Hartos nos tuvieron en la pasada campaña electoral con aquello de que esas eran unas elecciones transcendentes para este país, y tan harto me tuvieron, que cuando a los casi veinte días comenzaba la descompresión electoral, explota, ante quien quiera verlo, la traducción real de aquello que decían sobre esa transcendencia. A la vista de los hechos, lo que realmente querían decir es que eran unas elecciones transcendentes para ver quien pillaba tal o cual puesto, tal o cual momio.
Para ellos, unos y otros, era absolutamente transcendente, vital, que ganasen unos o lo hiciesen otros, y nosotros, los muy pardillos de los ciudadanos que nos creemos todo lo que nos dicen, cada uno a los suyos, por supuesto, no nos queremos creer esta, quizás, la única cosa en la que coinciden y hacen verdad, que es importantísimo quien pilla qué cosas.
Lo que está sucediendo estos días pone de relieve que la sociedad a la que hemos llegado a bordo de una democracia sin mas valor que el dinero es una sociedad autista y contradictoria.
Es autista porque no quiere ver lo que ante sus ojos tiene, la indecente competición de todos, cada uno en su bando, por pillar. Por pillar por sí y solo para sí mismo. Los que han ganado, en tan restringida como impresentable competición, pero a tenor de lo que dicen aquellos a los que se escucha, los medios de comunicación, legitima competición, en la que se enarbolan como mérito para la consecución del chollo pretendido los resultados electorales de su región, de su pueblo o si me apuran de su casa, los cuales se transmutan en letras de cambio comerciales a las que hay que corresponder desde lo alto del podio electoral con dádivas que para nada atienden a virtud y/o necesidad publica, sino solo conveniencia, su conveniencia.
Los que han perdido luchan entre si porque la merma entre lo deseado y lo conseguido no deje a los mas conspicuos o menos perdedores en la cuneta de los privilegios, y aquellos otros, los que nunca pueden ganar, que son minoritarios, pero que son y están en la pomada, retoman su clásico papel de agentes comerciales multifaceticos, -literalmente de muchas caras-, que al ganador se ofrecen cuales meretrices callejeras en oferta o subasta a la baja, o al alza, según las promesas o los ceros de los que se esté hablando. Esto en cuanto a los protagonistas del chalaneo político de los politicos.
En lo que concierne a los "espectadores", la contradicción es apabullante.
Cuando durante quince días tratan de convencernos de las virtudes que les adornan a todos, de los aciertos propios y de los errores ajenos, de la conveniencia de confiar en ellos si, no en los otros, y en lo bien que nos irá a todos con los unos y no con los otros; después de pasarnos la cabeza con tanta mentira disfrazada de campaña electoral, a los quince días no tienen el mas mínimo pudor ellos y nosotros, todos, en tomar como normal la indecencia social de representar su mas autentica y sincera obra teatral.
Esta consiste en despojarse del uniforme de hablar a los ciudadanos y ponerse el mono de montárselo entre ellos, y si así es, y así lo representan, sus aliados, los medios, los de un lado y los del otro se avienen a tal representación y ninguno reclama raciocinio o, cuando menos, disimulo.
Si en la vida diaria, con las excepciones que se quiera, los sapos y culebras que hay que tragar cada día, se actúa atendiendo a la necesidad del trabajo que haya que realizar para asignarlo al perfil profesional que mas se adecue a esa tarea, si los equipos de trabajo se configuran tratando de equilibrar los distintos factores de cada uno de sus posibles componentes aporta para así favorecer el éxito de la misión encomendada, si además se tienen en cuenta medios humanos y materiales que facilitan el alcanzar la meta señalada, aquí en la política, en el gobierno, en los asuntos de todos, lo que cuenta es si eres amigo/a del sátrapa de turno, si eres de tal o cual grupo de presión o territorial, si se es joven o viejo, si se es hombre o mujer, y no digo si eres guapo o feo porque hay en este punto muchos ejemplos que lo rebatirían, pero este es el nivel de rigor, de seriedad, de exigencia que esta clase política se aplica a si misma a la hora de iniciar cuatro años de gestión de lo publico.
Esos mismos medios de comunicación, todos alineados, que parecen arrogarse la exclusividad para dar o quitar legitimidades, bien harían en exigirles un mínimo decoro en esta hora de reparto de prebendas, que no de responsabilidades, y recordarles que lo que les viene por delante es la defensa de los intereses de todos los ciudadanos de este país. Aunque...... siendo verdad aquel dicho que mantiene que la insistencia en el fracaso conduce a la melancolía, es, quizás, por esto por lo que los medios no les exigen que actúen con decencia, a lo que yo añadiría, que también habría que exigirles que actuasen cumpliendo con la Convención de Ginebra, la cual prohibe saquear las propiedades de los vencidos.
Porque visto lo visto, vencidos, lo somos todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario