se ha de exigir a quienes dicen serlo y dirigir los destinos del PSOE, coherencia, y si esta no se da, la primera obligación es denunciarlo, por mucho que esta denuncia pudiera favorecer al oponente. Es por ello que anímo a todos los que se sientan intelectual y sociológicamente en la izquierda española a denunciar y a trabajar para que la derrota electoral de Zapatero sea el comienzo de la regeneración que el socialismo español necesita.
Antes o después el zapaterismo será derrotado electoralmente, pero si es mas tarde que temprano, entonces, será mucho más difícil recuperar el terreno perdido y la credibilidad, la coherencia y la identidad histórica de los colectivos sociales de ayer y de siempre, que estos están dilapidando.
Por estrategia hay que retirarlos.

No hay comentarios: