jueves, 15 de noviembre de 2007

BIENVENIDO, MANOLO.

Cuando al saberse que se marcha, todos dicen lamentarlo, yo quiero, hoy y aquí, expresarle mi alegría por él y darle la bienvenida a los espacios de independencia política que tan escasos son en este país.
Me pasa y me pasaba Manolo Marín un solo año cuando, allá por mis 14, en El Doncel, colegio de Ciudad-Real al que desde Almadén acudí, y alli coincidimos, al no existir en mi pueblo instituto de enseñanza media.
Ese año de diferencia hizo que apenas tuviésemos contacto directo en la vida estudiantil, un año era entonces mucha diferencia y además Manolo era un entregado a la causa del balón-mano, germen de los que hoy es este deporte en Ciudad-Real, que, cosas de la vida, patrocina y promueve un hermano de Agustín Díaz de Mera, el famoso director general de la policía en el 11-M, daimieleño y también balonmanista y también alumno en el Doncel, por lo que ambos desde entonces se conocen.
Salvando ocasiones casuales en las que hemos coincidido, nunca hemos tenido trato personal.
El ha hecho carrera política, pero además de lo anecdótico y personal que ya he contado, su forma de estar, su mesura, su inalterable posición política, hacia la que no ocultaré mis discrepancias puntuales, le han hecho acreedor de un respeto que desgraciadamente solo se da en este país cuando alguien se va, bien a otro sitio, bien al otro barrio.
Por esto es por lo que yo le doy la bienvenida y me alegro de su tránsito a este sentir independiente, lejos de tipejos tan plenos de envidia como de mediocridad, lejos de incompetentes y desnortados jovenzuelos que lo único que han aprendido de la política es a sonreír hacia arriba, lejos de arribistas que han transitado por todo el espectro político en busca de tan creciente retribución como menguante razón.
Por todo ello y porque estas decisiones llevan en sí mismas mas alma que reflexión, ¡Manolo
enhorabuena!

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