martes, 13 de noviembre de 2007

SINDICALISMO DE CORBATA Y ALFOMBRAS.

Solo tengo contra esta prenda, que simplemente no me gusta. Entiendo que hay ocasiones que por puro convencionalismo hay que ponérsela, pero confieso que cuando me la pongo me encuentro cual sardina en bidón.
Por ello no se piense que rechazo y detesto que alguien se la ponga, pero rechazo y detesto que se actúe desde posiciones que se suponen “descorbatadas ideológicamente”, cual si de ejecutivos de la “city” londinense se tratase. Me explico.
Conozco a más de un sobrevenido sindicalista que, cual vasallo político, solo sonríe hacia arriba, hacia el patrón, hacia el que le puede consentir que le liberen, que le coloquen a un hijo/a, que solo sonríe a quien le facilita, si a sus intereses se aviene, una vida laboral muelle y relajada.
¿Y a cuento de qué viene esto?, pues que he leído que los sindicatos proponen que los fabricantes de componentes de automóviles se presten unos a otros a sus trabajadores, en función de la carga de trabajo que en cada momento cada uno de ellos tenga. ¡Manda, hue….cos!.
En mis tiempos, ya muy lejanos, uno de los principios más conocidos del sindicalismo de entonces era la total y absoluta prohibición de practicar el prestamismo laboral. Desde entonces es verdad que han cambiado muchas cosas, el sindicalismo de clase ha pasado a ser sindicalismo de clásicos, la lucha por la emancipación de la clase obrera ha pasado a ser la lucha por la emancipación de los que viven de los obreros, los respetados comités de empresas, salvo honrosas excepciones, han pasado a ser comités de las empresas, en resumen, que los favores empresariales a muchos de los representantes sindicales han cambiado la orientación y la razón de ser, real y oculta, de los sindicatos.
De otra forma, ¿cómo entender la continua pérdida de poder adquisitivo de los salarios sin contestación sindical alguna? ¿Cómo entender la total dependencia sindical de subvenciones y fondos de los presupuestos de empresas e instituciones públicas? ¿Cómo entender que en el más denso e intenso periodo de perdida efectiva, que no nominal, de derechos laborales, los sindicatos solo luchen por tener más o menos delegados en las grandes empresas, solo en las grandes, ya que son estas las que realmente les dotan de “combustible sindical”? ¿Cómo entender que después de años de continuados e intensos cursos de formación laboral impartidos y cobrados por los sindicatos, estos denuncien que la siniestralidad laboral tiene una causa muy importante en la poca formación laboral de los trabajadores?
¿Quien, sin venda en los ojos, puede pasar por alto la convivencia y connivencia de sindicatos, patronal y administraciones públicas?
Es conocida y por nadie rechazada, excepto por lo políticos, la desafección de la ciudadanía hacia la clase política, pero esta es una nimiedad, aun con la importancia que tiene, si la comparamos con el descredito de los sindicatos.
Tan solo a efectos de constatación económica, me gustaría saber, ya que aun no he dado con ello, cuales son las conclusiones del Tribunal de Cuentas sobre los presupuestos y cuentas de las principales centrales sindicales, ya que teniendo absoluta preponderancia los ingresos públicos en sus cuentas, estas han de someterse al control de ese alto tribunal.
Todos conocemos algún caso de acomodado, laboral y económicamente, sindicalista que aparece por los tajos solo cuando hay elecciones, ya que ha de reportar un número determinado de votos a sus capos si quiere seguir liberado; todos conocemos a algún antiguo luchador que el pragmatismo sindical, que aquí también se da, le ha hecho variar su rumbo de la defensa de los intereses laborales a la defensa de sus intereses bancarios.
Aquí también la corrupción mental, que es la primera y más importante, se ha dado y se seguirá dando si quienes pueden, los mas, no ponen pie en pared y a los recién encorbatados sindicalistas prácticos los ponen donde les corresponde, o en el paro o en el tajo. Sé que es difícil, entre otras cosas porque como en la política, son peores los papistas que el papa, ya que hay mucho inútil que por su regalado plato de lentejas, mata. Pero algo hay que hacer.

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