jueves, 26 de febrero de 2009

LA “DIOCESIS” MADRILEÑA DE ZP (I)

¿Se imaginan Vds. a un cura, en la Roma del Wojtyla o el Ratzinger, pregonando el cristianismo generoso y austero desde el ejemplo vital de Jesucristo? Pues lo mismo pasa en Madrid. Que tienen al vaticano de Zp en la calle Ferraz, y el socialismo, como el cristianismo en Roma, está proscrito.
Pero empecemos por el principio que no es mala forma de hacerlo.
En toda iglesia que cuente con ánimo de perdurar han de darse, al menos, tres condiciones. La primera, tener un discurso firme y estable que a quienes lo enuncien los identifique y diferencie ante otros competidores y que, esto es esencial, contenga una atractiva promesa de bienestar o mejora de las condiciones de vida de aquellos a los que el discurso se dedique. En segundo lugar se ha de contar con un sector de mercado, unos potenciales clientes que, receptivos a los mensajes “eclesiales”, acepten ser la gleba que soporte la pirámide ejecutiva de esa iglesia, la alimenten y la defiendan, siendo estos mismos los que se han de comprometer a ser las barreras de contención de los ataques externos y los cancerberos de posibles escapistas. Por último, es imprescindible para toda iglesia decir y decirse que es la única verdadera, que es la que cuenta con el exclusivo copyright del “dios” al que invoque y que sus portavoces cuentan con infalibilidad total y por lo tanto con permanente seguro de acierto, ya que se dicen ser los verdaderos representantes terrenales de tan poderoso como acaparado “dios”.
De todo este conglomerado de condiciones que configuran las religiones monoteístas y sus correspondientes iglesias, se derivan métodos y formas que no son más que ramificaciones lógicas de tan estrictos como opresivos principios.
La adoración al dios de referencia, básica condición fundacional, acaba siendo una práctica que con el tiempo decae, se apolilla, y no de forma natural, ya que aquellos que en cada momento ejercen el poder máximo en su iglesia acaban arrogándose la exclusiva capacidad de interpretar al “dios”, interpretación que casualmente siempre responde a los intereses del interpretetador, el cual, raudo, sustituye la liturgia de adoración al dios primigenio por una liturgia en la cual la adoración se ha de dirigir solo hacia el mandatario que se auto deifica.
Una vez que esa, esas, iglesias se transmutan en organizaciones que de adorar a un supuesto “dios” pasan a adorar al humano que les manda, el resto de los escalones jerárquicos del “clero”, los que se han juramentado con el supremo mandatario, imitan rápidamente a sus superiores, y con idéntico entusiasmo y calcadas razones, se auto designan como dioses menores en el ámbito territorial que a cada uno le haya correspondido o que haya conquistado tras “matar” a los correligionarios competidores.
Pero como las sucesivas y escalonadas franquicias de cada una de las religiones pueden llegar a un fraccionamiento absurdo que debilitaría a las cúspides, -a las cúspides que realmente detentan poder-, estas cimas eclesiales exigen e imponen, -usando a sus más descerebrados acólitos, utilizando a sus palafreneros más necesitados de recompensa-, unos límites a la libertad del feligrés, al librepensamiento del común parroquiano, unos tan estrechos cauces a la critica, que la iglesia deviene en ejercito, y todo aquel que no comulgue con toda, con absolutamente toda la palabrería, liturgia e intereses de la jerarquía, es inmediatamente tildado de traidor, momento en que su patrimonio y honor son cuestionados, si no destruidos.
Así, con estos comportamientos, iglesias, empresas, partidos políticos o tribus, han venido justificando su supervivencia, y lo que para ellas es más importante, la derrota del competidor, el cual, a los ojos del propio feligrés, ha de ser el compendio de todo mal imaginable sin posibilidad de contener brizna de bien alguno, ya que como algunos dicen, fuera de esa, su propia iglesia, no hay posibilidad alguna de salvación.
De todos los citados, a iglesias, empresas y tribus debería exigírseles unas formas y unos comportamientos que no constriñesen la libertad de sus parroquianos, trabajadores o súbditos, pero dado que el concepto democracia no es intrínseco a esas organizaciones, el nivel de exigencia no puede ser el mismo que el que se ha de aplicar a los partidos políticos que, activos, en Estados en los que se ha propagado hasta la saciedad su carácter democrático y consecuentemente libre, no solo no son democráticos internamente, sino que sus practicas internas son tan corruptas como dictatoriales y represivas, por mucho que haya paniaguados que beneficiándose de tal situación, junto muchos a feligreses voluntariamente zombis, nieguen tal degeneración y los grilletes mentales impongan por doquier.
Y como vivimos una época de emulación generalizada, en un país al que le está durando más aquello de “Que inventen ellos” que el imperio que antaño construyó. Un país y un tiempo en el que a gente como Javier Marías se le coloca último en la fila del dominical “prisaico”, mientras un tal del Toro es el referente ¿intelectual? de aquel del que depende el presupuesto de la cultura oficial de este país, cuando esto sucede y la degradación avanza en todos los órdenes, las franquicias territoriales y locales del Vaticano de Zp no tienen más que copiar lo que diariamente ven, teniéndose solo que esforzar en alabar a su más alto señor y acrecentar el hedor que el contraste entre lo que dicen y lo que hacen exhala.
En lo que he venido en llamar diócesis zetaperista de Madrid se institucionalizó, hace muchos años, un poder, inicialmente político, que, basado en los éxitos electorales del ya mal llamado cinturón rojo, ha acabado por transmutarse, -no podía ser de otra manera-, en poder económico sostenido en las varas de mando de varias localidades de muy alto presupuesto.
Estas, entonces emergentes, parroquias del Psoe madrileño, siempre ejercieron una gran influencia en la antigua FSM, pero llegado Zp al poder, conjunta e individualmente, operaron como operó José Luis Balbas en el Congreso del año 2000. Cerco defensivo en torno al que pretendían fuera nuevo dios del Psoe, labor de zapa en contra del resto de los competidores y cimentación de la nueva seña de identidad “socialista”: política y negocios han de ir de la mano.
Pero antes hay que recordar muy sucintamente como se llegó a ese punto.
(Continuará)

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