Siempre ha habido quien ha gastado muchas, excesivas e innecesarias palabras para definir a algo o a alguien. Uso y creo usar bien las dos formas nominales, la impersonal y la personal, ya que cada día es más difícil saber a cual categoría pertenecen la inmensa mayoría de los políticos, y en especial los que dicen llamarse progresistas.
En multitud de ocasiones periodistas, políticos de otra orilla o competidores de la misma, escribidores en nominas impresentables y blogueros como el que aquí teclea, se han referido al quehacer de Zp diciendo que se mostraba fuerte con el débil y débil con el fuerte.
En todas esas ocasiones nos ha podido mas el aparentar ingenio ante el lector que aquello otro que aconseja el buen uso del idioma, la concisión.
Cobarde. Cobarde es la palabra que le cuadra a la perfección a todo el que se muestra inflexible con el débil y obsequioso hasta el vasallaje con el poderoso.
Cobarde es la palabra que desde hoy y hasta el final de los días hay que aplicarle a Zp por su actitud ante los mercados, por su sumisión ante Sarkozy y Merkel, por su actitud inasequible al desaliento, dirían los del imperio franquista, ante el mal ajeno que está provocando. Cobarde por haber renunciado en beneficio propio a disciplinar a los que aun se siguen sintiendo dueños de España. Cobarde por cooperar al mantenimiento de dos dictaduras teocráticas.
Zp ha callado ante la genuflexión del jefe del estado y de su heredero ante otro jefe de estado que en territorio nacional impone su autoridad a quienes no debían ni consentirla ni reconocerla cuando ese teocrático jefe del Vaticano arremete contra el legitimo aunque errado gobierno de España.
Pueden los borbones inclinarse ante quienes les de la realísima gana, pueden creer en los dioses que les apetezca, pero como jefes del estado Español no pueden representarnos en su besamanos a un ¿ex?-nazi que abusando de la cobardía de los que nos dirigen, se atreve a inmiscuirse en la política interna de un país que laico por ley condesciende a tratarle como lo que no es siendo un jefe de estado no democrático, carcomido por la pederastia, homófono, hipócrita y embaucador de las mentes más mentecatas.
Cobarde y filibustero es este presidente de gobierno cuando renuncia a una promesa electoral tan reiterada como incumplida, la ley de libertad religiosa y la revisión de unos acuerdos entre el estado español y el vaticano que como todos sabemos son preconstitucionales y, desde el 6 de diciembre de 1978, anticonstitucionales.
Nos debe importar un bledo las alharacas que el fundamentalismo católico pueda organizar, nos debería importar menos aun las represalias que los cielos católicos pudieran aplicarnos a los infieles y descreídos, lo que debe importarnos y mucho desde la dignidad de una ciudadanía que quiere y debe cumplir con la Constitución, es que nuestros representantes sean los primeros en cumplirla, y aquí sí que vale aquello de caiga quien caiga y cueste lo que cueste.
Decía hace unos días que los acontecimientos van tan rápidos que para empaparse de ellos, en muchas ocasiones debemos mirar hacia atrás al pasado inmediato. Es el caso y es de aplicación desde noviembre de 1975 cuando España, mejor, los gobiernos de España, dieron y siguen dando continuadas y crecientes muestras de cobardía ante otro régimen de dictadura teocrática, el configurado por una inacabable familia de sátrapas marroquíes.
Sin retroceder tanto en el tiempo, hoy, en cualquier corte internacional de Justicia, - Justicia, no tribunal internacional de aplicación de la ley-, demandaría la presencia en el banquillo de los acusados de genocidio, los diversos monarcas alauitas y sus pagados verdugos que desde hace lustros masacra al pueblo saharaui, cualquier corte internacional de Justicia reclamaría a acompañarles a todos aquellos gobiernos que por intereses económicos han cooperado de forma más que voluntaria al genocidio, destierro y pobreza de cientos de miles de personas que en su momento fueron abandonadas por aquellos que prometieron defenderlas.
Hoy los cobardes Zp y su ministra de Asuntos Exteriores, la que hace escasos días afirmó que España ha de ser equidistante entre Marruecos y el Polisario, habrían de estar sentados junto al sátrapa del sur como cooperantes por omisión de su deber en el asesinato de aun no se sabe cuántos manifestantes saharauis.
No estoy proponiendo por el contrario, gestas imperiales neocolonialistas ni patriotismos perejileros, estoy exigiendo como ciudadano español que mi actual legítimo gobierno cumpla con las Declaración de Derechos Humanos que los anteriores no cumplieron, e impongan a Marruecos el cumplimiento de los más básicos principios que toda persona tiene, especialmente si esas personas viven resistiendo el acoso de una dictadura fundamentalista, el derecho a la vida, el derecho a decidir su futuro colectivo, el derecho de libre expresión y de manifestación.
Como tantas otras veces, al releer lo escrito me asombro de mi candidez. De sobra sé y de sobra sabemos que los cobardes son los que mayoritariamente sobreviven en los conflictos, de ahí que estos progresistas vayan a seguir consintiendo que el del Vaticano siga poniendo, con el dinero de todos, cilicios a las neuronas de muchos de nuestros conciudadanos y que el de los Ferraris en Rabat y la miseria en el Atlas siga cambiando vidas oprimidas por una supuesta seguridad para sus vecinos del norte.
Lo que son las cosas, en dos días, dos demostraciones de sometimiento a dos dictaduras fundamentalistas. Claro que lo importante es el PIB, no la dignidad.
