Comienza el curso político sin solución de continuidad con el anterior y comienza con los mismos perfiles que han tenido los precedentes. Paro creciente, estado menguante, la política entendida como comercio entre los que detentan el poder, mentiras y maniobras de confusión, la marginalidad y la pobreza aumentando, el presupuesto público sometido a muy diversas formas de privatización y el sistema democrático en la cloaca de los intereses más impresentables.
Nada importa la avalancha de datos que revelan la estrepitosa caída del bienestar en la sociedad española. Nada les importa la evidencia de su desvergüenza. Nada, por desgracia, parece que pueda amenazar su injusta estabilidad.
Cuando colectivamente nos vamos a encontrar con el cuatrimestre más duro de esta llamada crisis económica, que en realidad es fundamentalmente social, unos y otros, pero más unos que otros por estar aquellos en el poder, nos obsequian con otra cortina de humo que tape sus vergüenzas y oculte, al menos temporalmente, los atracos sociales que no han podido ocultar en la misma “agostidad” en la que el franquismo terminal escondía sus ataques a los trabajadores, aprestándose, estos de ahora, a perpetrarlos antes de la huelga general.
Nos lanzan, con el apoyo cómplice de sus medios de propaganda y convicción, una supuesta confrontación entre dos impresentables profesionales de la política y logran que la vacuidad y la frivolidad de una y el resistencialismo inoperante de otro ocupen primeras páginas y “primetime” en esos vendidos medios de comunicación.
Al tiempo, esos mismos medios, en espacios secundarios, comentan de forma tan tendenciosa como servil las determinaciones que este gobierno nos va a aplicar.
La reforma laboral ya es un hecho. Un hecho que está provocando más inseguridad económica y familiar para miles de trabajadores, al tiempo que asegura más beneficios para los despedidores.
Se nos asegura la necesidad, por inevitable, de la reforma de las pensiones, lo cual va a suponer la ampliación de quince a veinte años el periodo de cotizaciones que se contemplará para determinar la base reguladora de la correspondiente pensión de jubilación. Esta sola medida supondrá una reducción de entre el 10 y el 25 % de las nuevas pensiones.
Se da por hecho que en esa misma reforma se ampliará a 67 años la edad de jubilación, lo cual supondrá un artificial freno a la incorporación de trabajadores a la condición de pensionistas, con el consiguiente ahorro, ahorro que hay quien lo cifra en más de cinco mil millones de euros al año.
Con estas ciertas perspectivas los medios siguen manipulando datos que en cualquier sociedad medianamente estructurada y políticamente seria provocarían, al menos, caídas de gobiernos, si no revoluciones sociales.
Esos medios de comunicación esconden que aun en lo más duro de la crisis, en el punto más alto de la historia del desempleo en España, la Seguridad Social sigue presentando considerables superávits, 6.134,77 millones de euros hasta julio pasado, lo cual pone de manifiesto dos transcendentes aspectos. Uno, que estos superávits, a pesar de la crisis de ingresos, demuestran el raquitismo de las prestaciones económicas del sistema de protección social. Y dos, que, como en muchas entradas anteriores he demostrado con datos oficiales, la parte de los superávits de la Seguridad Social destinados al Fondo de Reserva de la Seguridad Social han servido para financiar la deuda pública española por lo que esos fondos no están disponibles, y así, en caso de necesitarse, no se podrían utilizar rápidamente para el fin inicialmente previsto. Del resto de los superávits habidos en los últimos ocho años hasta completar los más de ciento veinte mil millones de euros, solo puedo decir que el viento no se los ha llevado, pero no están.
En otras palabras, la Seguridad Social, hoy y para esta carcoma social de gobierno, se ha convertido en una fuente de financiación gratuita a la cual, tras haber comprobado que nadie pone el más mínimo reparo a su saqueo, van a aplicar una reducción tal de sus prestaciones, cuánto van a engordar su bolsa de fondos de libre disposición detraídos a sus auténticos dueños, los trabajadores españoles, tanto de los ocupados como de los parados.
Si lo anterior no fuese suficiente para colmar su codicia y/o para provocar nuestra reacción, nos anuncian dos nuevas “medidas sociales” encaminadas a hacer más felices a los ciudadanos. Están estudiando cómo reducir el gasto en las prestaciones por desempleo, ya que como todos sabemos estamos a punto de conseguir el pleno empleo prometido en la última campaña electoral zapaterista, y la candidata a candidata, la del mandil de cocinar, esa maravillosa gestora de la gripe A, la ministra Trini, nos anuncia que es inevitable el copago sanitario si queremos mantener el maravilloso sistema, que por ejemplo, tenemos los madrileños. ¿Y esta es la que denuncia la privatización y precarización del sistema sanitario madrileño como una de las cosas que puede cambiar si gana las elecciones……? ¡Virgencita que me quede como estoy!.
