jueves, 4 de noviembre de 2010

FRIVOLITE POLITICA

Si desde el siglo XVIII hasta hoy día se estudia, tanto en las academias militares como en las escuelas de negocios, (lo que viene a ser lo mismo), el tratado “De la guerra” de Clausewitz, y este es mundialmente conocido por aquella frase de “La guerra es continuación de la política por otros medios”, pocos serían los que se atreverían a asociar los términos frivolidad y política. Pocos, a no ser que fuesen atentos seguidores de las costumbres, la desfachatez y el descaro de los principales actores políticos de España.
Que nadie pretenda adelantarse y pensar que me voy a referir a Belén Esteban o algún/a otra figura del higadillo nacional, nada de eso, ya que todos esos otros protagonistas de la basura televisiva, a diferencia de muchos de los políticos españoles, atesoran más toneladas de valores cívicos y de dignidad, aunque no lo parezca, que la aristocracia de la política municipal, autonómica o nacional.
Me voy a centrar exclusivamente en quien para mi representa la quintaesencia de la frivolidad en la política, la Excelentísima Señora Doña Trinidad Jiménez García-Herrera, actual ministra de Asuntos Exteriores del gobierno de España, perdón de Zp.
No referiré cuando ni como la conocí, tampoco las múltiples “anécdotas” que manifestaban su frivolidad política y personal cuando representaba a todos los votantes del PSM en el ayuntamiento de Madrid. Nada diré sobre la aparente empatía hacia un concejal del otro lado, ni sobre la que, no sé si de forma compartida, mostraba hacia un plumilla mundialista. Menos aun sobre sus manifestaciones de proximidad hacia algunos de los que formábamos parte de sus derrotados ediles, que miren por dónde, al contrario que el pedófilo y fascista de Dragó, éramos los mas talluditos de ese lote de socialistas.
Lo que si voy a tocar de pasada, muy tangencialmente es algo que, o bien ha pasado desapercibido, o por tan sabido y natural ya nadie repara en ello. El recentísimo viaje de la Excma. Sra. Ministra de A.A.E.E. y el no menos Excelentísimo Ex, don Felipe González Márquez, quienes en representación del pueblo español han asistido a las exequias del peronista Kirchner.
Recién nombrada estaba entonces doña Trini por lo que se puede entender como lógico que la acompañase un ducho conocedor de las relaciones y de los negocios internacionales, ya que en un entierro de ese nivel, menos el muerto, y no estoy muy seguro, todos los demás notables asistentes, como en las cacerías patrias, hacen negocios de una u otra clase. Pero no me negarán que ya es casualidad que haya considerado la señora ministra que quien mejor y con más conocimientos la podía asesorar en tan luctuoso trance era aquel a quien ella, años antes asesoraba en Ferraz cuando, antes de que falleciese la antigua vía, ya se reunía ella con los que preparaban esta nueva vía que nos ha llevado al desastre. Es decir que la señora ministra de Exteriores tras pasar por Sanidad tenía demostrado que lo de los funerales políticos y lo de la muerte asistida se lo conocía pero que muy requetebién.
El caso es que debió ser altamente provechoso el viaje, y la compaña, ya que nada más regresar a la confederación de autonomías hispánicas, y en lo que se refiere a las relaciones internacionales, doña Trini ha decidido que España en eso del Sahara, del Polisario y de Marruecos, como Cantinflas, de canto, de canto, para hacer menos blanco.
Y de nuevo otra casualidad. Aquella que allá por los ochenta y noventa retrató a González como el primer presidente de gobierno español que traicionaba y abandonaba a las garras del sátrapa moruno a los socialistas autogestionarios del Frente Polisario.
Seguro que hay más de un progresista que nos anegaría en sesudas razones para respaldar tan cobarde posición, pero para un servidor de Vds., como que estos progresistas de lo suyo se están preparando una bajada masiva al moro. O ya no nos acordamos de cómo y dónde acabo otro progresista italiano, Bettino Craxi.

1 comentario:

Mariano dijo...

Me alegra coincidir contigo en el calificativo de frívola, que dedicas a la señorita Trini.

Justamente poco antes de las primarias de Madrid discutí con nuestros amigos comunes y ese, el de frívola, era el epíteto con el que distinguía yo a la hoy ministra de AA.EE., en contra de la opinión de los asistentes.

Tras consultar el diccionario de la RAE me reafirmé en la definición.

Y con la que está cayendo y teniendo en cuenta a quienes representa, frívolo es sinónimo de inmoral y farsante, además de ser ligera, veleidosa e insustancial, en una entrada léxica que parece pensada para la interfecta.