lunes, 15 de febrero de 2010

NO AL PACTO DEL CAPITAL

Ante el desconcierto del gobierno, su manifiesta inutilidad y su rendición a las ordenes emanadas de los centros del poder capitalista internacional, parece que entre los mas seráficos ciudadanos se está extendiendo la especie, claramente antidemocrática, por la cual la salvación de la economía española pasa necesariamente por un pacto entre los que por acción y omisión han propiciado la crisis, gobierno, oposición, patronal y sindicatos, quienes insatisfechos siempre, están promoviendo que las consecuencias de su desastre económico solo la estén pagando los trabajadores.
Cualquiera que recuerde el pasado obtendrá las claves de lo que pretenden hacer ahora. Pretenden reproducir unos pactos que impidan cualquier respuesta social que pudiera poner en peligro sus ansias de enriquecimiento a costa de los que ellos mismos están arrojando a la miseria económica y social.
No sé si lo expresado por el Jefe del Estado responde a iniciativa y pensamiento propio o a mandato del derrotado gobierno zapaterista, pero tanto da. La clave está en el objetivo que pretenden alcanzar, silenciar a la clase trabajadora, mantener e incrementar sus beneficios aplicando las recetas del capital internacional, disminuir la dimensión social del estado, y delinear un futuro que impida los avances sociales que hasta no hace tanto se estaban produciendo en casi todo el mundo.
El antecedente histórico de los llamados Pactos de la Moncloa, expuesto como una necesidad nacional para mantener y alcanzar la plena democracia ocultaban un amplio recetario de índole laboral y económica que permitió un crecimiento económico que como en todos los casos de la economía capitalista no afectó de forma equilibrada a los que a tal crecimiento cooperaron.
Hoy, rememorando aquel hecho, pretenden vendernos que la situación política demanda soluciones de este tipo, pretenden convencernos de que es necesario el consenso, cuando de lo que se trata es de establecer la antiguas bases de explotación del trabajador y recuperar los mas desreglados privilegios de los negociantes, que no empresarios, españoles. No es la situación política la que demanda tal degeneración democrática, son sus apetencias económicas y de dominación social las que quieren, de nuevo y con la complicidad de los actuales progresistas, imponernos su dictadura económica.
Mantengo que ese tipo de pactos es antidemocrático ya que las reglas del sistema tienen establecido como actuar en casos de crisis políticas, y como lo que sufrimos es una crisis económica y social, lo que corresponde es aplicar la constitución. Es decir si tenemos un gobierno que ni sabe, ni quiere, ni puede solucionar la crisis social causada por la crisis económica, se impone la convocatoria de elecciones generales. Esta es la única salida legal y constitucional aceptable, lo demás son apaños que solo beneficiarán a los que tal atajo constitucional proponen, la clase política, institucional, económica y sindical que todos sufrimos.
No cabe prestar oídos a ese argumento de cobardes por el cual peor les iría a los trabajadores con gobiernos del PP. A los trabajadores siempre les ha ido mal cuando las derechas, las de derecha y las de izquierda, han soslayado la inmensa mayoría del contenido social de nuestra ley de leyes, por ello hay que exigir la aplicación de ese mecanismo constitucional y ya que nos obligan a aceptar el riesgo de sustituir a un gobierno de renegados socialdemócratas que solo aplican recetas derechistas por un gobierno de derechas tal cual, hemos de tener muy claro que de nuevo así se abriría la posibilidad de comprobar que es necesario un cambio de rumbo político que a los españoles nos dotase de nuevos partidos políticos que fuesen simplemente honrados y leales con sus principios y con sus votantes.
Esta es la más grande esperanza que cabe albergar ante una crisis que, si se resolviese como todas las anteriores, pacto subterráneo entre todos los componentes de la derecha social y económica, condenará a las generaciones futuras a la supeditación económica, laboral, e incluso política e intelectual de por vida.

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