Recomiendo vivamente la detenida lectura de dos artículos de opinión que la pag. 17 del ejemplar de “El País” de ayer domingo incluye. Uno, del catedrático de Ciencia Política, Joan Subirats, y otro, contrapuesto, de un político sin ciencia alguna.
El uno entra a fondo a diseccionar que entendemos por democracia, sus reglas, y valores, afirmando que la existencia y respeto por las formas en democracia no garantizan por si mismas la consecución de los fines de esta, por lo que la igualdad no solo ha de ser jurídica, sino social y económica. Y observa como el reforzamiento de las reglas se empareja con el debilitamiento de los valores.
Establece una relación causa-efecto entre el enclaustramiento de los “habilitados” por las formas democráticas, los políticos instalados en el sistema, y la distancia cada vez mayor de la ciudadanía y su capacidad de influir y condicionar las decisiones, por lo que, y aquí aparece Bobbio, se corre el riesgo, yo diría, ya, la certeza, “que de las promesas de la democracia solo queden los ritos y las formalidades”.
Entra Subirats a discernir sobre el futuro de la izquierda en Europa, y establece que el problema no ha de ser como recuperar o mantener el poder, sino que lo significativo es replantear el ejercicio de la política como instrumento de transformación social, por lo que hay que llevar a esta democracia a recuperar su sentido transformador, igualitario y participativo, superando el sentido practico, formalista y minimalista que oculta profundas desigualdades y exclusiones.
Finaliza el catedrático abogando por recuperar la tensión que no incompatibilidad entre mercado, (capitalismo) y democracia, y establece como necesario que la izquierda abra debate sobre la democratización del crecimiento, del desarrollo, sobre quien define costes y beneficios, sobre quien gana y quien pierde ante cada opción económica aparentemente objetiva o neutra, para lo cual propone como imprescindible entender que la política no es solo institucional y que la política significa capacidad de dar respuesta a problemas colectivos.
En resumen un escueto, conciso, acertado y brillante compendio de identidad política de izquierda de ayer, de hoy y de siempre
De otro lado José Andrés Torres Mora, cuyos títulos profesionales son estar de diputado en la Carrera de San Jerónimo, estar en la Ejecutiva Federal del PSOE y ser uno de los “ideólogos” que confeccionará el programa del PSOE, que inicia su artículo con un pie que evita posteriores equívocos. Confiesa que a los políticos prácticos les cuesta comprender lo que ocurre en nuestro país. Ya se nota.
Rechaza a continuación la necesidad y la conveniencia,-¿su necesidad y su conveniencia?- de un Partido Demócrata en España, afirma que tal partido sería un avance en Italia pero no aquí, acude a Darendorff para afirmar que el siglo de la social-democracia ha finalizado, y emprende un camino en el que, haciendo una acertadísima practica de lo que en el inicio del articulo anunció, no entiende que la tradición social-demócrata, anclada en raíces socialistas en las cuales el internacionalismo y los valores de este, ayer y hoy, aboguen conjuntamente con aquella, por alcanzar metas de igualdad social y económica idénticas para todos los seres humanos. He aquí también las raíces humanistas del socialismo.
Este chiquito, que parece desconocer tal devenir de la historia, recorre el presente que todos conocemos, lo que el llama la social-democracia liberal de Blair, para acabar loando a Zapatero, lo cual me ha recordado, por no venir a cuento, que en los inicios del anterior régimen, el “saludo a Franco” era obligado en cualquier publicación.
Prosigue el autor abriéndose en canal y demostrando algo que vengo afirmando hace tiempo.
Las metas son, para los políticos prácticos, alcanzar éxitos electorales adaptando los valores de la social-democracia a la coyuntura social y económica del momento. De transformación social e igualdad, cero.
Finaliza afirmando que “un proyecto político no es algo que se pueda injertar en una sociedad desde arriba, sino que nace desde las entrañas mismas de la ciudadanía a partir de su experiencia histórica y de sus valores políticos”. Si esto no es populismo que venga Perón y lo vea, y quizás los llamase, políticos esponja. Pero lo peor es que considera que está, que están, arriba. Pepe Andrés, arriba están los valores que han movido y mueven a la humanidad en su lucha por un mundo mejor, los políticos…..pregunta donde sitúan los ciudadanos a los políticos prácticos.
Está claro que lo único que entienden es que lo suyo vaya bien, si hay que adaptarse, pues se adaptan, hay que ser prácticos.
Estos se aprendieron muy bien aquello que en su momento dijo González, “hay que ser socialista antes que marxista” y lo llevan al punto del absurdo dejándolo en “hay que ser”. Da lo mismo qué.