En multitud de ocasiones periodistas, políticos de otra orilla o competidores de la misma, escribidores en nominas impresentables y blogueros como el que aquí teclea, se han referido al quehacer de Zp diciendo que se mostraba fuerte con el débil y débil con el fuerte.
En todas esas ocasiones nos ha podido mas el aparentar ingenio ante el lector que aquello otro que aconseja el buen uso del idioma, la concisión.
Cobarde. Cobarde es la palabra que le cuadra a la perfección a todo el que se muestra inflexible con el débil y obsequioso hasta el vasallaje con el poderoso.
Cobarde es la palabra que desde hoy y hasta el final de los días hay que aplicarle a Zp por su actitud ante los mercados, por su sumisión ante Sarkozy y Merkel, por su actitud inasequible al desaliento, dirían los del imperio franquista, ante el mal ajeno que está provocando. Cobarde por haber renunciado en beneficio propio a disciplinar a los que aun se siguen sintiendo dueños de España. Cobarde por cooperar al mantenimiento de dos dictaduras teocráticas.
Zp ha callado ante la genuflexión del jefe del estado y de su heredero ante otro jefe de estado que en territorio nacional impone su autoridad a quienes no debían ni consentirla ni reconocerla cuando ese teocrático jefe del Vaticano arremete contra el legitimo aunque errado gobierno de España.
Pueden los borbones inclinarse ante quienes les de la realísima gana, pueden creer en los dioses que les apetezca, pero como jefes del estado Español no pueden representarnos en su besamanos a un ¿ex?-nazi que abusando de la cobardía de los que nos dirigen, se atreve a inmiscuirse en la política interna de un país que laico por ley condesciende a tratarle como lo que no es siendo un jefe de estado no democrático, carcomido por la pederastia, homófono, hipócrita y embaucador de las mentes más mentecatas.
Cobarde y filibustero es este presidente de gobierno cuando renuncia a una promesa electoral tan reiterada como incumplida, la ley de libertad religiosa y la revisión de unos acuerdos entre el estado español y el vaticano que como todos sabemos son preconstitucionales y, desde el 6 de diciembre de 1978, anticonstitucionales.
Nos debe importar un bledo las alharacas que el fundamentalismo católico pueda organizar, nos debería importar menos aun las represalias que los cielos católicos pudieran aplicarnos a los infieles y descreídos, lo que debe importarnos y mucho desde la dignidad de una ciudadanía que quiere y debe cumplir con la Constitución, es que nuestros representantes sean los primeros en cumplirla, y aquí sí que vale aquello de caiga quien caiga y cueste lo que cueste.
Decía hace unos días que los acontecimientos van tan rápidos que para empaparse de ellos, en muchas ocasiones debemos mirar hacia atrás al pasado inmediato. Es el caso y es de aplicación desde noviembre de 1975 cuando España, mejor, los gobiernos de España, dieron y siguen dando continuadas y crecientes muestras de cobardía ante otro régimen de dictadura teocrática, el configurado por una inacabable familia de sátrapas marroquíes.
Sin retroceder tanto en el tiempo, hoy, en cualquier corte internacional de Justicia, - Justicia, no tribunal internacional de aplicación de la ley-, demandaría la presencia en el banquillo de los acusados de genocidio, los diversos monarcas alauitas y sus pagados verdugos que desde hace lustros masacra al pueblo saharaui, cualquier corte internacional de Justicia reclamaría a acompañarles a todos aquellos gobiernos que por intereses económicos han cooperado de forma más que voluntaria al genocidio, destierro y pobreza de cientos de miles de personas que en su momento fueron abandonadas por aquellos que prometieron defenderlas.
Hoy los cobardes Zp y su ministra de Asuntos Exteriores, la que hace escasos días afirmó que España ha de ser equidistante entre Marruecos y el Polisario, habrían de estar sentados junto al sátrapa del sur como cooperantes por omisión de su deber en el asesinato de aun no se sabe cuántos manifestantes saharauis.
No estoy proponiendo por el contrario, gestas imperiales neocolonialistas ni patriotismos perejileros, estoy exigiendo como ciudadano español que mi actual legítimo gobierno cumpla con las Declaración de Derechos Humanos que los anteriores no cumplieron, e impongan a Marruecos el cumplimiento de los más básicos principios que toda persona tiene, especialmente si esas personas viven resistiendo el acoso de una dictadura fundamentalista, el derecho a la vida, el derecho a decidir su futuro colectivo, el derecho de libre expresión y de manifestación.
Como tantas otras veces, al releer lo escrito me asombro de mi candidez. De sobra sé y de sobra sabemos que los cobardes son los que mayoritariamente sobreviven en los conflictos, de ahí que estos progresistas vayan a seguir consintiendo que el del Vaticano siga poniendo, con el dinero de todos, cilicios a las neuronas de muchos de nuestros conciudadanos y que el de los Ferraris en Rabat y la miseria en el Atlas siga cambiando vidas oprimidas por una supuesta seguridad para sus vecinos del norte.
Lo que son las cosas, en dos días, dos demostraciones de sometimiento a dos dictaduras fundamentalistas. Claro que lo importante es el PIB, no la dignidad.
2 comentarios:
Magnífico artículo y excelente redacción. Además de lo anterior, no puedo estar más de acuerdo con el contenido. Mis felicitaciones.
Personajes como Benedetto XVI, me hicieron tomar conciencia de que su dios no existe y que por más que invoco y convoco a su dios este no hace acto de presencia. ¡No he tenido la suerte de ser un Elegido!. Saludos desde mi ateísmo provodado.
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