Que la dualidad de la sociedad española es un hecho, no lo discute nadie, la desgracia que soportamos es que aun no es un clamor que estos progresistas zapaterianos quieren llevar a la marginación económica y social a tres cuartas partes de la población española. En ello están.
Nada importa la avalancha de datos que revelan la estrepitosa caída del bienestar en la sociedad española. Nada les importa la evidencia de su desvergüenza. Nada, por desgracia, parece que pueda amenazar su injusta estabilidad.
Cuando colectivamente nos vamos a encontrar con el cuatrimestre más duro de esta llamada crisis económica, que en realidad es fundamentalmente social, unos y otros, pero más unos que otros por estar aquellos en el poder, nos obsequian con otra cortina de humo que tape sus vergüenzas y oculte, al menos temporalmente, los atracos sociales que no han podido ocultar en la misma “agostidad” en la que el franquismo terminal escondía sus ataques a los trabajadores, aprestándose, estos de ahora, a perpetrarlos antes de la huelga general.
Nos lanzan, con el apoyo cómplice de sus medios de propaganda y convicción, una supuesta confrontación entre dos impresentables profesionales de la política y logran que la vacuidad y la frivolidad de una y el resistencialismo inoperante de otro ocupen primeras páginas y “primetime” en esos vendidos medios de comunicación.
Al tiempo, esos mismos medios, en espacios secundarios, comentan de forma tan tendenciosa como servil las determinaciones que este gobierno nos va a aplicar.
La reforma laboral ya es un hecho. Un hecho que está provocando más inseguridad económica y familiar para miles de trabajadores, al tiempo que asegura más beneficios para los despedidores.
Se nos asegura la necesidad, por inevitable, de la reforma de las pensiones, lo cual va a suponer la ampliación de quince a veinte años el periodo de cotizaciones que se contemplará para determinar la base reguladora de la correspondiente pensión de jubilación. Esta sola medida supondrá una reducción de entre el 10 y el 25 % de las nuevas pensiones.
Se da por hecho que en esa misma reforma se ampliará a 67 años la edad de jubilación, lo cual supondrá un artificial freno a la incorporación de trabajadores a la condición de pensionistas, con el consiguiente ahorro, ahorro que hay quien lo cifra en más de cinco mil millones de euros al año.
Con estas ciertas perspectivas los medios siguen manipulando datos que en cualquier sociedad medianamente estructurada y políticamente seria provocarían, al menos, caídas de gobiernos, si no revoluciones sociales.
Esos medios de comunicación esconden que aun en lo más duro de la crisis, en el punto más alto de la historia del desempleo en España, la Seguridad Social sigue presentando considerables superávits, 6.134,77 millones de euros hasta julio pasado, lo cual pone de manifiesto dos transcendentes aspectos. Uno, que estos superávits, a pesar de la crisis de ingresos, demuestran el raquitismo de las prestaciones económicas del sistema de protección social. Y dos, que, como en muchas entradas anteriores he demostrado con datos oficiales, la parte de los superávits de la Seguridad Social destinados al Fondo de Reserva de la Seguridad Social han servido para financiar la deuda pública española por lo que esos fondos no están disponibles, y así, en caso de necesitarse, no se podrían utilizar rápidamente para el fin inicialmente previsto. Del resto de los superávits habidos en los últimos ocho años hasta completar los más de ciento veinte mil millones de euros, solo puedo decir que el viento no se los ha llevado, pero no están.
En otras palabras, la Seguridad Social, hoy y para esta carcoma social de gobierno, se ha convertido en una fuente de financiación gratuita a la cual, tras haber comprobado que nadie pone el más mínimo reparo a su saqueo, van a aplicar una reducción tal de sus prestaciones, cuánto van a engordar su bolsa de fondos de libre disposición detraídos a sus auténticos dueños, los trabajadores españoles, tanto de los ocupados como de los parados.
Si lo anterior no fuese suficiente para colmar su codicia y/o para provocar nuestra reacción, nos anuncian dos nuevas “medidas sociales” encaminadas a hacer más felices a los ciudadanos. Están estudiando cómo reducir el gasto en las prestaciones por desempleo, ya que como todos sabemos estamos a punto de conseguir el pleno empleo prometido en la última campaña electoral zapaterista, y la candidata a candidata, la del mandil de cocinar, esa maravillosa gestora de la gripe A, la ministra Trini, nos anuncia que es inevitable el copago sanitario si queremos mantener el maravilloso sistema, que por ejemplo, tenemos los madrileños. ¿Y esta es la que denuncia la privatización y precarización del sistema sanitario madrileño como una de las cosas que puede cambiar si gana las elecciones……? ¡Virgencita que me quede como estoy!.
Que la dualidad de la sociedad española es un hecho, no lo discute nadie, la desgracia que soportamos es que aun no es un clamor que estos progresistas zapaterianos quieren llevar a la marginación económica y social a tres cuartas partes de la población española. En ello están.
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