P.D.: He destacado la expresión mantener el poder, ya que esa es la formula en la que deposité a principios de septiembre toda la identidad política que estos zapateriles chicos tienen, por lo que agradezco a Joan Subirats que coincidamos, aunque el no lo sepa.
El uno entra a fondo a diseccionar que entendemos por democracia, sus reglas, y valores, afirmando que la existencia y respeto por las formas en democracia no garantizan por si mismas la consecución de los fines de esta, por lo que la igualdad no solo ha de ser jurídica, sino social y económica. Y observa como el reforzamiento de las reglas se empareja con el debilitamiento de los valores.
Establece una relación causa-efecto entre el enclaustramiento de los “habilitados” por las formas democráticas, los políticos instalados en el sistema, y la distancia cada vez mayor de la ciudadanía y su capacidad de influir y condicionar las decisiones, por lo que, y aquí aparece Bobbio, se corre el riesgo, yo diría, ya, la certeza, “que de las promesas de la democracia solo queden los ritos y las formalidades”.
Entra Subirats a discernir sobre el futuro de la izquierda en Europa, y establece que el problema no ha de ser como recuperar o mantener el poder, sino que lo significativo es replantear el ejercicio de la política como instrumento de transformación social, por lo que hay que llevar a esta democracia a recuperar su sentido transformador, igualitario y participativo, superando el sentido practico, formalista y minimalista que oculta profundas desigualdades y exclusiones.
Finaliza el catedrático abogando por recuperar la tensión que no incompatibilidad entre mercado, (capitalismo) y democracia, y establece como necesario que la izquierda abra debate sobre la democratización del crecimiento, del desarrollo, sobre quien define costes y beneficios, sobre quien gana y quien pierde ante cada opción económica aparentemente objetiva o neutra, para lo cual propone como imprescindible entender que la política no es solo institucional y que la política significa capacidad de dar respuesta a problemas colectivos.
En resumen un escueto, conciso, acertado y brillante compendio de identidad política de izquierda de ayer, de hoy y de siempre
De otro lado José Andrés Torres Mora, cuyos títulos profesionales son estar de diputado en la Carrera de San Jerónimo, estar en la Ejecutiva Federal del PSOE y ser uno de los “ideólogos” que confeccionará el programa del PSOE, que inicia su artículo con un pie que evita posteriores equívocos. Confiesa que a los políticos prácticos les cuesta comprender lo que ocurre en nuestro país. Ya se nota.
Rechaza a continuación la necesidad y la conveniencia,-¿su necesidad y su conveniencia?- de un Partido Demócrata en España, afirma que tal partido sería un avance en Italia pero no aquí, acude a Darendorff para afirmar que el siglo de la social-democracia ha finalizado, y emprende un camino en el que, haciendo una acertadísima practica de lo que en el inicio del articulo anunció, no entiende que la tradición social-demócrata, anclada en raíces socialistas en las cuales el internacionalismo y los valores de este, ayer y hoy, aboguen conjuntamente con aquella, por alcanzar metas de igualdad social y económica idénticas para todos los seres humanos. He aquí también las raíces humanistas del socialismo.
Este chiquito, que parece desconocer tal devenir de la historia, recorre el presente que todos conocemos, lo que el llama la social-democracia liberal de Blair, para acabar loando a Zapatero, lo cual me ha recordado, por no venir a cuento, que en los inicios del anterior régimen, el “saludo a Franco” era obligado en cualquier publicación.
Prosigue el autor abriéndose en canal y demostrando algo que vengo afirmando hace tiempo.
Las metas son, para los políticos prácticos, alcanzar éxitos electorales adaptando los valores de la social-democracia a la coyuntura social y económica del momento. De transformación social e igualdad, cero.
Finaliza afirmando que “un proyecto político no es algo que se pueda injertar en una sociedad desde arriba, sino que nace desde las entrañas mismas de la ciudadanía a partir de su experiencia histórica y de sus valores políticos”. Si esto no es populismo que venga Perón y lo vea, y quizás los llamase, políticos esponja. Pero lo peor es que considera que está, que están, arriba. Pepe Andrés, arriba están los valores que han movido y mueven a la humanidad en su lucha por un mundo mejor, los políticos…..pregunta donde sitúan los ciudadanos a los políticos prácticos.
Está claro que lo único que entienden es que lo suyo vaya bien, si hay que adaptarse, pues se adaptan, hay que ser prácticos.
Estos se aprendieron muy bien aquello que en su momento dijo González, “hay que ser socialista antes que marxista” y lo llevan al punto del absurdo dejándolo en “hay que ser”. Da lo mismo qué.
P.D.: He destacado la expresión mantener el poder, ya que esa es la formula en la que deposité a principios de septiembre toda la identidad política que estos zapateriles chicos tienen, por lo que agradezco a Joan Subirats que coincidamos, aunque el no lo sepa.
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