jueves, 30 de septiembre de 2010

EL DIA DE DESPUES


Parece que el dato más importante para dilucidar de una vez por todas si la huelga ha sido un éxito o un fracaso, es la diferencia entre la energía consumida el día de la huelga contra Aznar y la consumida ayer. Pues bien, acepto el reto con solo una matización previa, que se reconozca que la huelga contra Aznar fue un éxito rotundo, tal y como por entonces toda la prensa y opinadores de nomina reconocieron.
Según los datos que aporta REE en su web, el día 28 de septiembre, antes de ayer, se distribuyeron 688.050 Mwh, mientras que ayer, la cifra de distribución eléctrica se detuvo en los 598.223 Mwh, lo cual significa un descenso del 13,06 %. De otra parte, el diario de cabecera de los progresistas, el de Miguel Yuste 8, mantiene hoy que el 20 de junio de 2002, día de la huelga contra el decretazo aznarita descendió la distribución eléctrica en un 20,5 %, dato que tengo que aceptar como bueno por más que ayer mismo ese mismo diario global en español afirmaba que el descenso fue del 17 %, pero como da la casualidad que REE hoy no permite el acceso a los datos de energía distribuida el 20-6-2002, (que casualidad), he de admitir que la huelga de ayer ha sido “solo” el 65,13 % de lo que fue la del 2002. Y es que las matemáticas no fallan, lo que falla más que una escopeta de feria es la apreciación absolutamente subjetiva e interesada de la derecha, la genovesa y la monclovita. Vean.
Por entonces el Indice de Producción Industrial, según datos del INE, alcanzaba el 99,9 %, es decir se estaba a tope de actividad industrial, mientras que en julio de este año, último dato que sobre el IPI facilita el INE, solo llega al 90,3 % de la capacidad industrial instalada, es decir 9,6 puntos menos que entonces. Como cualquier mente amueblada puede entender es bastante más fácil hacer descender la demanda de energía eléctrica cuando la actividad industrial está en máximos y el desempleo en mínimos que cuando la actividad industrial esta en mínimos y el paro en máximos, por ello y aun sin poder establecer un paralelismo exacto entre la situación de entonces y la de ayer, ya que aun no se cuenta con el IPI del septiembre que hoy finaliza, pero sabiendo que la actividad industrial en julio es siempre mayor que la que acostumbra a presentar septiembre, sobre todo en el sector del automóvil, se puede afirmar que la incidencia de la huelga en la demanda eléctrica y la participación de los trabajadores en la huelga de ayer fue equivalente a la efectuada hace ocho años ya que entonces no se llegaba al millón de parados y hoy más que quintuplicamos esa cifra.
Del mismo modo, y solo hay que tirar de hemeroteca, entonces se afirmó que la huelga anti aznarita había costado al país, (que manía el confundir sus empresas con España), más de doscientos cincuenta millones de euros, mientras que hoy mismo los más veloces contables del capital, esos que imputan perdidas a los trabajadores tanto si estos hacen huelga como si les explota su burbuja ladrillera, cifran en dos mil setecientos millones de euros el lucro cesante del que responsabilizan a los trabajadores.
Y para mí que algo no cuadra, o el INE nos ha engañado en estos ocho años respecto a la inflación que hemos soportado, o si damos por cierto lo que la estadística oficial nos aporta el IPC desde junio de 2002 a agosto de 2010 ha subido un 22,9%, el coste de esta huelga debería haber sido de unos trescientos millones de euros a igualdad de participación e incidencia de la huelga en el PIB nacional, por lo que o la cuantificación del coste la ha hecho un bebé de diez meses o aquí ha parado hasta Botín. Y es que mienten más que ven.
Y como los datos y los números les traen al fresco y su verdad ha de ser la verdad de todos, fracasada para ellos y triunfante para nosotros, lo más interesante de cara al futuro será recordar aquel 20 de junio del año 2002 cuando Zapatero, encabezando la manifestación con los sindicatos convocantes y ante los micrófonos y las cámaras dijo “en democracia lo más sano es rectificar”. Dos años más tarde nos dijo, “no os fallaré”. Veinticuatro horas después de su primera huelga general su silencio es elocuente.

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